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• Una ley demagógica
• ABC, 2007-04-12 # Antonio de la Riva Bosch · Abogado

¡Qué fácil es engañar al pueblo con promesas y propuestas demagógicas! En tiempos, el engaño se practicaba en los discursos de los políticos metiendo morcillas demagógicas como aquella famosa de «yo prometo mucho más de lo que otros dan» pero, hoy día, el atrevimiento de los políticos ha llegado a elaborar leyes de puro contenido demagógico y, como ejemplo, se puede citar la llamada Ley Orgánica de Igualdad entre Mujeres y Hombres.

Resulta curioso el esfuerzo de PSOE por acaparar bolsas de votos como los homosexuales, los inmigrantes o el colectivo femenino, siempre a base de repartir caramelos. A los homosexuales se les concede el poder contraer matrimonio en los mismos términos que el hombre y la mujer y con idénticos derechos; hasta se llega a sufragarles, a costa de la Seguridad Social, la ridícula operación de cambio de sexo. A los inmigrantes se les promete una legalización rápida y fácil y a las mujeres se les reconoce igualdad de oportunidades para el acceso a cargos públicos e incluso en la empresa privada, a más de establecer el principio de representación paritaria en los nombramientos de los poderes públicos y en los órganos directivos cuya designación corresponda al Consejo de Ministros. Incluso se llega hasta el extremo de que los medios de comunicación tienen que velar por una transmisión igualitaria, plural y no estereotipada de las mujeres.

Por pura conveniencia de los políticos, las relaciones actuales entre hombre y mujer se están planteando en términos equivocados. El hombre y la mujer están condenados a entenderse para cumplir con la función que tienen encomendada desde los tiempos de Adán y Eva y para favorecer el encuentro y la armonía de esta relación; cuentan con uno de los impulsos más nobles del alma humana: el amor. Es absurdo promover el antagonismo entre los dos sexos y producir la impresión de que el hombre abusa de la mujer. El feminismo denigra de ciertas actitudes que son absolutamente voluntarias y aceptadas por la mujer, por ejemplo el de la llamada «mujer-objeto». ¡Menudo partido le sacan muchas mujeres a su aparente papel de «mujer-objeto»! Y, a este respecto quiero contar el caso aleccionador de una señora amiga mía, mujer madura e ingeniosa que, hace tiempo me hizo el siguiente comentario: «Las jovencitas de ahora proclaman continuamente que no quieren ser «mujer-objeto». No saben lo que se pierden. A mí me encantaría ser «mujer-objeto», pero de un hombre estupendo, no del pelmazo de mi marido».

La Ley Orgánica de igualdad entre mujeres y hombre es absurda por las siguientes razones:
a) Porque el hombre y la mujer no son iguales ni física ni psicológicamente, lo cual no quiere decir, que la mujer sea inferior al hombre o lo contrario.
b) Porque el hombre y la mujer sirven para distintas funciones, incluso en el ámbito de la administración pública y de la empresa privada.
c) Porque se contradice con ley superior que debe respetarse en la provisión de los cargos como es la eficacia.

Las diferencias psicológicas entre el hombre y la mujer son evidentes; basta examinar el distinto funcionamiento de sus lógicas.

La lógica del hombre no tiene nada que ver con la lógica de la mujer. El hombre tiene un exceso de lógica racional y la mujer un exceso de lógica sentimental. Cuando la mujer se hace demasiado racional y se aproxima a la psicología del hombre a éste le gusta menos y se atreve a calificarla de «fría y calculadora».

No se puede pensar que la mujer sea irracional, sino simplemente que tiene una razón distinta en sus fundamentos y hasta en el proceso de formación del juicio lógico. Podíamos decir que, lo mismo que hay hormonas masculinas y hormonas femeninas, existen silogismos masculinos y silogismos femeninos.

El razonamiento masculino se aproxima bastante al razonamiento matemático y el femenino se distancia mucho de él. Esto explica que así como la mujer moderna ha triunfado ya en muchos campos que parecían reservados al hombre (la medicina, la filosofía, la química, etc, etc.). La matemática pura parece un terreno inaccesible para la mujer, al menos hasta ahora. Y, si descendemos a la realidad cotidiana, nos encontramos con que las mujeres, generalmente, administran el dinero peor que los hombres; están más expuestas al consumismo y son más jugadoras (véase el bingo y la ruleta), porque manejan muy mal el sentido del cálculo de probabilidades y otros principios matemáticos. Para ellas, como en casi todo, les rige más el corazón que la cabeza, y se dejan llevar por el pálpito o la corazonada.

Julián Marías nos cuenta que tiene comprobado que la misma conferencia la entienden de manera distinta los hombres y las mujeres y que en los hombre predominan las ideas y en las mujeres las creencias. La primera observación confirma que la capacidad de análisis y el proceso de raciocinio es diferente en los hombre y en las mujeres; el hecho, que en las mujeres imperen las creencias, explica que sea más religiosa y el predominio de las ideas en el hombre también explica que sea más imaginativo y que acapare los inventos.

Las distintas condiciones físicas y psicológicas que concurren en los hombres y las mujeres hace a cada uno especialmente apto para determinadas funciones y, así, por ejemplo, las circunstancias de que la inmensa mayoría de los inventos se deban al ingenio del hombre determina el absurdo de que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas tenga que estar integrado por el mismo numero de hombres que de mujeres, y la peculiaridad de que la mujer tenga menos sentido matemático también revela la irracionalidad de que el consejo de administración de un Banco deba tener composición paritaria de miembros de ambos sexos.

Aunque parezca un contrasentido, la Ley Orgánica de Igualdad entre mujeres y hombres puede serle muy útil al personal masculino ya que el coeficiente intelectual de la novia se puede valorar por la contestación que dé a la siguiente pregunta. ¿Tú que opinas de la Ley Orgánica de Igualdad entre mujeres y hombres?