2007/08/26

> Berria: Zinema > INDONESIA: UN FESTIVAL DE CINE SACA A LAS PERSONAS HOMOSEXUALES DEL ARMARIO

  • Un festival de cine de Indonesia saca a los gays del armario
  • Reuters, 2007-08-26 # Adhityani Arga · Sugita Katyal · Yakarta

El festival de cine gay de Indonesia tuvo que enfrentarse a una violenta oposición durante sus inicios.


Miembros de un grupo radical islámico intentaron irrumpir en los cines y parar las proyecciones, pero el festival cumple ya seis años y el organizador John Badalu ya no tiene miedo a nada.


La inauguración el viernes del Festival de cine Q! (QFF, por sus siglas en inglés) reunió a una multitud en Yakarta, que lucían vistosas pelucas de colores, medias de red y alas de cupido.


La homosexualidad no está prohibida por las leyes indonesias, pero continúa siendo un tabú en un país donde el 85 por ciento de sus 220 millones de habitantes son musulmanes.


"El festival ha dado algo de fuerza a los movimientos de derechos de los gays en Indonesia, y ha permitido que salgan a la luz muchos temas", dijo a Reuters Badalu.


El difunto ex presidente Suharto allanó el camino para una mayor libertad de expresión en 1998, permitiendo que temas como la política y la homosexualidad se pudieran explorar en las artes.


"Arisan", una película de 2003 sobre la vida de una mujer de la clase alta Indonesia, fue la primera película indonesia de temática homosexual, hablando de una mujer que tenía un problemas matrimoniales y que se siente atraída por un joven ejecutivo gay.


En un país donde muchos homosexuales siguen dentro del "armario", el festival toca con delicadeza los problemas a los que se enfrentan como comunidad marginada a través de películas como "Happy Together", del director japonés, Wong Kar Wai, que muestra como se deteriora la relación de una pareja gay.


Entre las películas internacionales que han intentado romper los mitos entorno a la homosexualidad se incluye "La mala educación", del oscarizado Pedro Almodóvar, que explica la historia de un actor que sufrió abusos sexuales durante su infancia por un cura pedófilo.


Las edición de este año estuvo a punto de ser suspendida, pero no por la oposición de los musulmanes extremistas sino por la falta de fondos.


"Un trabajador de una gasolinera de Oriente Medio me envió una larga carta, describiéndome como, un simple trabajador, apoyaba la misión del festival. En principio pensé que la carta era una broma, era muy larga. Pero entonces, al final de la carta decía que había donado 100 dólares", dijo Badalu.

> Berria: Homofobia > LA RIOJA: MAKOKI Y SU BANDA ACTUAN EN CALAHORRA SIN VARIAR LA LETRA DE "MARICON EL QUE no bote"

  • Mucho bote
  • Makoki y su banda actúan en las fiestas de Calahorra sin variar la letra de 'Maricón el que no bote' y secundados por peñistas y abundante público
  • La Rioja, 2007-08-26 # I. Alvarez

El público le quiere, le sigue y apoya hasta la última sílaba de sus interpretaciones. La presencia ayer en las de fiestas de Calahorra de Makoki y su banda no hizo más que confirmar que la sociedad riojana no está dispuesta a prescindir de la coplilla 'Maricón el que no bote', que tanto incomoda a Izquierda Unida, en Logroño. «La gente la demanda», afirmó el intérprete antes de empezar a caldear el ambiente festivo con su megáfono. Además, «no sólo la tocamos nosotros, sino que lo hacen todas las charangas», defendía uno de los músicos.


Los calagurritanos más incondicionales a la música del jaranero -los socios de la peña El Hambre- no se rindieron al sabotaje de la letra de la canción que comparaban con otros temas como 'Tirate a la rubia...' o 'si te ha pillao la vaca jódete'. «No creo que ofendan a nadie ya que esa no es la intención», aclaró una de las peñistas más veteranas.


Con la aprobación de sus fieles seguidores, Makoki dio paso a su conocido repertorio festero por las calles de la capital riojabajeña. Y como se predecía no faltó 'la del maricón', que tanto reclamaba la comparsa de ciudadanos que rodeaba al artista.


Se hizo esperar

Aún así, se hizo esperar y hubo que escuchar unas cuantas canciones más para gritar a golpe de tambor aquello de 'Maricón el que no bote...'. Es más, había tantas ganas de pronunciar la cuestionada palabra que casi sonó con mucha más fuerza. Hubo hasta quien se la dedicó a la cúpula de Izquierda Unida de la capital porque, como bromeaban, «el suprimirla, sí que es una 'mariconada'». Pasada la prueba de fuego en Calahorra, habrá que ver ahora si el 'dichoso' tabú se destapa en San Mateo o si por el contrario los logroñeses tienen que conformarse con otras lindezas del diccionario que sean políticamente correctas.


Mucho bote

> Iritzia: Luis Margol > LA HOMOFOBIA SE VISTE DE ROJO

  • La homofobia se viste de rojo
  • El régimen de Fidel Castro no ha levantado el pie del acoso a la comunidad gay de la isla
  • La Razón, 2007-08-26 # Luis Margol · Madrid

Lo más fascinante de la izquierda gay española es su esquizofrenia. El establishment «mariprogre» es como una variedad de la pitaya, deliciosa fruta tropical rosa por fuera y roja por dentro. Una variedad de esta deliciosa fruta tropical rosa por fuera y roja por dentro. Si no, ¿cómo explicar la defensa del matrimonio gay para manifestarse después con banderas islamistas o viajar a Argentina a recitar poemas en honor de Ernesto Guevara? Entre las aportaciones del Ché, homófono radical, el tiro de gracia en las nalgas para glorificar la tendencia sexual del fusilado y los campos de reeducación para gays y otros elementos contradictorios con el Nuevo Hombre concebido por su mente preclara.

Muerto el perro, los castristas cejaron en su lucha contra la naturaleza, así que alrededor del año 1970 abandonaron el fútil genocidio gay, trocado en simple homofobia institucionalizada. Entre las hipótesis sobre esta obsesión, el malestar de Fidel por la supuesta homosexualidad de su hermano Raúl, conocido en ambientes entendidos como «La China». La primera autocrítica vino del ministro de Exteriores Pérez Roque, quien en sus declaraciones de 1994 a la prensa norteamericana admitió errores. Sin embargo, la persecución prosiguió, y en 1998 se produjo la célebre redada policial conocida como El Periquitón. Como en Cuba no se permiten bares gays u homófilos, la gente organiza fiestas clandestinas.

La mejor de ellas, llamada El Periquito, fue asaltada por la seguridad del Estado. Los participantes extranjeros tuvieron que abandonar la isla de forma inmediata. Los cubanos sufrieron castigos que oscilaron entre la multa y dos años en prisión. Tampoco existen en la actualidad locales «de ambiente» en la isla. Lo más parecido a eso fue la cafetería FIAT del Malecón, cerrada y reabierta, aunque sus gerentes actuales expulsan a los sospechosos de homosexualismo.

Otra modalidad de acoso son las «recogidas de la mariposa»: una vez a la semana la Policía se dedicaba a arrestar a cualquier hombre que considerase sospechoso de homosexualidad. El desafortunado es llevado a comisaría, y liberado sin cargos tras varias horas. Sin embargo, el registro de los datos del presunto infractor hace sospechar de la existencia de listas negras. Este hecho no parece preocupar al movimiento gay español, más interesado en organizar campañas de apostasía entre los católicos que en solidarizarse con los cubanos.

En los últimos años la represión explícita ha disminuido, aunque los interrogatorios, los traslados a comisaría y los insultos en los medios de comunicación prosiguen. A mí me pidieron los papeles varias veces, y presencié al menos una docena más de hechos de este tipo en los alrededores del Capitolio, donde hay un bar de chaperos frecuentado por negrazos altos y flacos, maleantes y algunos turistas maduros y barrigones en busca de acción. También en la calle Rampa, punto de encuentro para asistir a las fiestas prohibidas. A una de ellas decidí asistir acompañado por un pequeño gangster que me ofrecía protección. Una vez llegados al jardín de la elegante residencia de las afueras y tras observar el panorama fingí haberme quedado sin blanca. Me trasladaron a las cercanías del hotel –los cubanos no pueden entrar–, donde entregué diez pesos a mi protector, le agradecí su gentileza. Aprendida la lección decidí elegir compañías menos venales. Después de encomendarme al Altísimo contacté con varias personas, entre ellas un chico que vive en un apartamento de nueve metros cuadrados con una sola entrada de agua corriente.

También me pusieron al corriente de un hecho que tuvo gran repercusión en la prensa internacional, pero que en Cuba pasó inadvertido. Sucedió el pasado 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia. Mariela Castro, hija de Raúl y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, organizó la proyección de la película de temática lésbica «Boys Don’t Cry». Uno de los aproximadamente cuarenta asistentes me contó que hubo protestas contra la homofobia del régimen y denuncias de abusos, a los que Mariela respondió con frases del tipo: «¿No creen que hace un poco de calor?». Al final, la líder prometió trabajar en pro de la igualdad de derechos.

Mientras tanto, los homosexuales cubanos siguen bajo libertad vigilada y a merced de las supuestas buenas intenciones de la hija de Raúl y a la desgana de las fuerzas de seguridad. No obstante, a veces uno se topa con grupos de jóvenes gays paseando o revoloteando por el centro de la ciudad. Cabeza alta y quintales de dignidad frente a las riadas de insultos y los frecuentes requerimientos de las autoridades.

Si Foucault, gurú de la «mariprogresía», levantara la cabeza y viajase a Cuba, se alegraría al contemplar este despliegue de resistencia pacífica a la opresión. Aunque mejor sería no contarlo, no fuera a ser que algún «mari» abertzale le llamase facha o amenazase con volarle la cabeza.

Más que kilómetros, parece que entre el Malecón y Chueca hubiera años luz. ¿Contactará Zerolo con la Comisión Cubana de Derechos Humanos para ofrecerles apoyo y pedirles que incluyan a los homosexuales en sus listados de presos políticos? ¿Amenazará al régimen con un boicot? ¿Exigirá a Mariela algo más que buenas palabras y sonrisas? ¿Invitará a los homosexuales cubanos a abandonar el país?

En el aeropuerto, una pareja de murcianos residentes en un pueblo de la comarca de Caravaca comenta la suave regañina sufrida en su hotel cuando se les ocurrió preguntar dónde estaban los locales de ambiente de la ciudad. De momento no se casan, y opinan que habría sido mejor minimizar el enfrentamiento causado por la palabra matrimonio usando alguna otra figura jurídica de efectos análogos. Vamos, que la cosa era encontrar un lugar en la mesa, no ponerla patas arriba.

Guste o no a los del arco iris y la estrella roja, la homofobia sigue vistiendo de su color favorito, y ellos igual de daltónicos que siempre. ¡Que Dios les guarde la vista!