2007/08/16

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  • Consideraciones en torno a una asignatura
  • Noticias de Gipuzkoa, 2007-08-16 # Manuel Guisasola · Jesuita

Son consideraciones que están revoloteándome desde hace bastante tiempo, comenzando con la oposición de algunos Srs. Obispos a la implantación de la asignatura, obligatoria, de EpC.


Pero querría tratarlas muy escuetamente y a modo de reflexiones de un cristiano que constata el estado actual de las cosas, sobre todo las referentes a la formación de los niños-jóvenes.


Me ha dado el último empujón para expresarlas una carta al director, del día 15 de agosto de este año, firmada por Xus D. Madrid (no se si es su apellido o es que es desde Madrid desde donde escribe). Y me ha provocado, a ¿responder?, la primera afirmación de su carta, por su rotundidad y porque, pienso, que supone no haber hecho, ni querer hacer, una especie de examen de su propia interioridad. La frase que me llama poderosísimamente la atención es: "Con la asignatura EpC se quiere llevar a la juventud a la práctica del atísmo".


Y lo primero que me viene en mente es el pensar cómo se puede ser tan aventurado para pronosticar eso, cuando ni siquiera ha sido puesta en práctica dicha ley. Y lo digo así, tan rotundamente, y querría que serísimamente, cuando vemos el resultado de los "tantísimos" años anteriores.


Porque en el franquismo tuvimos la asignatura de Formación del espíritu Nacional, que no consiguió lo que quería, quizás, más bien al contrario ¡Vaya vd. a saber por qué! ¿O es que no lo sabemos?


Pero lo que me parece denigrante es hacer, porque es eso, hacer, frases tan desafortunadas. Hemos estado desde el franquismo teniendo clase de Religión Cristiana, que lo que "pretendía" era hacernos cristianos conscientes de nuestra fe. ¿O no era eso? ¿O era un modo de someter a determinados aspectos de la persona a prohibiciones, casi siempre de tipo sexual, y siempre de tipo de asunción del hecho de que somos súbditos que no disponemos de ninguna libertad para actuar personalmente, ni en lo religioso, ni en lo político, ni en lo social, ni en nada?


Me avergüenzo de ver cual es el resultado, no de lo impuesto, que de eso me alegro. ¿Qué es lo que han podido transmitir a sus hijos los que recibieron semejante enseñanza, sino desilusión? ¿O es que no caemos en la cuenta de que los hijos de los que han sido educados en el franquismo, y en sus consecuentes imposiciones también religiosas, con más que anuencia de la Iglesia oficial, son los que han dejado de creer? ¿Y no es verdad que esos mismos que ahora tienen menos de cuarenta años han pasado por las mismas aulas?¿No será porque no les ha interesado, o no han sabido transmitir esos valores, aparentemente adquiridos? O, lo que me parece más triste, ¿no es que no hemos sabido darles nada de lo bueno que tiene la fe? ¿O es que no sabemos ya que la fe no se impone? La Iglesia oficial misma ¿no debe sentirse avergonzada del resultado de sus imposiciones de la mano del poder dictatorial?


Cada día, en la Santa Misa veo, y lo pueden ver todos, el hecho de que, entre los pocos que acuden, no se encuentra más que un número tan ínfimo de personas de menos de cuarenta años que hace pensar en los efectos de aquellas obligaciones superpaternalistas, e impositivas, que nos acogotaron. ¡Y no digamos nada de nuestros Seminarios, y de los Noviciados de religios@s, y el número de vocaciones!¿En tan pocos años esta debaclé? ¿Por qué? ¡Qué poco evangelio hemos leído, y menos vivido! ¡Cómo hemos dejado de lado la enseñanza de Jesús de Nazaret y nos hemos querido imponer por leyes civiles impuestas por los dictadores de turno! ¡Qué de otra manera actuaba Jesús!


Y ahora a despotricar de una ley "civil" que quiere encaminar el modo de ser de convivencia, basándose en leyes civiles, no eclesiásticas, y menos dictatoriales.


¿No deberíamos hacer una especie de examen de conciencia, ahora que parece no se hace? ¿No deberíamos, la Iglesia y los religiosos y creyentes, pensar en qué es lo que hemos hecho para que la gente "escape" de nosotros cuando, por obligación para ellos, han estado en nuestras manos?


Y alguno podrá pensar ¿vamos a caer ahora en otro tipo de dictadura al salir de la anterior? No, vamos a intentar entrar en un poder vivir, en un civismo en el que el valor de la persona sea el determinante, independientemente de sus convicciones politico-religiosas. Creo que es la postura de la FERE. Saber comprendernos y convivir. Saber estar. Ser personas, siempre y que se entienda el ser persona como el ir haciéndose mayor responsablemente conviviendo, no imponiendo, con los demás.


El fracaso de la dictadura y del poder eclesial es evidente, por los resultados. La fe de quien se cree creyente no ha sido transmitida por culpa nuestra. En la fe los poderes civiles tienen poco que decir, y cuando dicen, y la Iglesia oficial es consciente, resulta el fracaso que vemos.

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