- Pecados
- El País, 2007-07-02 # Eduardo Mendoza
Enfrentada a la insidiosa asignatura de Educación para
Yo, al menos, así lo veo, pues el que guarde de mis años escolares un recuerdo infame no me impide deplorar la desaparición de unas categorías morales que en aquella época se utilizaban con puros fines represivos, pero que sin duda habían sido destiladas por inteligencias finas y espíritus nobles.
Bien está combatir la homofobia y el racismo y afear al que habla a gritos por el móvil en el autobús, pero también es importante denunciar la ira, la lujuria, la gula, la avaricia, la soberbia, la envidia y la pereza, los siete ilustres pecados capitales que subyacen, por ejemplo, en la violencia de género, el turismo sexual, los desórdenes alimentarios, la especulación y el fraude, el delirio del poder, la zancadilla profesional y la incompetencia generalizada. Los pecados capitales no sólo son una cuadrilla de malhechores en un auto sacramental, ni imágenes representadas con maestría en los muros de antiguos monasterios. Son problemas que alteran la convivencia y el buen funcionamiento de la máquina social, y, sobre todo, son vicios personales de los que cada uno es responsable ante sí mismo, no en aplicación de una norma jurídica o una estrategia social. Pecados que, por lo visto, ya no interesan a
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