- Muere una leyenda de la danza
- Maurice Béjart, último 'pas de deux'
- El coreógrafo francés que revolucionó el ballet moderno fallece a los 80 años en Suiza
- El País, 2007-11-23 # Roger Salas
Si hubiera que establecer un canon de la coreografía balletística del siglo XX (que en realidad no está consensuado ni redactado), la terna fundamental y básica sí estaría clara para todos: Mijail Fokin, George Balanchine y Maurice Béjart. Se pueden agregar nombres a placer, pero ellos son los atlantes que sostienen el orbe coréutico, todo lo que vino después, todo lo que es.
Maurice (Berger) Béjart, que falleció ayer a los 80 años en un hospital suizo, nació en Marsella el 1 de enero de 1927, hijo del filósofo y ensayista Gaston Berger, estudioso de China y de las filosofías orientales. Empezó a estudiar ballet en una escuela local marsellesa, antes de trasladarse a París. Allí tomó clases con Lubov Egorova, Madame Rousanne y Nora Kiss, haciendo sus primeros viajes a Londres para estudiar con Vera Volkova. En 1946, Léo Staats le abre las puertas de sus cursos en París y comienza a bailar como solista y partenaire ocasional de Solange Schwarz, Janine Charrat e Ivette Chauviré.
Después de un histórico recital con Roland Petit en 1949, parte hacia Londres fichado para la gala Stars of the ballet, con la Von Rosen, de donde es contratado para L'International Ballet, que animaba Mona Inglesby (también ejercía de bailarina principal y coreógrafa) comenzando largas giras por todas las provincias del Reino Unido. Un año después se establece en Estocolmo y allí crea su primer pas de deux importante para la suiza Ellen Rasch. Trabaja seguidamente tres meses con Birgit Cullberg, gran fundadora del ballet moderno no sólo sueco, sino europeo.
De regreso a París trabaja en varias galas-homenaje presentadas en el Palais de Chaillot, siempre dedicadas a un compositor: Chopin, Chaikovski, Beethoven.En 1955 llega una obra clave: Symphonie pour un homme seul (con música de Pierre Henry y Paul Schaeffer). Esta obra marca el comienzo de una larga colaboración entre Béjart y la música concreta, y la repuso muchas veces hasta 1984.
En 1957 la pequeña compañía cambia de nombre y de director: Ballet-Théâtre de Paris, llevado al éxito por el empresario Ricardo Henriques-Pimentel. En 1959 crea una primera versión de La consagración de la primavera. Es tal el éxito, que Huisman le propone que se instale en Bruselas y así se funda en 1960 El Ballet del Siglo XX.
Un hito llega enseguida cuando Wieland Wagner le invita a Bayreuth para montar la bacanal de Tannhäuser. Ese mismo año monta un espectáculo en La Fenice en Venecia sobre Scarlatti y con decorados de Salvador Dalí; hace su primera gira por España con El Ballet del Siglo XX, actuando en Sevilla.
En 1964 monta la Novena Sinfonía y pone en marcha, casi sin avisar, un género nuevo: un ballet capaz de llenar estadios y hacer vibrar a masas de miles de espectadores. El ballet moderno se hace contemporáneo.
En 1967 triunfa en el Festival de Aviñón y en el de Berlín, comenzando sus viajes al Japón, que se convertiría en su gran amor geográfico y sentimental, y donde aún hoy se le venera y se baila su repertorio (es el único artista que tiene la Orden del Sol Naciente).
Hace ahora 20 años (exactamente en junio de 1987), Béjart deja Bruselas y disuelve El Ballet del Siglo XX por discrepancias administrativas y se cierra su Escuela Mudra (por la que pasaron varios españoles). Se traslada a Lausana, donde funda una nueva compañía, el Béjart Ballet Lausanne.
Atrás queda mucha historia: sus encuentros con todos los grandes bailarines del siglo XX, especialmente Rudolf Nureyev, su agitada, larga y pasional relación con el bailarín argentino Jorge Donn, a quien le dedicó la que probablemente sea la última de sus grandes obras corales, con los diseños de Gianni Versace, la voz de Freddy Mercury y la música de Queen: Le Presbytère; o su deslumbramiento ante el nervio de Víctor Ullate, para quien creó varias obras.
Prolífico, ecléctico a su manera, comprometido con su tiempo en lo político y lo social, revisor constante de su propia obra hasta una verdadera obsesión por la autocitación, el estilo de Béjart es un compendio donde atienden musicalidad y espiritualidad como ejes de la poética a través de una exposición abierta, prismática y de grandes planos expresivos. Amante de la belleza masculina, potenciaba el baile del hombre.
La lista de las coreografías de Maurice Béjart pasa de los 250 títulos y contiene óperas, ballets, películas, libros y espectáculos totales. Entre sus grandes obras están Nijinski clown de dios, Nuestro Fausto, El pájaro de fuego, La noche oscura (donde recitaba María Casares), Leda (hecho para Maya Plisétskaya) o Canción del compañero errante, creado para Rudolf Nureyev.
- Dolor en Lausana
- El País, 2007-11-23 # Rodrigo Carrizo Couto · Lausana
La extrema gravedad del estado de salud de Maurice Béjart era, desde hace días, un secreto a voces en Suiza. Se sabía que el maestro estaba internado en el Hospital Universitario de Lausana debido a graves problemas cardiacos y renales. Pero no por predecible el trágico desenlace ha causado menos conmoción en su país adoptivo.
Instalado desde 1987 en Suiza, es aquí donde el coreógrafo marsellés fundó el Béjart Ballet Lausanne (BBL) y la Escuela Atelier Rudra. "Las más de cien personas que integran el BBL están en estado de shock", destacó un directivo del BBL. El lazo que unía a Béjart y Lausana fue enfatizado ayer por Silvia Zamora, concejal de Cultura de la ciudad, quien comentó que "Lausana siente una enorme tristeza ante su desaparición". Por su parte, el ministro suizo de la Cultura, Pascal Couchepin, no dudó en calificar al coreógrafo de "monstruo sagrado".
En España, el ministro de Cultura, César Antonio Molina, lamentó igualmente su desaparición. "Es una gran pérdida", comentó tras recordar que Béjart fue distinguido por el Ministerio de Cultura con la Medalla de Oro de las Bellas Artes 2007. El vínculo de Maurice Béjart con el mundo de habla hispana queda patente al comprobar que entre los bailarines de su troupe destacan artistas como los primeros bailarines españoles Ruth Miró, Elisabet Rós o Víctor Jiménez, así como diversos miembros de origen argentino o centroamericano.
En la noche de ayer, los informativos de la televisión suiza se dedicaron casi en exclusiva a glosar la figura del genio de la danza, mientras la concejal Zamora afirmaba que "el futuro del BBL queda garantizado por, al menos, tres años dado el contrato que les une a Lausana". Según todos los pronósticos, el sucesor natural de Maurice Béjart sería Gil Roman, actual director adjunto del BBL y primer bailarín estrella de la compañía. Converso al islam, Béjart será enterrado en las próximas 24 horas según el rito musulmán, según señalaron fuentes de su entorno.
Hasta el último minuto Béjart se ocupó de "su" compañía, dado que, desde su cama de hospital seguía dirigiendo los ensayos de la que será su obra póstuma, La vuelta al mundo en 80 minutos. Incluso salió brevemente del hospital para asistir a una última representación. Esta creación debería ver la luz en diciembre, antes de viajar a París en 2008. La bailarina italiana Carla Franci, de 71 años, resumió el sentimiento general al afirmar: "Hoy ha muerto el dios de la danza".
- El genio del genio
- El País, 2007-11-23 # Patrick de Bana
¿Qué decir del maestro? Entré en su compañía en 1987, apenas salido del conservatorio, fue mi primera experiencia profesional que ha marcado mi cuerpo y mi estilo. Los largos días pasados en su estudio de Lausanne cumpliendo nuestro horario y esperando que la chispa creativa nos convocara, a veces a solas con él y otras en grupo, para moldear nuestros cuerpos con su alma y genialidad. Nos marcaba sus pasos y dejaba que nuestros cuerpos hicieran el resto para dar al final su toque, su marca, que le ha hecho uno de los grandes, de los grandes maestros y amigos. Su carácter duro y agresivo contrastaba cuando creaba piezas modernas llenas de sensibilidad y lirismo. Las horas compartidas se convertían en una experiencia humana única e inolvidable y hacía que amáramos cada día más la dura profesión del bailarín. Se ha ido un cuerpo pero su alma seguirá en mi vida, mi trabajo y espero que sus obras sigan representándose, manteniendo vivo para siempre su legado artístico. Hasta pronto, Maurice, maestro.
- La fuerza del baile masculino
- El País, 2007-11-23 # Víctor Ullate
Aquel domingo tuvimos ensayo con la Compañía de Antonio Ruiz. En un descanso, uno de los bailarines me comentó que el Ballet del Siglo XX estaba en Madrid y había contratado a varios artistas españoles; lo que no supe en aquel momento es que era para la figuración de Bolero. Ni corto ni perezoso, decidí ir a verle al teatro de la Zarzuela que era donde actuaba. Poseído por el entusiasmo, sin idea de qué hora era, cogí el metro y llegué al teatro empapado en sudor. Allí me encontré con un hombre muy especial, con una mirada de ojos azules que penetraban hasta el alma, que parecían conocerte y analizarte en un simple instante.
Lleno de energía e ingenuidad, le pregunté: "¿Puede usted verme bailar?". Él me contestó: "Ya va a empezar la función, pero sube a la segunda planta (donde había una sala de baile) y si tengo tiempo, iré a verte". Creo que esa mezcla de osadía y frescura llamó su atención, porque a los pocos minutos subió a verme. Me comentó: "¿Qué vas a bailar?". Yo comencé a realizar pasos de baile, como si el espíritu de todos los grandes se hubiera apoderado de mí. De repente interrumpió mi éxtasis de exhibición y dijo: "Para, para... no te canses". Me hizo bajar al escenario, donde estaba a punto de empezar el espectáculo, y repetí mi ansiosa audición. Cuando terminé, los bailarines me brindaron una gran ovación. Así empezó mi larga historia con este genio al que tanto he querido y respetado. Siempre ha sido mi ejemplo a seguir a la hora de dirigir, enseñar o coreografiar, además de enseñarme a valorar el matiz invisible, que siempre hace visible la calidad y profundidad de todo lo que abordas.
El siempre tuvo un gran sentido del humor, de vez en cuando contaba algún chiste o una anécdota, era entrañable... pero en otros casos podía ser cruel, sobre todo con los que profesionalmente, por algún motivo (casi siempre justificable), no respetaba.
En cualquier proceso creativo de una compañía, los bailarines compiten por obtener los mejores papeles, siendo muy difícil para el coreógrafo satisfacer a todo el mundo, ya que generalmente es complicado reconocer tanto las propias limitaciones como las virtudes ajenas. Pero él poseía la magia de hacer bailar a todos y de elegir el elemento que quería resaltar en cada creación, en esto residía su gran talento, conseguía sacar lo mejor de cada uno. Era una persona de gran sensibilidad, que sabía cómo hacernos sentir importantes a todos. Cada gesto, cada movimiento tenía que expresar algo, todo tenía su razón de ser.
Con él se ha ido el gran genio de la danza del siglo XX, el que popularizó la danza, que llenó palacios de deportes con sus espectáculos, que creó verdaderos "adictos" a la danza y consiguió que el bailarín masculino adquiriera una nueva dimensión, rompiendo con la tradición de crear partiendo del protagonismo de la mujer, haciéndose innovador y especialista en coreografiar obras donde destacaba el bailarín masculino tanto o más que la mujer, siendo consciente del riesgo que conlleva romper con las tradiciones.
Dicen que cuando una madre muere es cuando realmente perdemos la unión umbilical, sintiendo la soledad a partir de este momento. Esta soledad profesional es la que realmente siento con su pérdida, pues su concepción de la danza, que nos transmitió a sus alumnos, aunque no fuera ni admirada ni compartida por todos, a mí personalmente me sirvió mucho, ya que fue la que hizo que hoy sea yo mismo.
Fue mi maestro, mi padre, mi hermano, mi amigo y alguien al que ahora me cuesta decir adiós. Sin duda ha dejado un gran vacío en mi vida.