- Homosexuales y falsa progresía
- La Nueva España, 2007-09-08 # Daniel Rodríguez · Radio Gijón COPE
Uno de los temas más destacados es el de la homosexualidad. No digo la aceptación de la misma, sino el trato que se le da. Cada dos por tres sale alguien señalando lo perseguido que fue en los últimos años franquistas o las burlas que recibía de sus compañeros de colegio.
Por una parte diré que cuando Franco estaba en pleno apogeo en Gijón eran conocidos la mayoría de homosexuales de la ciudad y nunca escuché que fueran perseguidos. Puedo añadir que la mayoría solían ser personas con mucho gusto, tanto a la hora de vestir como de cuidarse y de comportarse.
Es más, la mayoría de la gente joven, bien podríamos ser catalogados por la Policía como «elementos subversivos» y aplicarnos la ley de vagos y maleantes por la pintas que llevábamos; camisas de flores, pantalones pitillo, botines, pelo largo, abrigos más largos con terciopelo en cuello y puños, más pantalones, éstos de pata campana o de elefante etcétera.
En cuanto al colegio, se molestaba tanto al «mariflor» como al que llegaba del pueblo y por la forma de hablar te decían: «¿Yes de Mieres?, ¿tienes perru?» con un soniquete un tanto especial.
Ahora bien, estarán conmigo en que no es de fácil aceptación, no el homosexual sino el mariquita, y me explico: una cosa es ser lo que a uno le venga en gana y otra muy diferente es presumir de ello sin respeto para el que no comparte su mal gusto.
De ahí que acepte y comparta la vida que nos ha tocado vivir con los homosexuales, y por mi profesión créanme que he conocido a muchos, pero no soporto a las «locas», al igual que me llevo perfectamente con los heterosexuales pero soy incapaz de aguantar dos minutos al «macho» de turno que presume de sus conquistas y se dedica a faltar a cada chica que pasa haciéndole ver, voz en grito, lo que le haría si la pillara.
Ya está bien de ir de mártir por una condición sexual, máxime cuando ya es aceptada, las excepciones confirman la regla, y la Seguridad Social hasta le practica gratis, a quien lo desee, el cambio de sexo. Ya está bien de aparecer en la tele y sin clase de ningún tipo apuntar: «Hemos visto a fulanita con su nuevo novio, que si no lo quiere que me lo pase a mí por que se me cae hasta la baba» con una cara de obseso que no la puede cambiar.
Ya está bien de homenajes y subvenciones, y tratémonos como personas, todos por igual sin distinción de nuestra condición sexual. Alguno empieza a pensar si no estaría mejor tirándose del armario de cabeza.
Si se quiere que no existan diferencias lo primero que hay que hacer es no tenerlas, y si vas por la calle en tanga, con plataformas de 50 centímetros, la cara como un cuadro, las tetas rellenas de calcetines o silicona y gritando «soy la más guapa de la city» sin duda que algún bruto te responderá «y el más maricón también», y no es cuestión de falta de aceptación, sino de la misma falta de educación.
Ahora aparece otro «perseguido». Se trata de un cantante de los ochenta de nombre Pedro Marín. Dice, más o menos, que por su condición de homosexual le hundieron la carrera. De aquella Pedro Mar´In arrasaba, (estuvo en Radio Gijón con Susana Merediz y lo puede contar) especialmente entre las quinceañeras, con una canción llamada «Aire» y lo hacía porque era un chavalín bastante agraciado físicamente. Los años no perdonan y se convirtió en lo que ahora se puede ver. Como cantar no cantaba y componer, menos, es lógico que desapareciera como tantos otros, pero no por culpa de su homosexualidad.
Si alguien tiene dudas basta poner en Youtube «Pedro Marín-Aire» y lo comprobará.
Hoy día cada uno cuenta la historia que más le interesa y si cuela, perfecto. Ahí está Eleuterio Sánchez el famoso «Lute» que dice que fue un perseguido del régimen y lo que era está en las hemerotecas: «El Lute ingresa en prisión por atraco a una joyería y posterior enfrentamiento a las fuerzas del orden con el resultado de una niña muerta por el fuego cruzado. Al parecer el disparo que mató a la niña podría provenir de la pistola de un policía», «El Lute se fuga de sus vigilantes tirándose de un tren en marcha», «El famoso delincuente El Lute se fuga otra vez de la cárcel» Cómo no le iban a perseguir, pero no era el régimen, eran los mismos policías o guardias civiles que, cumpliendo su trabajo, han metido en la cárcel a De la Rosa, a Julián Muñoz, a El Solitario, al Dioni o a Mario Conde y a tanto chorizo que anda suelto y que terminará cayendo.
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