2007/04/30

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  • Caza de brujas en Polonia
  • El «yo acuso» del polaco Geremek
  • La Voz de Galicia, 2007-04-30 # Enrique Clemente · Madrid

Ha dicho basta y se ha negado a firmar la declaración obligatoria de que no colaboró con la policía política durante el régimen comunista polaco, que acabó en 1989. Un desafío en toda regla al Gobierno de los gemelos Kaczynski con el que se arriesga a perder su escaño como eurodiputado. Su particular «yo acuso» a lo Zola ha provocado una gran reacción internacional, encabezada por Francia, a favor del que fue símbolo de la lucha contra el totalitarismo comunista y ahora lo es de la resistencia a la deriva extremista de un poder elegido democráticamente.


A sus 75 años, Bronislaw Geremek es una de las personalidades más respetadas de Polonia. Su currículum es abrumador: eminente medievalista, comunista hasta el 68, luchador después por las libertades, primero en el Comité de Protección de los Obreros (KOR) y luego como asesor de Walesa en Solidaridad, detenido e internado tras la ley marcial de Jaruzelski en 1981, diputado y ministro de Exteriores (1997-2000) durante la democracia y actualmente eurodiputado liberal. Junto con Adam Michnik y Jacek Kuron formó el trío que puso en jaque a la dictadura.


Universitarios, periodistas, directores de escuela, cargos locales, abogados, magistrados, diputados, ministros y altos funcionarios de más de 35 años están obligados por la llamada ley de lustración instaurada por los Kaczynski a declarar por escrito si colaboraron o no con la policía política comunista. Los que se nieguen o mientan serán despedidos y se les prohibirá ejercer su trabajo durante 10 años. Las declaraciones serán verificadas por el Instituto de la Memoria Nacional.


Una detestable caza de brujas que afecta a 700.000 polacos, que escandaliza a Europa y que Walesa ha calificado de «Inquisición». Una medida más de un Gobierno que persigue a los homosexuales, hace proclamas antisemitas y retira las pensiones a los nonagenarios de las Brigadas Internacionales.


Geremek ha justificado su rechazo a cumplimentar lo que califica como «exigencia humillante y sin fundamento» porque obedece a una ley «inaceptable en la Europa democrática».


Geremek ya firmó en el 2004 una declaración diciendo que nunca había colaborado con los servicios secretas en virtud de una versión reducida de la ley de depuración. «Ya tuve entonces el sentimiento de vivir en el país de Ubú Rey, exigirme que firme otra declaración bajo pena de perder mi escaño es contrario a los principios del Estado de derecho y desprecia a los electores que me han dado su confianza», afirma.


El intelectual ha decidido volver a convertirse en la conciencia nacional de Polonia ante la deriva reaccionaria del Gobierno derechista de su país. Como decía el editorial de Le Monde, de esta forma enseña a las nuevas generaciones que «lo que es legal no es siempre legítimo».


La pelota queda ahora en el tejado del Tribunal Constitucional, que deberá pronunciarse sobre la ley a mediados de mayo en una Polonia dividida. Europa se la juega, ya que no puede permitir que uno de sus países miembros expulse a un eurodiputado elegido democráticamente.

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