2007/05/01

> Iritzia: Mikel Martin · Julen Zabala · EHGAM > CONTRA LA HOMOFOBIA, LA LESBOFOBIA Y LA TRANSFOBIA EN EL AMBITO LABORAL

  • Contra la homofobia, la lesbofobia y la transfobia en el ámbito laboral
  • Noticias de Gipuzkoa, 2007-05-01 # Mikel Martín Conde · Julen Zabala Alonso · Militantes de EHGAM (Euskal Herriko Gay-Les Askapenerako Mugimendua)

Uno de los ámbitos en que más queda por hacer para erradicar actitudes heterosexistas y sexistas es el laboral. La homofobia, la lesbofobia y la transfobia, así como el machismo, son de lo más común en empresas, fábricas, oficinas…Por poner algún ejemplo, baste citar un par de casos que han sido noticia en los últimos días.


El convenio colectivo del sector de la conserva, que rige las relaciones laborales de unos 12.000 trabajadores, y firmado por la patronal FEICOPESCA y los sindicatos UGT y CCOO, resulta de lo más homofóbico y lesbofóbico y sexista. El artículo que regula las licencias especifica "para todos los casos en los que se viene haciendo referencia a cónyuge ha de interpretarse la persona de sexo distinto que conviva con el trabajador." El sindicato gallego CIG ha presentado un recurso ante la Audiencia Nacional (por tratarse de un convenido de ámbito estatal) porque, entre otras cosas, no reconoce las uniones de hecho en parejas del mismo sexo.


A principios del pasado mes de enero la mujer transexual Gina Serra fue despedida de su trabajo, un gerontológico de Barcelona, por transfobia. Gina, defendiendo su dignidad como persona y defendiendo su puesto de trabajo, llevó el despido al juzgado de lo social. Ganó. La empresa fue condenada a readmitirla. Así lo ha hecho.


Estos dos ejemplos son claros pero, desgraciadamente, no resultan ser los únicos. Podríamos localizar casos similares prácticamente a diario, pero la mayor parte no son ni siquiera denunciados y otros muchos quedan silenciados, sin aparecer en los medios de comunicación. La agresión al "diferente" en el ámbito laboral es una constante.


Las personas pasamos muchas, demasiadas, horas en nuestro puesto de trabajo. Por ello es imprescindible, necesario, contar con un entorno amable, respetuoso, cuando no favorable. Nadie debería verse obligado a ocultar su verdadera personalidad o a esconder su orientación sexual en el entorno laboral porque forma parte de sí mismo, de su manera de ser. En este sentido, el acoso, la agresión y el mobbing deberían ser denunciados y tenidos en cuenta hasta las últimas consecuencias.


A la representación sindical de cada centro de trabajo le corresponde tener estos factores siempre en cuenta y realizar un seguimiento efectivo para erradicar estas actitudes machistas y heterosexistas. Los convenios colectivos deben ser respetuosos con los derechos de transexuales, lesbianas y gays. Solicitamos a los y las sindicalistas que vigilen estas cuestiones y que jamás firmen un convenio que no reconozca los derechos individuales y colectivos que el movimiento GLBT está consiguiendo con su lucha.


Desde EHGAM también queremos hacer un llamamiento a lesbianas, gays, hombres y mujeres transexuales para que no se oculten, que no guarden silencio, que denuncien cualquier abuso y les animamos a defenderse, a luchar como Gina por su dignidad, también en el puesto de trabajo. Celebremos un año más el Primero de Mayo y luchemos todos los días por un entorno laboral sin machismo, sin sexismo, sin homofobia, sin lesbofobia, sin transfobia.

> Berria: Aktibismoa > GEHITU ORGANIZA VARIOS ACTOS PARA DENUNCIAR LA PERSECUCION PENAL Y SOCIAL QUE SUFREN LOS HOMOSEXUALES

  • Gehitu organiza varios actos para denunciar la persecución "penal y social" que sufren los homosexuales
  • La proyección de un documental abrirá el jueves un extenso programa de actos. Reivindica la igualdad de derechos ya que "aún queda mucho camino por recorrer"
  • Noticias de Gipuzkoa, 2007-05-01 # M. Cifuentes · Donostia

Desde el convencimiento de que "aún queda mucho camino por recorrer", la Asociación de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales del País Vasco (Gehitu) proyectará este jueves, con motivo del Día contra la Homofobia y la Transfobia el próximo 17 de mayo, el documental “Rainbow´s end” , una muestra, precisamente, de las desigualdades que impiden ceder en la lucha por los derechos de estas personas.


Este colectivo recuerda que todavía resta mucho por hacer en relación a "la erradicación de la persecución penal y social en la mayor parte del mundo" y, por ello, ha organizado una serie de actos reivindicativos en torno a la citada fecha. El primero, la mencionada proyección audiovisual, a partir de las 19.00 horas del jueves en la biblioteca Doctor Camino de Donostia (calle 31 de Agosto) y bajo la presentación de David Montero, de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays y Transexuales.


Contextualizada en la llegada de los matrimonios del mismo sexo y en el nivel de igualdad de derechos alcanzado por los homosexuales en algunos países europeos, esta cinta alemana, de los directores Jochen Hick y Christian Jentzch, explica "por qué se ha de seguir luchando".


Temas actuales

Desde una óptica actual, repasa temas tan vigentes como "el acoso a inmigrantes gays, la primera revista gay en Oriente Medio, la situación de musulmanes gays que luchan por sus derechos o el fallido intento de asilo para un ciudadano de Minsk (Bielorrusia) con su pareja británica".


Gehitu celebrará, dentro del mismo mes de mayo, otra serie de actos. Así, el próximo martes abordará la situación de la homosexualidad en el Magreb; el día 16 dará a conocer el premio Gehitu de hojalata; el 18 organizará una conferencia a cargo del Ararteko, Iñigo Lamarca; y el día 19 preparará una cena solidaria hacia toda esta causa.


La elección del 17 de mayo como Día contra la Homofobia y la Transfobia (odio, persecución y agresión de las personas homosexuales o transexuales) se debe a que fue en esa fecha cuando, en 1991, la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de su catálogo de enfermedades.

> Erreportajea: Hiesa > GUIA PARA EL MANEJO DE LA HEPATITIS C EN LAS PERSONAS CON VIH

  • Consenso de especialistas
  • Guía para el manejo de la hepatitis C en las personas con VIH
  • Alrededor del 40% de los seropositivos tiene una hepatitis C crónica
  • El informe responde las preguntas que suelen hacerse profesionales y pacientes
  • El Mundo, 2007-05-01 # Raquel Barba · Angeles López · Madrid

El Hospital Carlos III de Madrid ha coordinado un grupo internacional de expertos que ha elaborado una guía para el tratamiento de la hepatitis C crónica en los pacientes infectados también por el virus del sida. Se trata de intentar individualizar y optimizar la terapia basándose en los conocimientos científicos más relevantes publicados hasta el momento.


La hepatitis C es una de las principales causas de complicaciones y mortalidad en los pacientes seropositivos. Por ello cada vez hay menos dudas de que el paciente coinfectado debe recibir tratamiento para controlar ambas infecciones y evitar así que se desarrolle enfermedad hepática grave o cirrosis.


El problema es que tratamiento para la hepatitis C no está exento de efectos adversos. Muchos pacientes suelen presentar malestar, cansancio, cuadros gripales, depresión o trastorno del ánimo, anemia, etc. Por este motivo, hasta ahora muchos médicos se habían planteado en qué momento iniciar esta terapia, cómo combinarla con los antirretrovirales y qué hacer con las recaídas.


En España se estima que hay 130.000 personas infectadas por el virus del sida (VIH), de las cuales una tercera parte no lo saben. Alrededor de un 40% de los seropositivos tiene una hepatitis C crónica. Esto quiere decir que es posible que cerca de 50.000 personas en España estén coinfectadas por los virus de la hepatitis C y el VIH. La edad media de estos pacientes es sólo de 40 años, por lo tanto parece muy relevante establecer las líneas maestras del tratamiento en estos individuos.


La guía, publicada en la revista 'AIDS', pretende responder a cuestiones relevantes a la hora de planificar la terapia en las personas coinfectadas. "La anterior guía era de 2004 y desde entonces han salido muchas novedades que hay que tener en cuenta para mejorar el tratamiento de estos pacientes", señala Pablo Barreiro, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III.


Soluciones prácticas, basadas en la evidencia
Estos son los 11 temas que este informe destaca, ya que recogen todas las novedades de estos últimos años, que coinciden con las preguntas que se suelen hacer tanto los profesionales como los pacientes.


Tengo una coinfección, ¿necesito un tratamiento para la hepatitis C si tengo las transaminasas normales?
Tradicionalmente se ha considerado que las transaminasas (un tipo de enzimas) eran el reflejo del grado de afectación hepática. "Hemos visto que hay muchos coinfectados que tienen las transaminasas normales y el hígado muy dañado. Nuestro mensaje ahora es que se tengan en cuenta otros factores y que se realice una valoración del daño hepático a todo paciente", explica Pablo Barreiro.


Para esa valoración, esta guía considera que se pueden realizar pruebas no invasivas para valorar el grado de fibrosis. La infección por el virus de la hepatitis C genera en inflamación del hígado que se puede cronificar (si no se detecta y trata) y se forman cicatrices (fibrosis). Si ese estadio evoluciona, ese tejido fibroso endurece el hígado y se genera la cirrosis que da lugar a graves complicaciones.


¿Es imprescindible una biopsia hepática para saber si hay fibrosis?
Antes de decidir si hay que tratar es necesario saber si hay fibrosis en el hígado. Hasta hace poco la única forma para averiguarlo era realizar una biopsia. Sin embargo, en los últimos años se han desarrollado otras técnicas, como el FibroScan, una técnica de imagen no invasiva, parecida a la ecografía, que muestra cómo está el hígado. "Todo paciente coinfectado debería tener una valoración de su fibrosis", señala Barreiro.


¿Cómo sé si he respondido bien al tratamiento?
A las cuatro semanas de recibir la medicación tienen que haber desaparecido los virus de la sangre. Los pacientes que tiene mucha cantidad de virus circulando pueden tardar un poco más en eliminarlo, pero si no se reducen mucho las cifras se debe sospechar que la respuesta al tratamiento no está siendo adecuada y ante eso el médico podría optar por suspender el tratamiento.


¿Con qué medicamentos y a qué dosis los tengo que recibir?
Las personas con hepatitis C y la infección por el VIH tendrían que tratarse con interferón pegilado y ribavirina a las mismas dosis que los que no están coinfectados. La dosis de ribavirina se ajustará al peso del paciente y será independiente del virus C que tenga.


¿Cuánto tiempo tengo que recibir tratamiento?
La terapia estándar debe durar 48 semanas. Los pacientes con un virus de la hepatitis C del genotipo 2-3, que son los que mejor responden al tratamiento, pueden beneficiarse de ciclos más cortos, de 24 semanas, que pueden ser igual de eficaces y menos tóxicos. Las personas con genotipos 1-4 que no han respondido en la cuarta semana, pero sí en la 12, podrían beneficiarse de terapias más largas, de 60-72 semanas.


Soy un paciente coinfectado que he recibido tratamiento para la hepatitis C con buena respuesta inicial, pero a las ocho semanas de suspender la terapia me ha vuelto a aumentar la carga viral, ¿cómo debo tratarme?
Los pacientes que no responden al tratamiento o los que recurren son muy heterogéneos, por lo que es difícil dar una recomendación generalizada para todos los que estén en esta situación. Se debe individualizar cada caso. No obstante, la guía considera que hay que valorar si el paciente recibió un tratamiento optimizado, manejando con otros fármacos los efectos secundarios de la terapia para la hepatitis C y evitando algunos antirretrovirales. Si no fue así, aconseja volver a intentarlo con una terapia con todos estos condicionantes.


¿Cómo se trata la infección aguda en los coinfectados?

"Por lo general, cuando se detecta el virus de la hepatitis C, ya es una infección crónica [menos del 5% de los pacientes tiene síntomas agudos]. Sin embargo, en los últimos años se han detectado brotes de infección aguda en varones homosexuales", explica Barreiro. Ante esto se ha planteado cómo tratar el proceso agudo, y la guía aconseja que estas personas deben recibir tratamiento durante 24 semanas con interferón pegilado y ribavirina ajustada al peso.


Tengo una infección por VIH y además me han detectado una hepatitis B y C. ¿Qué tratamiento es el más adecuado?
Como algunas de las vías de transmisión del virus del sida y de la hepatitis B y C son comunes, no es infrecuente que las personas seropositivas puedan tener más de una hepatitis viral, lo que hace bastante complicado el tratamiento. La guía recuerda que deben tratarse todos los virus que sean posibles, en función de la tolerancia del paciente a los fármacos. Si es posible se eligirán medicamentos que actúen frente a más de uno de los virus presentes, para mejorar la eficacia disminuyendo la toxicidad.


Estoy tomando antirretrovirales y me han comentado que debo recibir tratamiento frente a la hepatitis C, ¿hay interacciones entre los fármacos?
Como es lógico, cuantos más medicamentos se reciben, más posibilidades hay de presentar toxicidades o efectos adversos. Por ejemplo, la ribavirina, que se usa para la hepatitis C puede producir anemia, y ésta es más frecuente cuando se están tomando antirretrovirales, como la zidovudina, que también producen disminución de glóbulos rojos. La asociación de ribavirina y didanosina aumenta mucho el riesgo de pancreatitis y acidosis láctica. Por lo tanto, sería aconsejable evitar estos antirretrovirales y elegir otros que no tengan esos efectos adversos.


¿Pueden dañar los antirretrovirales mi hígado al tener una hepatitis C?
El riesgo de daño hepático por los antirretrovirales existe, pero es aún mayor en los pacientes que tienen una hepatitis C. Este es uno de los motivos por los que hay que intentar tratar lo antes posible la hepatitis de las personas coinfectadas, incluso antes de que desarrollen el sida, para así poder dar luego los antirretrovirales con más seguridad.

> Iritzia: Louis-Georges Tin > 17 DE MAYO, DIA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA

  • 17 Mayo, Día Mundial de Lucha contra la Homofobia: Por el reconocimiento internacional de lesbianas, gays, bi y trans
  • EHGAM-DOK, 2007-05-01 # Louis-Georges Tin · Director del "Dictionnaire de l'homophobie" (PUF, 2003)
Según una opinión bastante corriente, la homosexualidad sería hoy en día más libre que nunca: presente y visible en la calle, las revistas, la televisión, el cine, completamente aceptada prácticamente como testimonian en varios países avances legislativos recientes sobre el reconocimiento de los derechos de las parejas del mismo sexo. Es cierto que algunos ajustes son todavía necesarios para erradicar las últimas discriminaciones, pero con la evolución de las mentalidades, no se trataría en suma, según algunos, que una cuestión de tiempo, el tiempo de dejar cuajar un movimiento de fondo que comenzó hace ya varias décadas.


Para un observador más atento la situación es globalmente diferente; sin duda el siglo XX ha sido uno de los más cercenados de violencias homofóbicas de la historia: deportaciones en los campos de concentración bajo el régimen nazi, goulag en la Unión Soviética, chantajes y persecuciones en los Estados Unidos en la época de McCarthy… Evidentemente, ahora todo eso nos parece lejano, pero con frecuencia las condiciones de existencia en el mundo de hoy siguen siendo terribles. La homosexualidad es discriminada por casi todas partes, en al menos ochenta estados esta perseguida por la ley (Argelia, Senegal, Camerún, Etiopía, Líbano, Jordania, Armenia, Kuwait, Puerto Rico, Nicaragua, Bosnia…); en varios países esta condena puede llegar a ser superior a diez años de prisión (Nigeria, Libia, Siria, India, Malasia, Jamaica…); a veces la ley contempla la cadena perpetua (Guyana, Uganda). Y en una decena de naciones la pena de muerte puede ser aplicada efectivamente (Arabia Saudita, Afganistán, Irán...). Recientemente varios presidentes de estados africanos han afirmado brutalmente su determinación a luchar personalmente contra una plaga, que ellos califican de antiafricana. Incluso en otros países donde la homosexualidad no está perseguida por el código penal, las persecuciones se multiplican. En Brasil por ejemplo, los escuadrones de la muerte y los skin heads siembran el terror: 1,960 asesinatos homofóbicos fueron censados oficialmente entre 1980 y 2000. En estas condiciones parece difícil pensar que la "tolerancia" está ganando terreno. Al contrario, en la mayoría de esos estados, la homofobia se manifiesta hoy con más violencia que ayer. La tendencia por tanto no es hacia la mejoría generalizada de la situación, como sería de desear.


Por todas estas razones proponemos esta Jornada Mundial de Lucha Contra la Homofobia. Ella tiene por objetivo la articulación de acción y reflexión para luchar contra todas las violencias físicas, morales o simbólicas ligadas a la orientación sexual o a la identidad de género. Esta jornada pretende suscitar, apoyar y coordinar todas las iniciativas que contribuyan a la igualdad de los ciudadanos en la materia, a nivel de derechos y de hechos, y esto en todos los países en los que sea posible realizar esta iniciativa. La organización de una jornada de lucha contra la homofobia en cada país permitirá inscribir nuestras luchas como una muestra de solidaridad entre todas las personas lesbianas, gays, bi y trans (LGBT) del mundo entero. Se trata también de insertar estas luchas en el contexto más global de defensa de los derechos humanos. Desde hace varias décadas en el mundo entero, numerosas acciones han tenido lugar con esta perspectiva, con cierto éxito por cierto. Nos situamos en esta línea de acción: queremos reforzar las experiencias realizadas, dar más visibilidad a las acciones futuras y apelar a instancias nacionales e internacionales para que inscriban esta jornada en su agenda oficial, siguiendo el ejemplo de la Jornada mundial de las mujeres o de la Jornada mundial de lucha contra el sida. El reconocimiento de una jornada como esta sería así un compromiso claro de la comunidad internacional, que se ha movilizado contra otras formas de discriminación y violencias sociales, pero todavía no sobre este tema. Esta es la ocasión.

> Berria: Hiesa > REINO UNIDO: UNO DE CADA TRES HOMOSEXUALES SEROPOSITIVOS TIENE RELACIONES SEXUALES SIN PROTECCION

  • Uno de cada tres homosexuales seropositivos tiene relaciones sexuales sin protección
  • Terra, 2007-05-01

Algo más de uno de cada tres homosexuales seropositivos que viven en el Reino Unido tiene relaciones sexuales no protegidas, según un estudio del University College de Londres.


El trabajo, para el que se entrevistó a 2.640 hombres en clubes gay, saunas y bares de Londres, Manchester y Brighton, señala también que uno de cada cinco homosexuales que no padecen el sida se comportan de igual modo.


El índice más alto de infección por el virus del sida de la población homosexual corresponde a Brighton, con casi un 14 por ciento, y el más bajo a Manchester, con un 8,6 por ciento.


El estudio indica asimismo que uno de cada tres individuos seropositivos dijo no conocer su condición de tal y ello a pesar de que dos tercios de esos hombres había acudido durante el último año a una clínica dermatológica.


El 18 por ciento de los homosexuales no afectados por el sida y el 37 por ciento de los seropositivos confesaron haber tenido relaciones no protegidas con más de una persona durante los doce meses anteriores.

> Iritzia: Carlos Balmaseda > GUSTAVO BUENO CONTRA EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL

  • Gustavo Bueno contra el Matrimonio Homosexual
  • Bueno ha afirmado que el matrimonio homosexual no está de acuerdo con la historia humana, ya que en todas las culturas ha existido el matrimonio civil o religioso (en todo caso, como institución estatal) entre heterosexuales, y nunca entre homosexuales.
  • Kaos en la Red, 2007-05-02 # Carlos Balmaseda

Como viene siendo tristemente habitual en tan insigne "filósofo", la postura de Gustavo Bueno acerca del matrimonio homosexual no es más que un puro desatino, aunque sin duda habrá agradado sobremanera a los talibanes nacional-católicos, quienes últimamente parecen ser el público al que Bueno dirige sus obras. Bueno ha dicho que instituir el "matrimonio homosexual" es motivo suficiente para derribar a un gobierno, y "mucho, muchísimo peor que lo de la guerra de Irak". Bueno ha afirmado que el matrimonio homosexual no está de acuerdo con la historia humana, ya que en todas las culturas ha existido el matrimonio civil o religioso (en todo caso, como institución estatal) entre heterosexuales, y nunca entre homosexuales.


Una vez más, como es su costumbre, Bueno desprecia por completo las tesis y hallazgos de las ciencias sociales (historia, antropología, arqueología, etc.), aunque no deje de citarlas. Pero ya sabemos que lo que Bueno entiende por "historia" y "antropología" no se corresponde con lo que entienden la mayoría de los historiadores y antropólogos del presente.


Analicemos, en primer lugar, qué significa que algo "no está de acuerdo con la historia". En primer lugar, ningún historiador serio ha manifestado jamás estar "de acuerdo" ni tampoco "en desacuerdo" con la historia, ya que la historia no es una persona o individuo con una opinión, sino sencillamente el registro de los actos y producciones de incontables individuos humanos que han perseguido diversos objetivos, interactuando entre ellos y con el entorno a través del tiempo. "Estar de acuerdo con la historia" es en realidad una afirmación sin sentido, al estilo de "estar de acuerdo con el tiempo", "estar de acuerdo con la realidad", o "estar de acuerdo con el modo de pensar de nuestros padres y abuelos y de todos nuestros ancestros". Lo que tal vez Gustavo Bueno quiera decir es que está de acuerdo con la proposición de que el matrimonio heterosexual (de cualquier tipo) es el único que debe ser reconocido por la ley, con exclusión de las uniones entre homosexuales (aunque Bueno reconoce la posibilidad de instaurar "uniones civiles" entre homosexuales, eso sí, sin adopción). En apoyo de dicho aserto, Bueno sostiene --igual que la Iglesia Católica y que los sectores más reaccionarios y fundamentalistas de la sociedad política mundial-- que así ha sido siempre. El matrimonio homosexual, sostiene Bueno, sería una ruptura radical con nuestro pasado civilizado.


Pero la afirmación de Bueno es sencillamente falsa. Bueno invoca la Historia como si fuera una fuente de autoridad, pero desconoce por completo las recientes (y no tan recientes) investigaciones historiográficas y antropológicas sobre el matrimonio y la homosexualidad. Si uno habla sobre los matrimonios homosexuales en la historia escrita, lo primero que debe hacer es leer y documentarse suficientemente al respecto. En este sentido, es imprescindible el libro Christianity, Social Tolerance, and Homosexuality [Cristianismo, Tolerancia Sexual y Homosexualidad] (University of Chicago Press, 1980), de John Boswell, quien documenta matrimonios homosexuales legalmente reconocidos en la Antigua Roma, que siguieron contrayéndose legalmente durante el período cristiano. En Same-sex Union in Pre-modern Europe [Las Uniones Homosexuales en la Europa Pre-moderna], Boswell habla de las uniones homosexuales bendecidas por la Iglesia durante la Edad Media, e incluso de una liturgia nupcial homosexual heredada de la Iglesia Antigua.


En las culturas orientales también han existido históricamente matrimonios homosexuales legales y reconocidos por el Estado. En Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa, Japan [Colores Masculinos: La Construcción de la Homosexualidad en Tokugawa, Japón] (University of California Press, 1995), Gary Leupp describe los "lazos de hermandad" entre varones samurais, que incluían contratos escritos, una ceremonia cuasi-nupcial, y a veces castigos severos para la infidelidad, durante los siglos XVII y XVIII. Los antropólogos han estudiado también en profundidad la cultura Azande del Sur del Sudán, donde durante siglos los guerreros se casaban, de manera totalmente legítima, con "muchachos-esposa". También están los estudios de Marjorie Topley sobre los matrimonios lésbicos --legalmente reconocidos-- en Guandong, China, a principios del siglo XX. The Case for Same-Sex Marriage [Historia del Matrimonio Homosexual] (1996), del profesor William Eskridge, demuestra que el matrimonio homosexual legalmente reconocido ha existido prácticamente a lo largo de toda la historia y en casi todas las culturas y latitudes geográficas.


Lo que la historia del mundo nos cuenta realmente es muy distinto de los mitos y falsedades que nos cuentan Gustavo Bueno y los fundamentalistas cristianos. Lo que nos cuenta la historia real es que prácticamente cualquier tipo de comportamiento sexual puede ser y de hecho ha sido institucionalizado en algún lugar y en alguna fecha histórica concreta. Por ejemplo, la poligamia sigue siendo normal y legal en muchas naciones, como lo fue entre los mormones del estado norteamericano de Utah. En el Tíbet, la poliandria tiene una larga historia, y las modernas leyes chinas parecen tener poco poder para impedir los matrimonios entre una mujer y dos o tres hombres.


Volviendo a las relaciones homosexuales, los Sambia de Nueva Guinea han creído tradicionalmente que, para que un chico adolescente se convierta en un hombre, es absolutamente imprescindible que le haga una felación a un hombre adulto y que se trague su semen (ver La cultura norteamericana contemporánea, de Marvin Harris). Desde nuestras normas y costumbres occidentales, podemos ver esta costumbre de los Sambia como un caso de abuso infantil, pero en el contexto cultural de los Sambia no lo es en absoluto, sino que para los Sambia es simple sentido común. Así lo han estado haciendo durante los últimos 3.000 años de su historia (aquí yo le preguntaría a Bueno y a los fundamentalistas cristianos: ¿esa duración de 3.000 años convierte a tal costumbre en algo correcto?). Algunas tribus de la Grecia Antigua tenían un concepto similar de la necesaria recepción de semen para convertir a un adolescente en un hombre, sólo que en la Grecia Antigua dicha recepción se hacía por la vía anal. El antropólogo y arqueólogo Jan Bremmer ha investigado igualmente esta práctica como un ritual de iniciación ampliamente extendido entre las antiguas tribus indoeuropeas.


Algunos autores sostienen que han existido dos tradiciones básicas de comportamiento homosexual masculino en este planeta, anteriores a la evolución del modelo igualitario contemporáneo: las tradiciones inter-generacionales y de rol específico, tanto en las sociedades pre-clasistas como en las más sofisticadas; y aquellas tradiciones que implican la existencia de varones que adoptan una identidad femenina y transgenérica, y que a menudo desempeñan roles chamánicos, como los berdache de los pueblos nativos americanos, o los hijra de la sociedad hindú. Generalmente estos hombres "afeminados" están disponibles para irse a la cama con hombres "viriles". Una variante de esta tradición es el antiguo Templo de Hombres Prostitutos mesopotámico (cuyo culto se extendió a Israel, como se registra en el Antiguo Testamento: Reyes 14:24, 22:47, etc.). Los hombres libres de la época alquilaban --si así lo querían-- a uno de estos Prostitutos Sagrados, se unían misticamente con la Divinidad al copular con ellos, y al mismo tiempo ayudaban al mantenimiento del Templo. Obviamente, no se está tratando de justificar esta antigua tradición, sino sólo recordando que hay muchas más cosas en el Cielo y en la Tierra de las que ha soñado la filosofía moral y sexual del cristianismo fundamentalista.


Durante los últimos 3.000 años (antigüedad aproximada de la institución del matrimonio, aunque algunos la cifran en 5.000 años), no ha habido ninguna norma global de matrimonio. En algunas sociedades, un hombre y una mujer, por propia voluntad, decidían establecer una acuerdo de por vida, obtenían los necesarios permisos y la legitimidad ceremonial, y desde entonces mantenían una unión monógama hasta que uno de ellos se moría. Sin embargo, este tipo de unión ha sido históricamente muy inusual. Los matrimonios arreglados que incluían diversos grados de dote (generalmente menos por parte de la mujer) han sido la norma más habitual. No fue hasta finales del siglo XVIII cuando, en gran parte del mundo occidental, el concepto de "matrimonio" sufrió un cambio brusco y radical, entendiéndose a partir de entonces que el matrimonio debía depender de la libre voluntad del hombre y la mujer y no de la voluntad y/o el consentimiento de los padres, y que además debía tener como fundamento el "amor" --otra categoría histórica compleja que no existió siempre, sino que fue un producto cultural del capitalismo mercantil emergente, un producto que llegó a convertirse en la ideología dominante del capitalismo industrial en lo que respecta a la cuestión familiar y sexual. Friedrich Engels lo explica muy bien en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, donde demuestra que el capitalismo industrial productivo y el concepto de libre mercado desempeñaron un papel fundamental en la aparición de la familia heterosexual moderna, nucleada en torno a la ideología del "amor".


Por razones demográficas y económicas (antes que morales), la monogamia ha estado generalmente más extendida que la poligamia. Pero cuando no se han dado tales limitaciones demográficas y económicas, la mayoría de los hombres ricos y poderosos han optado por la poligamia. Por supuesto, lo anterior incluye a los antiguos Hebreos --cuya moral está en el origen del cristianismo. Ahora bien, "estar de acuerdo" con 4.000, 6.000 ó 12.000 años de prácticas sexuales aleatorias --como lo están los fundamentalistas cristianos y Gustavo Bueno-- implicaría estar igualmente de acuerdo con la poligamia (ya que es tan antigua o más que la monogamia), o con la prostitución, o con la opresión social y sexual de las mujeres, o con la ablación de clítoris (todas ellas costumbres milenarias donde las haya).


En suma, desde una postura mínimamente progresista es necesario defender el derecho al matrimonio homosexual. La libertad para establecer una unión con quien uno quiera, y así beneficiarse de cualesquiera privilegios que el entorno político y cultural confiera al "matrimonio", no debería limitarse arbitrariamente a los varones que se sienten atraídos por las mujeres, y a las mujeres atraídas por los varones. Dicha limitación supone claramente una violación de derechos básicos, en este caso de las personas homosexuales. Aunque dicha premisa limitadora hubiera sido la norma desde los albores de la civilización --lo que, como demuestra la investigación historiográfica y antropológica, no es en absoluto cierto--, seguiría siendo irracional. Si la Historia (con H mayúscula) tiene alguna función, es la de inducir a la gente, a través de la acumulación de conocimientos y experiencias, a ser más racional, y de este modo aliviar las formas de sufrimiento que son capaces de infligirse a sí mismos. El reconocimiento del matrimonio homosexual es un paso progresista y absolutamente necesario, pues supone reconocer la realidad, y aliviar la opresión que la ignorancia y el odio homofóbicos siguen haciendo padecer a numerosas personas en todo el planeta.


Gustavo Bueno y otros, escandalizados por la perspectiva de un concepto más inclusivo de matrimonio, proponen una vía legislativa intermedia que reconozca las "uniones civiles" entre homosexuales. Sin embargo, esta postura sigue siendo discriminatoria, puesto que establece una distinción entre las personas basada en su preferencia sexual. En cambio, frente a dicha postura restrictiva y discriminatoria, todas aquellas personas que tengan la edad legal y así lo deseen deberían poder acceder --independientemente de sus preferencias sexuales-- a las ventajas conferidas por la institución estatal del matrimonio. Es más, por si fuera poco, el matrimonio homosexual tiene una gran cantidad de precedentes históricos, con lo que el argumento de la "tradición" pierde así uno de sus principales apoyos. El reconocimiento legal del matrimonio homosexual es, en definitiva, lo más justo, razonable y civilizado.


Recientemente, el filósofo marxista Slavoj Zizek ha escrito en su último libro --En defensa de la intolerancia, Ediciones Sequitur, 2007--, que el matrimonio homosexual y las demás reivindicaciones de los llamados queers socavan los cimientos del modo de producción capitalista, y además suponen una extensión del universalismo racionalista de izquierdas. La teoría queer, según la biblioteca digital Wikipedia, es "una teoría sobre el género que afirma que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas son el resultado de una construcción social y que, por lo tanto, no existen papeles sexuales esencial o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales". La teoría queer es hoy en día uno de los más fructíferos paradigmas teóricos de los movimientos ecologistas, feministas, homosexuales, bisexuales y transexuales. Zizek escribe:


"Si la heterosexualidad en cuanto norma representa el Orden Global en función del cual cada sexo tiene su sitio asignado, las reivindicaciones queer no son, simplemente, peticiones de reconocimiento de determinadas prácticas sexuales y estilos de vida en cuanto iguales a otros, sino que representan algo que sacude ese orden global y su lógica de jerarquización y exclusión. Precisamente por su "desajuste" respecto al orden existente, los queers representan la dimensión de lo universal (o, mejor dicho, pueden representarla, toda vez que la politización no pertenece de entrada a la posición social objetiva, sino que supone un acto previo de subjetivación). Judith Butler ha arremetido con fuerza contra la oposición abstracta y políticamente reductora entre lucha económica y lucha "simplemente cultural" de los queers por su reconocimiento. Lejos de ser "simplemente cultural", la forma social de la reproducción sexual está radicada en el centro mismo de las relaciones sociales de producción: la familia nuclear hetero-sexual es un componente clave y una condición esencial de las relaciones capitalistas de propiedad, intercambio, etc. De ahí que el modo en que la práctica política de los queers contesta y socava la normativizada heterosexualidad represente una amenaza potencial al modo de producción capitalista..." (Slavoj Zizek, En defensa de la intolerancia).