- Millar, último transexual del deporte
- El escocés, ahora Philippa York, tras los pasos de Richards y Bagger
- Mundo Deportivo, 2007-07-11 # J.D. · Compiegne
La historia del deporte está salpicada de casos de hombres que han competido como mujeres y viceversa; en algunos casos eran transexuales conscientes de ello y en otros, producto de peculiaridades físicas que les hacían creerese miembros de un sexo cuando en realidad lo eran del otro. A los casos célebres de la atleta polaco-estadounidense Stanislawa Walasziewicz, la esquiadora suiza Erika Schinegger, la tenista americana Renee Richards, la tailandesa Parinya Charoenphol (kickboxing), la ciclista canadiense de mountain bike Michelle Dumaresq y la golfista danesa Mianne Bagger, se une ahora el ex ciclista escocés Robert Millar, ahora llamado Philippa York.
La penúltima etapa de la Vuelta a España de 1985 terminó en Segovia. Pedro Delgado le dió la vuelta a la clasificación en el momento preciso y le arrebató el maillot amarillo a Millar, el líder desde hacía varios días, cuando nadie lo esperaba ya. Mientras el segoviano disfrutaba de su gran momento junto a José Recio, escapado con él y que llevó la mayor parte del peso de la fuga, el escocés lloraba en el interior del coche de su equipo, el Peugeot, con la cabeza metida entre las rodillas.
Al año siguiente Millar volvió a hacer segundo en la Vuelta, pero esta vez detrás de Álvaro Pino. Decididamente no estaba predestinado para ganar la Vuelta a España. Sin embargo, alimentó su condición de escalador durante los siguientes años hasta que colgó la bicicleta con la fama de ser uno de los mejores ciclistas de la historia de Escocia y un gran escalador.
Carácter agrio
Ahora, aquel excelente corredor se llama Philippa York, tiene largos cabellos castaños y su pecho es generoso. A sus 48 años, es una mujer, ¿qué ha podido pasar en su vida para que sucediera una cosa así?. Simplemente que el gran deportista ha utilizado su poderío físico para montarse la vida que él necesitaba para ser feliz. En su época de corredor, sus compañeros le recuerdan como un muchacho tímido, poco hablador, inadaptado e incluso a veces con mal genio. “Decía las cosas tal como las pensaba. No era un diplomático precisamente”, recuerda Jean René Bernaudeau, que había sido compañero suyo.
Vegetariano por convicción, Millar tenía pocos amigos en el pelotón. Quizás por eso su equipo no le ayudó lo que debía subiendo Navacerrada en 1985. Cuando terminó su carrera ciclista se refugió en su casa de las cercanías de París, junto a su esposa francesa Sylvie Transler, la cuñada de otro corredor ciclista francés, Jerome Simon. Sin duda, la vida anónima iba mucho mejor a su personalidad, porque podía dedicarse a sus hobbies, el taekwondo, las motos y la bicicleta como simple aficionado. Y además, podía disfrutar de su único hijo.
Terminada su carrera, ya de vuelta en Escocia, Millar no vivía satisfecho consigo mismo. De pronto dejaron de llegar noticias suyas hasta que, en el 2003, desapareció por completo. El hecho coincidió con rumores extendidos por Europa sobre que se había convertido en mujer, pero nadie lo creyó a pies juntillas. Sin embargo, el periodista británico Richard Moore se dedicó a buscar su pista y no logró encontrarle hasta que hubo recopilado tantos datos sobre su vida que podía escribir un libro. Lo tituló 'En busca de Robert Millar'.
Moore dio con él en la pequeña población de Dorset bajo el nombre completo de Robert-Philippa Millar-York. Preguntado (o preguntada) por su desaparición, el antiguo ciclista respondió: “no he desaparecido, sólamente he cambiado tranquilamente de lugar y me dedico a hacer cosas que me gustan mucho”. Su nueva esposa se llama Linda Purr y juntos viven una vida tranquila entre medio de las motocicletas que tanto le gustan (”veía las de los periodistas en el Tour y pensaba que ellos se lo estaban pasando mejor que yo”). Su primera moto fue una Honda 250 NX, pero después se compró una Ducati 748 SPS que era mucho más aerodinámica: “estaba acostumbrado a la posición de las bicicletas. Montado sobre la Ducati no me dolía la espalda”, explica.
Pocos recuerdan ahora, en la larguirucha figura de esta escocesa que hace unos años era un afamado profesional del ciclismo. Realmente Robert Millar, ahora Philippa York, será introvertido y poco sociable. Pero ha buscado su felicidad y lo mejor es lo que dice Stephen Roche, compañero suyo en el Fagor: “lo que hemos de hacer es dejarle tranquilo”.