2007/07/02

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  • Libertad sexual
  • El País, 2007-06-02 # Fernando Santiago

El sábado cientos de miles de personas festejaban en todo el mundo la libertad sexual o expresaban su determinación para luchar por ella. No sólo gays, lesbianas y transexuales, sino todos los que tenemos el derecho a una sexualidad libre y sin ataduras. El gobierno de España se ha convertido en un símbolo de tolerancia, apertura y defensa de los derechos civiles, las antípodas de los famosos gemelos polacos. De todo el mundo ha venido gente a España para manifestarse en un ambiente festivo, como sólo gente desprejuiciada sabe hacer, como sólo gente que llevan años perseguidos y acosados son capaces de reconocer cuando obtienen la libertad por la que luchaban.


La sociedad española ha dado un ejemplo al mundo. España se ha convertido en un referente internacional para la libertad, de lo que debemos estar orgullosos. Cada vez que un colectivo marginado o perseguido consigue sus objetivos es motivo de alegría para todos los ciudadanos. Es cierto que la sociedad española conserva aún un importante poso machista y un sector de irredentos homófobos. La cabeza visible es la Iglesia católica, que salió a manifestarse contra las bodas entre homosexuales con el repicar de que la familia se destruía, como si lo aprobado no fuera un derecho sino una obligación. Ni que decir tiene que quien quiere formar una pareja heterosexual puede hacerlo, qué tontería, por mucho que digan lo contrario la iglesia católica, la Cope y el PP. Nada se lo impide.


Lo que ocurre es que la gente ocupa los espacios de libertad que se les concede y ya hay muchos tipos de familia, además de la tradicional y la homosexual, como la monoparental o la reconstituida. Esta nueva realidad debe tener reflejo en las políticas sociales, en las promociones de viviendas públicas y en el ordenamiento jurídico. La sociedad es mucho más moderna y avanzada de lo que piensan los sectores tridentinos del nacionalcatolicismo. Por eso resulta extraño que Rafael Gómez, siendo alcalde en funciones de Ayamonte, haya erigido un monumento a la familia tradicional: un árbol de 7,2 metros de altura en bronce en torno al cual un hombre, una mujer, un niño y una niña simbolizan lo que el alcalde señalado entiende por familia: las calamidades de las metáforas con un coste para las arcas públicas de 145.000 euros. El alcalde señalado ya levantó una imagen de la patrona del pueblo de 12 metros de altura por 452.000 euros.


Por un lado hay que señalar el pésimo gusto de estos creyentes que nos pretenden adoctrinar, como el líder neocatecumental Kiko Argüello que ha perpetrado un notable crimen con las pinturas de la Almudena. En segundo lugar, el despilfarro de dinero público. Y last but not least el deseo que tienen estos nuevos misioneros por imponernos a todos sus propios puntos de vista. ¿Qué diría alguien si un alcalde gay levantara un monumento al matrimonio homosexual? ¿Hasta dónde llegaría monseñor Cañizares y el sector recalcitrante de la derecha periodística y política? El mismo derecho tendría, por supuesto, pero es seguro que no le tratarían igual.


Lo que no soy capaz de entender es qué hace alguien así en el partido socialista. Si se quiere adoctrinar a las masas en el sentido religioso tradicional, pues lo normal es apuntarse al PP y hacer política en la línea que defiende este partido. Mientras miles de personas defiende la libertad de cada uno a elegir su opción sexual, unos pocos quieran imponernos su punto de vista a los demás a través de las ondas, de los periódicos, de la educación o de los monumentos, capaces por igual de vetar una asignatura porque no concuerda con sus particulares puntos de vista como de encargar unas horrendas estatuas por Dios y por la Patria. Desde hace mucho tiempo a los gaditanos nos insultaban en otras poblaciones llamándonos maricones en campos de fútbol o en otros foros. Lo que parecía una afrenta se ha convertido al final en un elogio.


Post Scriptum: No sé si se han fijado en el anuncio del nuevo perfume de Dolce & Gabbana ligth blue. Al tipo sólo le falta que friegue los platos y planche. Y como decía el difunto coronel Petenghi, yo soy de Cádiz y entiendo de hombres.

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