- 36 transexuales vascos siguen tratamiento hormonal previo a su cambio de sexo
- La cobertura incompleta en Osakidetza provoca un éxodo a tierras andaluzas. El Servicio Vasco de Atención a Transexuales defiende la creación de una unidad multidisciplinar
- Noticias de Gipuzkoa, 2007-05-08 # Jorge Napal · Donostia
Nadie se levanta de la cama una mañana con el repentino capricho de cambiarse de sexo. Ser transexual en Euskadi, ni es sencillo, ni responde a ese malicioso estereotipo asociado a la prostitución que tanto daño hace a los 180 transexuales que viven en el País Vasco. El colectivo está sujeto a mil y una situaciones de vulnerabilidad y pesa sobre él un enorme riesgo de exclusión social. Su pecado, haber nacido con un sexo “equivocado”.
En el País Vasco hay actualmente 36 personas que están siguiendo un tratamiento hormonal y persiguen, en la mayoría de casos, el anhelo final de reasignar su sexo y llegar a vivir algún día lejos de ese cuerpo extraño que les otorgó por azar la naturaleza.
La Ley de Identidad de Género, que entró en vigor el 16 de marzo y permite el cambio de nombre y sexo en documentos oficiales sin la necesidad de someterse a operación genital, ha supuesto un hito histórico para este colectivo.
Desde luego que no se trata de un mero documento. Las zancadillas y las malas caras han sido habituales durante este tiempo, por no hablar de los contratos de trabajo, que se escapaban como arena entre los dedos tras contar por enésima vez su verdadera historia . Hasta realizar la compra resulta complicado, siempre al albur de la maldita identificación que tantos recelos despierta.
Desde marzo, sobre el papel, estos problemas son agua pasada. "Tan importante ha sido el paso adelante que incluso el 80% de los transexuales que atendemos consideran más importante ese cambio legislativo a que Osakidetza se haga cargo definitivamente de las operaciones de cambio de sexo", asegura Víctor Santamaría, responsable de Berdindu, el Servicio Vasco de Atención a Gays, Lesbianas y Transexuales.
Una vez satisfecha la primera de las grandes demandas, el portavoz de este servicio, integrado en el Departamento vasco de Vivienda y Asuntos Sociales, apunta a la segunda gran reclamación del colectivo: la integración y gratuidad de la reasignación de sexo en Osakidetza.
Reconstrucción del pene
Esta operación, por lo general, resulta más sencilla en los casos de transexualidad femenina, pero reasignar el sexo de una mujer que se siente hombre -la reconstrucción del pene- supone un desembolso mínimo de 30.000 euros en la sanidad privada, única vía en Euskadi puesto que Osakidetza no realiza esta cirugía.
El problema, asegura Santamaría, es que este tipo de intervenciones, lejos del paraguas de la sanidad pública, no ofrece precisamente garantías.
Andalucía realiza gratuitamente este tipo de operaciones y Extremadura también tiene concertado el servicio. Pero la ausencia de alternativas en la red pública vasca ha provocado éxodos a tierras andaluzas, donde hay listas de espera de unos dos años. Estos desplazamientos, en todo caso, se han atemperado desde que el Gobierno Vasco dedica partidas económicas para sufragar total o parcialmente las intervenciones. Eso sí, el propio responsable Berdindu reconoce que estas ayudas no son más que "parches".
Disforia de género
Desde luego que es preciso dinero, paciencia y una fe inquebrantable para concluir el proceso de reasignación de sexo. En primer lugar, es preciso visitar al médico de cabecera, quien deriva al paciente al psiquiatra para que elabore el diagnóstico de disforia de género.
Una vez realizado el examen -tarda de tres meses a dos años-, se le deriva al endocrino, que es el encargado de hacer el estudio físico, momento a partir del cual comienza un proceso de hormonación que durará toda la vida.
De las 36 personas que reciben actualmente tratamiento hormonal, Santamaría reconoce que están siendo atendidas incompletamente. "Es lo curioso del caso, que Osakidetza se haga cargo de la mitad de todo el proceso pero luego deje a estas personas a su libre albedrío. Es decir, te abonan la mitad de la atención y a partir de ahí hace falta recurrir a la vía privada", critica.
El Parlamento Vasco ha creado una Comisión de Sanidad para abordar las necesidades terapéuticas de las personas transexuales, lo que ya es interpretado como un primer paso que probablemente germine en la próxima legislatura, según aventuran desde Asuntos Sociales.
Rechazo a la gratuidad
De momento, esta Comisión de Sanidad ha rechazado, con los votos en contra del tripartito, PP y EHAK, y los votos a favor del PSE-EE una proposición no de ley presentada por los socialistas para lograr la gratuidad del proceso de reasignación de sexo en la Comunidad Autónoma Vasca. En ella, el PSE solicitaba que se ampliase el Catálogo de prestaciones de la sanidad pública para que se incluyese esta intervención y proponía que, mientras esto no se llevase a cabo, Osakidetza lo introdujese entre sus prestaciones.
Desde el Departamento de Asuntos Sociales aseguran que, lejos del ahorro que pueda presuponer la falta de este servicio integral, en realidad, "se está incrementando el gasto, porque en las clínicas privadas, a pesar de haber buenos profesionales, también se practican muchas chapuzas y eso está obligando a muchos transexuales a volver a la sanidad pública a hacerse reconstrucciones".
Trastornos psicológicos, dosis de hormonas excesivas, amputaciones genitales... "El día que Osakidetza se haga cargo de todo ello y cree una unidad multidisciplinar donde estas personas sean tratadas todo el proceso, el gasto final será mucho menor, y con este equipo las operaciones serán mucho más baratas", insiste Santamaría.
Y más teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, a pesar de los 180 transexuales que se estima hay en Euskadi, tan sólo cinco personas se acogieron en 2005 a las ayudas que destina el Gobierno Vasco y ocho el año pasado, lo que, en principio no parece hacer tambalear las arcas de la Sanidad.
- Cristina, transexual: "Pasé una depresión horrible por un cirujano que me dijo que no operaba a camioneros"
- Desde los ocho años lo tuvo claro, especialmente cada vez que observaba el comportamiento de las niñas de su edad. Tenía cuerpo de chaval, pero sólo era un envoltorio porque él era una de ellas. "Me he estado engañando, hasta que a los 33 años inicié el tratamiento", confiesa
- Noticias de Gipuzkoa, 2007-05-08 # J. Napal · Donostia
¿Cúando fue consciente de que usted no era un niño más?
Desde siempre, desde los siete u ocho años, esa etapa en la que empiezas a ver diferencias. Me sentía identificada con las niñas de mi edad. Me di cuenta pronto, pero es cierto que hasta los 33 años no empecé el tratamiento.
¿Por qué tardó tanto tiempo?
Eran distintos problemas los que me impedían dar el paso. Incluso me marché a la mili y decidí tomar una decisión a la vuelta. Entretanto, mi madre se puso enferma y yo creía que podría sobrellevar esa carga, hasta que un día me di cuenta de que me estaba engañando a mí misma.
¿Ha sido un paso muy duro?
Claro, porque tú deseas hacer lo que la familia espera de tí, pero al final te das cuenta de que te estás haciendo daño a tí misma.
Nació con cuerpo de hombre, pero su nombre es Cristina...
Sí, aunque a términos legales todavía no porque estoy con los papeleos. Acabo de regresar de Málaga, donde tengo previsto hacer la reasignación de sexo. Por eso ahora tengo que hablar con mi abogado, para que me me informe del trámite que hace falta.
La ley exige que para que en su DNI figure el nombre de mujer se haya hormonado, al menos, durante dos años. ¿Cuánto tiempo lleva?
Dos años y medio, hará tres en septiembre, y se me está haciendo eterno.
¿Por qué?
Porque se viven muchos cambios corporales y siempre deseas que vaya todo mucho más rápido. Además está el tema de la operación, donde he de confesar que he tenido todo tipo de experiencias con algunos cirujanos.
¿A qué se refiere?
Acudí a un cirujano de Bilbao de cierta fama, y la verdad es que la experiencia no fue positiva. Es el típico médico que como no tengas veinte años y una apariencia de barby , no es que te rechace directamente pero sí te da largas...
Se sintió rechazada por él...
Le dijo a mi endocrino que yo era un camionero y que no operaba a camioneros.
¡Menuda perla! Es de suponer que aquella frase fue un mazazo.
Me sentí fatal y estuve un año con una depresión inmensa. Me encontraba en la fase final, después de todo lo que me costó reunir el dinero suficiente, y no me esperaba una respuesta así.
¿En qué fase está ahora su proceso?
Físicamente tengo un aspecto totalmente femenino, pero a falta de la reasignación.
La operación genital.
Sí, la operación de cambio de sexo. De momento me he operado de pecho y glúteos, que ya me han dado unas formas femeninas.
¿Tiene pensado marchar a Andalucía a operarse como otras compañeras?
Me voy a Málaga, a ponerme en manos del doctor Francisco Giralda. Me ha dado un presupuesto de 12.000 euros y ahora estoy haciendo los trámites para pedir un crédito.
¿Se siente a gusto con su cuerpo?
(Sonríe) Es complicado a la hora de mantener relaciones afectivas. Cuando te entra alguien... la verdad es que no soy muy propensa a tener que estar dando explicaciones y por eso normalmente tiendo a poner tierra de por medio. Esta situación limita mucho, más que físicamente mentalmente. En tres años no he mantenido casi relaciones sexuales ni he tenido pareja.
¿Se siente obligada a dar muchas explicaciones en su vida diaria?
Al final tienes que buscar soluciones intermedias. Cuando voy de compras, por ejemplo, nunca enseño el carné de identidad y pago todo en efectivo. Es una manera de evitar la pregunta de siempre: ¿pero eres tú o no?
¿Cree que Osakidetza debería ofrecer un servicio integral de atención?
Sí, porque no tiene mucho sentido que te apoyen en el terreno psicológico pero haya que buscarse la vida en el caso de la operación. De todas formas, parece que está previsto que comiencen estas operaciones en 2009.
¿Cuál es la etapa más dura?
El primer año, porque físicamente se ve lo que no eres. A mí me veían como un chico cuando era una chica. Es cuando empieza el cambio de ropa y se te asocia con el travestismo, y eso que no tenemos nada que ver con ello.
¿En la calle ya no despierta ninguna mirada curiosa?
No, bueno únicamente me miran por la altura (sonríe, mide 1,78). Pero gracias a Dios tengo una voz muy femenina porque la verdad es que tengo amigas transexuales guapísimas pero con una voz muy varonil.
¿Trabaja ahora con normalidad?
No, en este momento estoy cobrando una pensión de invalidez de un accidente que tuve, pero es tan sólo de 400 euros y con eso no puedo pagar el crédito de la operación ni vivir el día a día. En breve voy a tener que buscar un trabajo.
¿Qué mensaje le gustaría trasladar a la sociedad para desterrar tantos prejuicios?
La mayor parte de las transexuales nos ganamos la vida como cualquier otra persona. Hay transexuales ingenieros, abogados y profesores. Son personas que llevan una vida tan normal que nadie lo sabe.