- ¿Deben los políticos salir del armario?
- Aquellos que militan en las filas de partidos que se posicionan por nuestros derechos no deberían tener miedo
- La Voz de Asturias, 2007-05-20 # Tino Brugos · Coordinador de Xega
La irrupción del movimiento de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales (LGTB en adelante) en la sociedad ha contribuido a transformar numerosos escenarios. No hace muchos años, escuchar alguna cuestión referida a la homosexualidad entre los políticos resultaba una tarea agotadora ya que, por más que se buscara, el concepto apenas aparecía en el discurso político. Este cambio ha dado como resultado la aparición de un nuevo sujeto social, el colectivo lgtb, que hasta hace poco era inexistente. Todo ello se ha realizado venciendo numerosas resistencias procedentes de diversos sectores sociales (conservadores, fundamentalismo religioso, etc).
Para llegar hasta aquí el movimiento gai ha puesto en circulación una serie de tácticas que le han permitido modificar en unos pocos decenios unas actitudes de rechazo y homofobia ancladas en los prejuicios asentados a lo largo de buena parte de la historia de la propia humanidad. Una de esas tácticas ha sido la conocida popularmente como salida del armario .
Procedente del inglés coming out o out of the closet , el término hace referencia al espacio íntimo, al lugar social o psicológico en el que estábamos escondidos los gais, las lesbianas o los transexuales antes de que se pusiera en marcha el proceso de politización para entrar en el espacio público. Este armario o escondite puede tener diversos grados de "confortabilidad" en función de los niveles de autorrechazo de cada persona pero, en todo caso, un elemento común a todas ellas es su negación. Nada se puede hacer fuera del armario porque eso significa exponerse a la mirada inquisidora de la sociedad.
La utilización del coming out o la salida del armario ha producido en los últimos años sonoros titulares de prensa. Hoy ya nadie se extraña de que populares tonadilleras, presentadoras de radio y televisión, cantantes, actores, militares, guardias civiles... declaren públicamente que su orientación sexual encaja en la minoría del colectivo lgtb. Sin embargo, quedan todavía algunos sectores en los que hacer declaración expresa de ser gai o lesbiana es aún un complicado ejercicio.
El mundo del deporte, la enseñanza o la política son algunos de los ejemplos. Hay un elemento común en todos estos casos. Es el hecho de que estas personas están sometidas al escrutinio público en aquellos espacios o lugares en los que desarrollan su actividad profesional. Tener que afrontar de forma individual la reacción que pueda suscitar esa revelación ante una determinada colectividad les hace más vulnerables. De ahí que, a día de hoy, sea todavía muy reducido el número de personas integradas en estas profesiones que se ha decidido a salir del armario.
Los armarios
El caso de los políticos ocultos es quizás uno de los que suscita menos comprensión o solidaridad entre quienes formamos parte del movimiento lgtb porque, al fin y al cabo, se trata de personas que gozan de una posición social privilegiada para poder efectuar esa salida sin que, en términos generales, tengan que temer reacciones que puedan dañar esa situación.
Antes de continuar conviene hacer una precisión. Salir del armario debe ser siempre una decisión individual libremente elegida. Viene esto a cuento porque existe otro concepto, el outing que se practica en algunos países como Inglaterra y con el que, no se identifica el movimiento lgtb español. Consiste el outing en denunciar o sacar del armario a los políticos que, con su actuación, dañan los intereses de la gente lgtb como fue el caso de algunos diputados conservadores británicos o dignatarios eclesiásticos. En unas ocasiones votaban leyes represivas y en otras condenaban desde el púlpito lo que luego practicaban en sus domicilios. No ha sido esa, ni será, la táctica de grupos como Xente Gai Astur (Xega) al margen de que puedan existir determinados elementos que nos lleven a comprender tal decisión. En todo caso es conveniente precisar que esa misma sensibilidad debieran tener los políticos llegado el momento de la confrontación para evitar hechos lamentables como el ocurrido esta misma semana en La Rioja, donde el PP se niega a contestar a preguntas relacionadas con las aspiraciones del movimiento lgtb pero, al mismo tiempo, se dedica a sacar del armario, con nombres y apellidos, a los representantes o otras fuerzas políticas locales.
Es importante
Llegado a este punto se hace necesario exponer por qué es importante que los representantes políticos, gais o lesbianas, salgan del armario. Son varias las respuestas, aunque intentaré desarrollar solo un par de planteamientos básicos. Uno de los motivos principales es el de la honestidad. Cualquier representante electo debe ser fiel, entre otras cosas, a quienes han depositado en él su confianza. Nadie cuestiona la importancia que tiene el hecho de que los cargos electos hagan público su patrimonio económico. Es, se dice, una forma de mostrarse limpiamente ante la sociedad. Por qué no se aplica esta misma lógica al tema de la orientación sexual? Aquellos políticos que militan en las filas de partidos que se posicionan por nuestros derechos no deberían tener ningún miedo a la reacción posterior. Ni su organización, ni la base electoral que los sustenta se va a modificar por esta revelación. El electorado conoce de sobra qué organizaciones políticas se identifican con nuestras reivindicaciones.
Una cuestión diferente es la del político gai, o la lesbiana, que juega un papel público en organizaciones que se definen como contrarias a nuestras aspiraciones. Compatibilizar esa militancia con sus deseos más íntimos tiene que ser un ejercicio desgarrador. Resolver esta contradicción es una difícil tarea. Con el agravante de que, en estos casos, sí que están cometiendo algún tipo de fraude: a su partido, a su electorado o su círculo familiar más íntimo. Es complicado ser gai o lesbiana en un partido como el PP, pero más aún es decir que se asume pero no se muestra. En esos casos la honestidad falta por algún lado. Ser leales a quién? Al electorado y para ello mejor que no conozca? A su organización y para ello mejor no decir? Estos políticos, instalados en el temor a ser descubiertos, son un blanco idóneo para cualquier tipo de extorsión.
Agresiones
Todo el mundo sabe que las agresiones homófonas siguen produciéndose. Sin ir más lejos en el último año hemos tenido dos graves en Asturias (dos chicas en Bimenes y un gai en Oviedo). Cualquier cargo público ocupa un lugar social a mucha distancia del que padece un gai en su puesto de trabajo, el adolescente homosexual en su centro de enseñanza o la persona transexual que se siente socialmente excluida al buscar un puesto de trabajo. Acabar con las agresiones requiere un gran esfuerzo y una voluntad política para que se haga realidad esa aspiración. En ese sentido que los políticos salgan del armario es una buena labor pedagógica de cara a los sectores más atrasados de la sociedad. Es un ejercicio de solidaridad para quienes sufren las consecuencias de ser gai o lesbiana y es, también, un signo de generosidad hacia el futuro porque algo hay que hacer para dejar las cosas un poco mejor a los que vendrán. No dicen todos los políticos que luchan por un mundo mejor? Pues los políticos lgtb tienen aquí un reto. Nadie, si no son ellos mismos, lo hará. Los del futuro y los del presente lo sabremos agradecer.