- Políticas locales para gays, lesbianas y transexuales
- EHGAM-DOK, 2007-05-16 # Julen Zabala · EHGAM
La periodista de El País June Fernández nos realizó una entrevista que le sirvió de base para la elaboración de un reportaje sobre las elecciones del 27-M, publicado el 21 de Mayo bajo el título “Un examen social a las promesas”. Dada la brevedad con la que quedó reflejada en el artículo publicado, reproducimos aquí la entrevista completa.
Viendo los distintos programas electorales, ¿cómo valoráis la inclusión (u omisión) de temas referentes a la discriminación de las personas homosexuales en los compromisos de los distintos candidatos y candidatas?
Los programas base de los diferentes partidos no mencionan, salvo alguna excepción, ni siquiera los términos gay, lesbiana o transexual. Las referencias son muy generales sobre la igualdad o no discriminación, pero no introducen compromisos específicos para estas minorías.
¿Hay algún partido que os dé la confianza de que, si saliera elegido, trabajará en estos temas a fondo?
En el ámbito municipal, sigue faltando un verdadero compromiso de abordar con seriedad lo que podemos denominar “nuestros temas”. Las intervenciones son escasas y muy puntuales y dependen muchas veces de la voluntad de alcaldes y concejales que se sienten más comprometidos, pero no con una visión de políticas globales.
¿Qué temas relacionados con el colectivo GLT debieran ser incluidos en la agenda de los ayuntamientos y diputaciones?
Ayuntamientos y diputaciones deberían tener siempre en cuenta que hay una parte de la sociedad que muchas veces se siente cuando no rechazada, sí discriminada. Las políticas locales para gays, lesbianas y hombres y mujeres transexuales deben ser transversales, de modo que siempre se les tenga en cuenta, en cualquier acción que realicen estas instituciones. Podemos poner varios ejemplos. Así, los programas electorales destacan acciones concretas destinadas a diferentes colectivos, como las mujeres, la juventud, la tercera edad o la inmigración. Si se contara además con estas políticas transversales, en la promoción de viviendas destinadas para viviendas se tendría también en cuenta a la población juvenil gay y lesbiana, en el diseño de centros de día o residencias para mayores se habría pensado que también acogerán a mayores homosexuales, en los programas de acogida a inmigrantes se incidiría, por señalar algo, en los riesgos en las relaciones de hombres que practican sexo con hombres. Y, no digamos, en las políticas de igualdad para las mujeres se debe contar también con las especificidades de las lesbianas… En fin, que los aspectos a contemplar son múltiples, podemos decir que prácticamente todos: cultura, festejos, ocio, educación, deporte, salud, empleo, vivienda…
¿Consideráis importante que haya homosexuales y transexuales en las listas? ¿Qué aportan por ejemplo Pedro Zerolo o el Ararteko? En Andalucía IU ha anunciado la inclusión de una transexual en sus listas. ¿Es un avance o marketing?
Sí, es un síntoma de normalidad. Se trata de una visibilidad importante, pero hay otras igual de necesarias. Nuestra realidad es muy plural y no debe limitarse a personas que han alcanzado un estatus social y profesional reconocidos. En estos momentos la visibilidad más necesaria es la de lesbianas, pues urge que socialmente se visibilicen diferentes modelos. Que una candidatura cuente con una mujer transexual como Kim, que lleva años de lucha por los derechos transexuales, es trascendental, pues rompe con los estereotipos sociales sobre estas personas, cuya imagen sigue ligada a la marginalidad y exclusión social.
¿Cómo valoráis la actitud actual de cada partido respecto a la homosexualidad? Especialmente la del PNV, que me parece curiosa.
La verdad es que a todas las formaciones políticas les ha costado mucho ir asumiendo las reivindicaciones de las organizaciones de gays, lesbianas y transexuales. Hay que tener en cuenta que nuestro movimiento ha cumplido ya 30 años, que se dice pronto. Los partidos de izquierda, hablando en general, han mostrado mayor sensibilidad, bueno, digamos que menor resistencia. Porque el camino ha sido largo y aún vemos lo mucho que queda por hacer. Si repasamos los programas base de estas elecciones comprobamos que prácticamente no tocan nuestros temas y realidades y esto resulta difícil de comprender. Nuestra lucha empieza a tener historia y podemos recordar la trayectoria de algún partido, como el PNV, que hace treinta años se posicionaba contra la legalización de grupos como el nuestro, impulsaba campañas homofóbicas en algunas localidades e, incluso, impedía que nos entregaran subvenciones ya aprobadas, para la realización de diversas actividades. Les ha costado muchísimo asumirlo. La regulación de las parejas de hecho se retrasó una y otra vez, porque no había una apuesta clara y decidida a dar pasos hacia delante. Hoy en día este partido cuenta entre cargos y candidatos numerosas personas de orientación homosexual, pero o no se presentan como tales abiertamente, y deberían hacerlo, como síntoma de normalidad, o todavía están en el armario, manteniendo una doble vida. Y esto nos sigue pareciendo muy triste.
En Euskadi, ¿hay concejales que se niegan a casar a homosexuales? ¿Llamáis a no votar al PP por ese riesgo?
Que sepamos, en Euskadi no ha habido casos de concejales que se hayan negado a casar a parejas homosexuales. Por lo menos no ha trascendido a los medios de comunicación. Pero, vamos, muchos porque no se habrán encontrado ante esta circunstancia. Está claro que una pareja gay o lesbiana que decide casarse busca la complicidad de ediles que no van a poner ningún impedimento. Por otra parte nuestro llamamiento es general, de no votar a ninguna candidatura que promueva homofobia, lesbofobia o transfobia, pero no damos nombres de siglas en concreto. Además, como ya hemos comentado, el tratamiento local de nuestros temas depende mucho de la sensibilidad que muestre cada representante, independientemente de la sigla a la que pertenece. Pero, con todo, hay cosas muy claras, las políticas de la derecha son claramente homófobas. Poner algunos ejemplos recientes, en febrero los diputados peneuvistas Emilio Olavaria y Pedro María Aspiazu se alinearon con los populares en el debate de la iniciativa legislativa presentada, nada más y nada menos, por el Foro Español de
Ya que sois de Gipuzkoa, en la última legislatura ¿cómo valoráis la gestión de Odón Elorza y el diputado general en temas relacionados con el colectivo GLT? ¿Confiáis o pedís el voto para algún partido por su implicación con el colectivo?
La política que siguen ambas instituciones podríamos denominarla de “status quo”. Intervienen muy poco, no van más allá y se limitan a subvenciones, a ciertas conmemoraciones en torno a fechas señaladas, como el 28 de Junio, día por los derechos de gays, lesbianas y transexuales, o el 1 de Diciembre, día mundial contra el sida. Apoyan lo justo, lo que ya está establecido año tras año, pero no dan un paso más allá. Tienen muchísimos ámbitos en los que intervenir, por poner un par de ejemplos, el educativo o la asistencia social. Y a pesar del déficit que presentan ambas instituciones, la implicación de
¿Qué reivindicaciones transversales de carácter social hacéis de cara a las elecciones?
Es evidente que nos enmarcamos en políticas transformadoras de la sociedad, donde los movimientos sociales tengan cauces adecuados de participación. Las políticas por la igualdad nos parecen sumamente importantes, pero en la misma medida deberían considerarse diversidad y pluralidad. Está claro que nuestro lugar siempre estará junto al respeto a las minorías y al lado de quienes sienten que su espacio es la marginalidad.
Todos los partidos hablan en sus programas de combatir la exclusión social y de incrementar el gasto social. ¿Es un compromiso real?
Seguro que lo hacen con la mejor intención, pero o el gasto social no está todo lo bien empleado que debiera o no es lo suficiente. Pero la realidad es que la diferencia entre quienes más tienen y quienes menos cada vez es mayor y más evidente: mientras la exclusión no cree problemas muy visibles y palpables, la mayoría preferirá seguir cerrando los ojos. Aquellas palabras de Arzallus para defender al excandidato Jauregi sobre su “patrimonio más bien modesto” deberían haber causado una gran alarma social, pero no ha sido así, en absoluto.
¿Las instituciones tienen en cuenta a organizaciones como EHGAM? ¿Con qué medidas habría que impulsar el asociacionismo y la participación de las organizaciones sociales en la toma de decisiones de los ayuntamientos y diputaciones?
Ha llegado un momento en el que las instituciones casi se conforman con tramitar mínimas subvenciones; piensan que con ello ya han cumplido. Pero no van al fondo de la cuestión, que sería asumir como propias acciones y reivindicaciones de las organizaciones de gays, lesbianas, transexuales…, y presentar un plan global de actuaciones para nuestra población. Para impulsar el asociacionismo habría que promoverlo, y dotarlo conveniente con infraestructuras y recursos. La participación de las organizaciones sociales debe canalizarse a través de diferentes foros ciudadanos y consejos asesores por la igualdad, desde donde podrían influir en la toma de decisiones. También deberían participar en otros consejos sectoriales; pensemos, por un momento, lo trascendental que puede resultar contar en los consejos locales educativos de una persona gay, lesbiana o, incluso, transexual; con su participación, sin ninguna duda, muchas de las decisiones que tomara este organismo serían radicalmente diferentes.
¿Con qué partidos está más asegurada esa participación y con cuáles menos?
Evidentemente con los partidos progresistas debería ser más fácil, pero desde el inicio de la transición nos está costando muchísimo que asuman nuestras reivindicaciones. Es un largo camino de incomprensión de nuestras realidades. Aunque parezca increíble hace un par de meses los sindicatos UGT y Comisiones Obreras firmaron, sin ningún complejo ni rectificación posterior, el convenio estatal de la industria conservera claramente sexista y homófobo, con una alusión expresa a que cuando se trataba de cónyuge en las parejas de hecho se refería a persona de distinto sexo.