- Después de 20 siglos, en casi todos los países la ley comienza a reconocer el amor homosexual
- Es el comienzo del fin de una larga y cruel persecución que ha agregado bochornosas páginas a la historia universal de la infamia, opina José Fon Castro.
- El Tiempo [Colombia], 2007-02-15 # José Font Castro · Madrid
Los homosexuales de varios países han comenzado a ver satisfechas sus demandas para que cese la ancestral discriminación de que han sido víctimas a lo largo de la historia y se les reconozcan los derechos ciudadanos en pie de igualdad con la población heterosexual. Es el comienzo del fin de una larga y cruel persecución que ha agregado bochornosas páginas a la historia universal de la infamia, como fueron -para mencionar sólo 3 ejemplos distantes en el tiempo - el fusilamiento masivo de una tribu aborigen en Panamá ordenado por Pizarro al enterarse de que sus 200 miembros eran homosexuales; o la confinación, 4 siglos más tarde, de cientos (¿o miles?) de homosexuales a campos de exterminio nazi; o la condena de Wilde a 2 años de prisión y trabajos forzados, a final del Siglo XIX por un tribunal londinense al comprobar que había incurrido en prácticas homosexuales con el hijo mayor de edad de un aristócrata. 70 años más tarde, en 1968, los ingleses, en un acto de contrición, decidieron reivindicar la memoria de uno de sus genios literarios, comenzando por eliminar de su lista de crímenes la homosexualidad, considerada desde siempre por todas las iglesias y todos los códigos penales como anormal, antinatural, inmoral, vergonzosa, vergonzante y definitivamente delictiva.
Suprimir ese delito del Common Law británico puede decirse que fue el pistoletazo de salida de las campañas que desde entonces se han venido orquestando para hacer entender el fenómeno homosexual bajo otro prisma, despojándolo de prejuicios seculares y para reclamar no solo el cese de la discriminación homofóbica, sino la plenitud de los derechos que hasta ahora se le había negado. Todo comenzó con las carnavalescas y provocadoras celebraciones del 'Día del orgullo gay' a través de las cuales los gays empezaron a dar la cara y personalidades famosas decidieron "salir del armario" y demostrar con su identificación que "ese amor que no se atreve a mencionar su nombre" como lo definió el propio Wilde- no es síntoma de una conducta enfermiza o pecaminosa, sino, simplemente, otra opción sexual. Poco a poco esas reclamaciones comenzaron a abrirse camino, primero en la opinión (en la mayoría de los países europeos el 65% de los jóvenes ya no condena la conducta homosexual) y posteriormente en los gobiernos, varios de los cuales comenzaron por permitir el registro de las parejas de hecho, hetero y homo, para luego autorizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo, como ha ocurrido en Holanda, Canadá, España, Reino Unido, Bélgica, Sudáfrica, lo mismo que varios Estados de Brasil, México y Argentina, mientras que Ecuador y Chile, reconocen "las distintas orientaciones sexuales". Y en Colombia se viene debatiendo una Ley que reconoce matrimonios del mismo sexo. Todo indica que será aprobada, no obstante fuerte oposición de los sectores más conservadores del país, incluida la jerarquía católica.
En E.U. Massachussets fue el primero en reconocer el matrimonio homosexual. Otros estados lo autorizan como uniones civiles, mientras que el Tribunal Supremo de New Jersey establece que "el nombre a dar a este estatuto, ya sea matrimonio u otro término, debe ser establecido por el proceso democrático" enviando el expediente al poder legislativo del Estado. Este debate ha producido ya un cisma en la Iglesia Anglicana de Norteamérica al desligarse de ella 2 congregaciones por no estar de acuerdo con bodas gay, ni con ordenación de sacerdotes homosexuales, ni tampoco con permitirles a las mujeres acceder al obispado. Coherentes con esas reformas, hay parroquias que celebran bodas de parejas del mismo sexo y un homosexual confeso fue nombrado Obispo de New Hampshire. Se trata del Reverendo Gene Robinson, divorciado de la madre de sus 2 hijas y quien no oculta su convivencia de 13 años con su novio Mark Andrew. Y no solo eso: en junio fue electa Obispo de Nevada Catherine Jefferts, casada y con una hija.
Las iglesias han constituído quizás el frente más beligerante en toda esta polémica. En Israel, donde los sectores religiosos son muy poderosos, al punto de que lograron torpedear en noviembre la celebración del orgullo gay, fue el Tribunal Supremo, por 6 votos contra 1, el que en ese mes dio luz verde a la legalización de parejas homosexuales, al ordenar al Ministerio del Interior registrar como casadas 5 parejas que contrajeron matrimonio en Canadá.
El Perú, país muy católico, donde este tipo de uniones está prohibido, es un caso muy especial, pues allí el odio homofóbico produce un crimen cada 5 días, perpetrado generalmente por miembros de las fuerzas de seguridad (según EFE); y produce también declaraciones como las de Elena Tasso, madre del líder nacionalista y ex candidato Ollanta Humala, cuando dijo que si estuviera en sus manos fusilaría a los homosexuales. O como las del obispo Luis Barberán, quien advirtió al presidente Alan García que se cuide de "pasar a la historia legalizando la unión entre homosexuales". Siendo así, imaginen el gran escándalo ante la celebración, en diciembre, de la primera unión legal de una pareja del mismo sexo (un peruano y un inglés) en la Embajada británica, al amparo de su ley.
En Italia el ex premier Berlusconi se opuso a legislar al respecto. Pero al llegar al gobierno su opositor, el socialdemócrata Prodi, provocó la cólera del Vaticano al anunciar que durante este año entrará en vigor una ley reconociendo parejas de hecho.
L’Observatore Romano lo acusó de "querer erradicar la familia".
Sobra decir que han sido gobiernos socialdemócratas los que han promovido esta revolución en las costumbres tradicionales, en virtud de la cual, junto con la legalización de la convivencia homosexual, se equiparan derechos y beneficios de que disfrutan los matrimonios heterosexuales, incluyendo las pensiones de viudez y en algunos países la adopción de menores. En España la ley la adoptó el Congreso en abril del 2005 por 183 votos a favor y 136 en contra, a base de reformar el artículo 44 del Código Civil, agregándole la siguiente frase: "El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo". El presidente Rodríguez Zapatero defendió el proyecto en la última votación. "No estamos legislando para gentes remotas, estamos ampliando las oportunidades de felicidad para nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos y familiares. Y a la vez estamos construyendo un país más decente. Porque una sociedad decente es aquella que no humilla a sus miembros".
La adopción de esta ley provocó una fuerte reacción por parte de la derecha radical y de la Iglesia. El Partido Popular la demandó infructuosamente por anticonstitucional. Y prometió derogarla cuando regrese al poder.
Fue aquí en España donde se libró la más ardiente batalla opositora, esgrimiendo como bandera la defensa de la familia. Se organizaron manifestaciones multitudinarias, presididas por los jerarcas de la Conferencia Episcopal, desfilando de brazo con los líderes de la derecha. Una campaña que tuvo episodios patéticos como cuando el PP en medio del debate citó a una sesión del Congreso a un conocido psiquiatra para respaldar sus reparos con argumentos científicos. Este sorprendió al afirmar no sólo que la homosexualidad es una enfermedad curable, sino que autorizar el matrimonio entre 2 personas del mismo sexo era casi tan absurdo como autorizarlo entre un animal y un humano. La iglesia no tuvo reparos en exigir a los funcionarios católicos que se abstuvieran de casar parejas de un mismo sexo invocando objeción de conciencia por motivos religiosos, a lo cual el gobierno respondió que eso significaría nada menos que incumplir la ley. De ahí que el alcalde de Madrid, Ruiz Gallardón, peso pesado y 'presidenciable' del PP, fue de los primeros en celebrar una boda gay, precisamente entre dos copartidarios suyos, lo cual le mereció un chaparrón de críticias por parte de los obispos y sus jefes políticos, a las que respondió diciendo que se había limitado a la ley.
Desde entonces en España se vienen celebrando bodas gays dentro de un ambiente de normalidad y, en muchos casos, dentro de los ritos de las celebraciones heterosexuales. Es decir, con padrinos, invitados y fiesta. Entre los más destacados de estos matrimonios, registrados por la prensa, se cuentan el de un magistrado de la Audiencia Nacional, el de 2 connotados políticos conservadores de Galicia, el de 2 altos oficiales del Ejercito del Aire (con su uniforme de gala, en presencia de sus jefes y compañeros), el de una conocida pareja de empresarios (uno de ellos campeón olímpico de hípica y que tuvo como testigos a las madres de los contrayentes y un ex presidente del gobierno) y el de destacadas figuras de la TV. Después de un año el matrimonio entre parejas del mismo sexo forma parte de la normalidad cotidiana de este país.