- Mikel Azurmendi: a un paso del racismo
- El Plural, 2007-07-14 # Eduardo Sotillos
El antropólogo Mikel Azurmendi, al que el gobierno de Aznar hiciera nada menos que presidente del Foro Social para la Integración de los inmigrantes, después del escándalo originado por su libro sobre El Ejido que motivó protestas firmadas por sus colegas de toda España que consideraban sus ideas racistas y carentes de rigor científico, ha desbarrado en una conferencia organizada por la FAES. Arropado por Amando de Miguel, maestro de la sociología populista o del populismo sociológico, Azurmendi ha demostrado la finura de su pensamiento en forma de eslogan que hubiera podido adoptar Le Pen: “El que no es de nuestra cultura democrática, tiene que serlo, y si no, ¡puerta!”
Maestro del lenguaje académico, su sentido pedagógico le ha obligado a añadir, minusvalorando la capacidad de comprensión de su auditorio: “Follen lo que follen, coman lo que coman, tienen que vivir con nuestros valores, ser ciudadanos, para vivir aquí” Ante tamaña exhibición de los valores que parecen enorgullecerle, sería comprensible que una multitud de inmigrantes optaran por salir huyendo. Y algunos de los que aquí hemos nacido, también.
El concepto de cultura que maneja el señor Azurmendi forma parte de una corriente que se ha definido como “racismo cultural”. Para entendernos, al nivel del auditorio de FAES, se presupone la existencia de culturas superiores e inferiores. La de señor Azurmendi, y la de los millones de habitantes del planeta que no han tenido la suerte de ser sus alumnos.
Admitir la receta del antropólogo vasco supondría someter a examen sobre sus convicciones democráticas –para no caer en la discriminación por razas y nacionalidades- a más de cuarenta millones de residentes en España. Y tener en cuenta el momento biográfico del examinado. Por ejemplo, el señor Azurmendi hubiera merecido, según sus actuales ideas, el suspenso en democracia cuando militaba en ETA o cuando votaba contra la Constitución y el Estatuto porque “había fuerza para conseguir más”. Con la aplicación de su contundente mensaje actual, España hubiera perdido un fogoso intelectual y el “Foro Ermua” o “Basta Ya”, uno de sus referentes más visibles. Tal vez lo que pretende el señor Azurmendi es ir más allá del gobierno en la filosofía que se esconde en la asignatura de “Educación para la ciudadanía” y no limitar la sanción por no aprobarla a la repetición del curso, sino a la inmediata expulsión del territorio nacional. ¿No concederá el señor Azurmendi a los demás una capacidad de “conversión” como la suya? No; no hay salida. He aquí otra perla de su discurso que no vale la pena comentar porque resume explícitamente su concepción neo-racista: “Los inmigrantes no va a solucionar nuestro problema demográfico. Si tienen tantos hijos como en sus países, no se asimilarán, y si se asimilan, no resolverán nuestro problema demográfico”. ¿Se les capa, profesor?
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