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• ¿Santa Cruz, capital gay?
• La Opinión, 2007-10-28 # Francisco Pomares

Tino Guzmán Plasencia, concejal socialista en el Ayuntamiento de Santa Cruz, es recordado por haber sido quien se enfrentó a la posición oficial del PSOE tinerfeño sobre la Playa de Las Teresitas. Aún así, y a pesar de las críticas recibidas en su partido y en los medios de comunicación, Tino logró imponer su presencia en la candidatura de Gloria Rivero al Ayuntamiento de Santa Cruz: ejerce el hombre un férreo control sobre lo que queda de la histórica Agrupación Socialista de Santa Cruz, y además alardea sin pudor alguno de íntima amistad con Pepe Blanco, secretario de organización de la ejecutiva federal del PSOE, amistad que de algo le sirvió, según cuenta él mismo, a la hora de ganarle el pulso a Gloria Rivero y hacerse con un acta edilicia.

Tino ha presentado una moción al Pleno municipal, en la que -después de varias consideraciones básicamente correctas sobre la importancia de los movimientos gay, lésbico y transexual en la normalización de la aceptación plena de la homosexualidad por parte de las instituciones- solicita que la ciudad de Santa Cruz adopte medidas para que en los lugares públicos y en las dependencias municipales se expongan carteles sobre la libertad de expresión y los derechos de los colectivos homosexuales, además de erigir un monumento en memoria de las personas que han dado la vida por la lucha de este movimiento. También propone Tino que durante el mes de junio en todos los edificios municipales ondee la bandera del movimiento gay, y que la ciudad se potencie como sede de foros y encuentros nacionales e internacionales sobre la identidad sexual, convirtiéndose en punto de encuentro para la creatividad de pintores, escultores, artistas y fotógrafos de orientación homosexual.

Se trata sin duda de una iniciativa interesante desde el punto de vista de la atracción de un turismo de alto poder adquisitivo, que le vendría muy bien a una ciudad deficitaria en oferta turística, pero lo cierto es que se trata de una propuesta que muy difícilmente prosperará, al menos en su conjunto. Ocurre que Santa Cruz es un ayuntamiento en el que el concejal responsable de los matrimonios civiles se niega aún a casar a homosexuales, y en el que el primer teniente de alcalde considera -y lo dice públicamente- que las uniones homosexuales no tienen nada que ver con el matrimonio. Pero por pedir que no quede...

No se trata de censurar las buenas intenciones de Tino, ni su obvio deseo de demostrar que no pretende ocultar a nadie su propia orientación. Quizá lo que en los oídos no homófonos hace rechinar su inesperada propuesta de convertir Santa Cruz en la capital del mundo gay no es que resulte algo exagerada, sino la sensación de que Tino la usa como una forma política de salir del armario y de hacerlo con un poco de ruido.