- El Hospital Donostia realiza en un sólo año 250 intervenciones faciales a afectados por VIH
- Osakidetza ofrece cobertura para los casos de lipoatrofia en el rostro
- El complejo sanitario ha acabado con la bolsa de pacientes guipuzcoanos y alaveses que estaban en lista de espera
- Noticias de Gipuzkoa, 2007-06-08 # Jorge Napal · Donostia
Primero fue el antebrazo. La masa muscular iba desapareciendo como por arte de magia, y poco a poco la falta de grasa se hizo patente en el rostro. Mikel Martín Conde, conocido activista gay de Errenteria, convive desde hace 17 años con el VIH. Comenzó a tomar tratamientos antirretrovirales hace una década. Tres años después padeció uno de sus efectos adversos más visibles: lipoatrofia facial, un estigma claro de un portador de sida.
"No estamos hablando de los pies. Es la cara, el escaparate en el que te ve la gente, el primer expositor de que algo te está ocurriendo", describe Martín, de 53 años, involucrado hoy en un sinfín de campañas de información y prevención contra el VIH.
Con el tiempo, su atrofia facial siguió su curso, y llegó a tomar un aspecto que, aunque lo pareciera, nada tenía que ver con ningún episodio de malnutrición. "Me quedé tan chupado que algunos me decían que parecía un atleta de elite", confiesa sonriente, intentando recordar sin lograrlo el nombre de un ciclista profesional con el que le asociaban frecuentemente.
No es fácil asumir un cambio corporal semejante, pero su trayectoria vital es una elocuente demostración de que se puede afrontar la vida de manera positiva en las situaciones más adversas. "La verdad es que nunca he tenido demasiados problemas por el qué dirán. Siempre que la gente me preguntaba por qué estaba tan delgado decía que no era más que el resultado de los medicamentos para combatir el VIH", explica desenfadado, como quintando hierro al asunto.
Pero los surcos que llegaron a marcarse tanto en su rostro, con una prominencia de pómulos que le daban un aspecto casi cadavérico, se han desdibujado con el paso del tiempo. Martín dice estar "encantado". Esas huellas agudas y evidentes van desapareciendo gracias a las cuatro intervenciones quirúrgicas a las que se ha sometido en el Hospital Donostia, la última de ellas, sin ir más lejos, la semana pasada.
Hace ahora un año que Osakidetza publicó el protocolo de actuación para tratar a pacientes sometidos a tratamientos antirretrovirales que padecen el efecto adverso de la atrofia facial. El Hospital ha realizado durante este tiempo nada menos que 250 intervenciones exitosas, operaciones quirúrgicas que no han provocado ni hematomas ni infecciones en los pacientes tratados.
El resultado de estas operaciones ha sido tal, que el hospital comenzó a realizar una encuesta entre los pacientes para valorar el grado de satisfacción y ha dejado de hacerla puesto que "no hemos detectado ni un solo caso negativo", según reveló ayer el jefe del servicio de cirugía plástica del Hospital Donostia, el doctor Alfredo Martínez-Florez, en el transcurso del X Congreso Nacional sobre Sida.
Después de un año, y tras esas 250 intervenciones, el servicio ha acabado con la bolsa de pacientes guipuzcoanos y alaveses que estaban en lista de espera.
La puesta en marcha de este tipo de intervenciones no ha sido fácil. Después de muchas reuniones y problemas de todo tipo, incluida la objeción de algunos médicos que se negaron a realizar este tipo de intervenciones y propusieron delegar la tarea en dermatólogos, se llegó finalmente a un acuerdo para la distribución territorial de la cobertura sanitaria. Los hospitales de Cruces y Basurto se harían cargo de los pacientes vizcaínos, y el Hospital Donostia de los afectados guipuzcoanos y alaveses.
Pese a la buena marcha del protocolo, Florez alertó de que "seguimos ante un problema social" que requiere de respuestas. "Los tratamientos son fabulosos pero esta atrofia les impide llevar hoy una vida normal", indico, por lo que abogó por ampliar la cobertura que actualmente ofrece Osakidetza, que cubre exclusivamente las intervenciones de zona de la mejilla. "Se tiene que ir ampliando a otras regiones corporales", expuso, como puede ser la atrofia mamaria o la zona de las pantorrillas, que por efecto de la medicación pierde con frecuencia sus redondeces.
El Servicio de Enfermedades Infecciosas del complejo sanitario es el encargado de solicitar el documento preciso en el que se informa al paciente de cuál será el producto a utilizar para proceder a la reconstrucción facial. El cirujano donostiarra reconoció que los implantes de grasa, un sistema empleado en diversos hospitales estatales, "son rellenos temporales que no me gustan". El doctor detalló que, en un principio comenzó a aplicar inyecciones de un producto llamado biolcamid, pero que se ha dejado de utilizar porque tiene poca agua y su aplicación es engorrosa.
El complejo sanitario apuesta por los llamados implantes definitivos. Los pacientes como Mikel Martín reciben actualmente inyecciones de acuamid, un gel con 95% de agua, cuya inyección es fácil de aplicar y no resulta "nada molesto". Este producto, además, puede ser eliminado si es preciso durante los seis primeros meses de aplicación.
Frente a la disyuntiva que se plantea entre utilizar grasa corporal o polímeros en estas operaciones, el doctor defendió que el material ideal para combatir este tipo de afecciones sería la masa propia, pero presenta el problema de que "no es permanente". "Es muy importante que el producto aplicado se pueda extraer", por lo que defendió el sistema aplicado actualmente, que "está encapsulado".