- Nuevos discursos sobre la pornografía
- El porno al revés
- Diagonal, n. 49, 2007-03-01 # Irene G. Rubio
De un tiempo a esta parte han empezado a proliferar, en forma de performances, películas, talleres o páginas web, diferentes prácticas artísticas y políticas que están construyendo un nuevo tipo de discurso sobre el sexo, lo que muchos ya llaman post-pornografía. Hagamos un poquito de historia.
Contra la prohibición, por la producción
Los dulces ‘60 son los años de la liberación sexual. El sexo, ese terreno por explorar, provoca curiosidad; la industria del cine lo sabe y explota esa veta. La pornografía sale del armario: en muchos países, películas softcore se estrenan en salas comerciales y verlas es un acto políticamente atrevido y hasta chic -por estos lares, cientos de ‘progres’ peregrinan a los cines de Perpiñán. Vistas desde la actualidad, muchas películas sorprenderían por su ingenuidad y candor... Algo que rápidamente se abandona para, gracias a la llegada del vídeo casero, dar pie a una industria que produce sexo en cadena.
El auge del porno provoca no pocas controversias. A finales de los ‘70, un sector del feminismo se moviliza contra la pornografía, pues considera que es un elemento central en la opresión de las mujeres (en palabras de Robin Morgan, “la pornografía es la teoría, la violación la práctica”). Mientras organizaciones como Women Against Pornography promueven legislaciones contra la pornografía, se alzan voces críticas contra esta tendencia, a la que acusan de tener una visión conservadora del sexo. Lo que posteriormente se conocerá como feminismo ‘pro-sexo’ desconfía de la capacidad del Estado para ‘proteger’ a las mujeres con leyes restrictivas en materia de sexo y se opone a la censura. Para feministas como Gayle Rubin, en vez de promover medidas represivas, se deberían examinar los aspectos políticos del sexo. Así, aunque se critica el régimen pornográfico dominante- plagado de estereotipos y clichés, en el que la mujer es un objeto pasivo de deseo-, se considera que su lectura está no obstante sujeta a procesos de crítica, resistencia y deconstrucción, y que puede haber otro modo de representar las prácticas sexuales.
Otro porno es posible: Hazlo tú misma
Sin embargo, el vuelco decisivo se producirá cuando se decida pasar a la acción y se comprenda que “el mejor antídoto contra la pornografía no es la censura sino las representaciones alternativas de la sexualidad”, como señalaba hace poco la filósofa Beatriz Preciado en El País. En este paso a la producción tiene un papel fundamental el movimiento queer, que hace del cuerpo y del placer un escenario privilegiado para la acción política. Con sus performances de drag kings y queens -que exponen la artificiosidad de las identidades de sexo y género-, y su filosofía del ‘hazlo tú mismo’ aplicada a la experimentación y la construcción de tecnologías y juguetes sexuales, contribuyen a la creación de una nueva estética feminista, divertida y subversiva. Así, nos encontramos con toda una serie de creaciones que abordan la sexualidad de un modo que se ha dado en llamar post-pornografía. Según la socióloga y activista queer Marie Hélène Bourcier, se trata una serie de discursos que rompen con el régimen hegemónico de representación de la sexualidad. Un movimiento que, aprovechando las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías, se pone delante y detrás de la cámara para construir otros imaginarios sexuales.
Ejemplos de estas prácticas hay muchos, pero es inevitable empezar por Annie Sprinkle, una de las primeras en acuñar la expresión postporno y cuyas performances, fotos, películas y talleres son deconstrucciones kitsch de la pornografía. En la fotografía destacan Cindy Sherman, pionera con sus autorretratos sexuales, y el transexual Del LaGrace Volcano, autor de famosos retratos de drag kings y que se define como terrorista del género a tiempo parcial. El terreno de la performance ha sido muy fructífero, con artistas como Ron Athey o los talleres de drag king de Diane Torr, y la literatura nos ha brindado a Virginie Despentes, que conmocionó a muchos con su novela Fóllame (llevada al cine por Catherine Breillat) por su brutal desnaturalización del discurso pornográfico. En el cine, podríamos citar a directoras como Emilie Jouvet o el queercore político de Bruce LaBruce, pero la tecnología digital ha permitido pasar el testigo a muchos anónimos post-pornógrafos.
Post-porno hispano
Esta corriente la integran en la actualidad grupos como las Girlswholikeporno, que realizan vídeos y talleres, o los Post-op, una plataforma de investigación sobre el género y la postpornografía (postporno. blogspot.com), además de eventos como el Festival TranzMarikaBollo (festivalvideotranzmarikabollo. blogspot.com) o el Queeruption (queeruption.org), donde se han mostrado y creado varios vídeos. Por su parte, en Madrid, el colectivo Pornolab (pornolab.org) reivindica la revolución de la imaginación pornográfica y organiza encuentros a la búsqueda y creación de pornotopías con el humor como principal herramienta.
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- Perfil: Annie Sprinkle
- Una vida dedicada al arte del sexo
- Diagonal, n. 49, 2007-03-01 # Irene G. Rubio
Si hay alguien que se ha dedicado con verdadera pasión a la exploración de la pornografía como campo de experimentación política, ésa es Annie Sprinkle. Artista interdisciplinaria (actriz, directora, fotógrafa, ‘performer’...) y educadora sexual, sus espectáculos de porno kitsch feminista demuestran que otra forma de representar la sexualidad es posible. Os proponemos algunas claves de su trabajo. Os damos algunas pistas para sumergiros en su trabajo.
El sexo es positivo. Nacida como Ellen Steinberg, con 18 años comienza a trabajar en la prostitución, un oficio que practicará de forma intermitente durante 20 años. En 1973 se traslada a Nueva York y se introduce en la industria del porno, donde primero trabaja como asistente de rodaje y luego como actriz, protagonizando decenas de películas. Tras convertirse en toda una estrella del género, decide pasarse al otro lado de la cámara y en 1982 dirige Deep Inside Annie Sprinkle, una película muy innovadora que va a marcar el inicio de una senda de experimentación y relectura del porno. En el filme, Annie se dirige al espectador hablando directamente a la cámara, y le hace partícipe de su biografía mostrando fotografías de su infancia y adolescencia. Esta ruptura de barreras entre lo público y lo privado será una constante en sus trabajos posteriores, que hacen una lectura política a partir de la propia experiencia. Deep Inside... pone el placer femenino en el centro y cuestiona varios mitos sobre la sexualidad femenina -y masculina-. Sprinkle también es un referente para el feminismo pro-sexo, con su lucha contra la censura y su defensa de los derechos de las prostitutas, como miembro de Prostitutas de Nueva York (PONY).
El sexo es arte. 1978 es un año importante para Annie, porque conoce a William DeRidder, que le enseña sobre performance y arte conceptual. Empieza a trabajar como performer en clubs de striptease, con espectáculos transgresores que deconstruyen la sexualidad. En 1985, un proyecto de
El sexo es sano. Sprinkle también ha destacado por su interés en cuestiones de salud sexual; de hecho, en 2002 obtuvo el doctorado por el Institute for Advanced Study of Human Sexuality de San Francisco. Su compromiso data de los años ‘80, cuando varios compañeros de profesión, entre ellos su amante, comienzan a infectarse y morir de sida. Annie toma cartas en el asunto y lucha para promover el sexo seguro y el uso de condones en la industria del sexo, unas reivindicaciones que caen en saco roto y provocan su distanciamiento del porno mainstream. Además de las performances, Annie ha dedicado estos años a diferentes aspectos educativos del sexo, dando talleres sobre sexualidad, relajación, exploración, tantra, etc., con la firme creencia- un tanto new age- en los poderes curativos y sanadores del sexo.
El sexo es múltiple. Sprinkle también desarrolla el concepto de ‘metamorfosexo’: es decir, frente a una identidad sexual ‘natural’, permanente y escindida en dos opciones excluyentes, defiende una visión de la sexualidad como práctica cambiante y mutante, en el que las preferencias varían y pueden ser muy diversas. De hecho, habla con naturalidad de sus experiencias con amantes transexuales F2M (female to male, de mujer a hombre).
- Girls who like porno
- Deseos que desbordan el porno convencional
- Diagonal, n. 49, 2007-03-01 # Irene G. Rubio
Girls who like porno (GWLP) es un proyecto que surge en Barcelona en 2002 de la mano de Águeda Bañón y María Llopis. Su objetivo pasa por “ofrecer una visión del porno y de la sexualidad propia, cuestionando y subvirtiendo la construcción de identidades, de fantasías y de sexualidades y reivindicando la creación de otra pornografía hecha por nosotras mismas”. Gestionan un blog (girlswholikeporno. org) donde se puede acceder a sus creaciones bajo una licencia Creative Commons, y sus actividades se reparten entre la grabación de vídeos, sesiones de VJ pinchando imágenes y la realización de talleres de pornografía y feminismo.
Estos últimos combinan la reflexión teórica sobre el porno con la creación de material porno hazlo-túmisma. GWLP parte de una crítica a la industria pornográfica, “una industria tradicionalmente llena de jerarquías en las que los hombres tienen el poder, ellos están detrás de las cámaras y delante están las mujeres”, para contraatacar con una subversión de la imagen de la sexualidad de las mujeres que se plasma en sus vídeos, con títulos como El striptease de mi abuela, Viva la menstruación o Me aburren los besos. En todo este mare mágnum de nuevos discursos y concepciones sobre el porno, GWLP se posicionan contra dos etiquetas. Una, la que clasifica el porno según las opciones sexuales: para heteros, para gays, lesbianas, trans... Según declaran en su manifiesto, “nosotras no podemos clasificar nuestra sexualidad dentro de ninguna de estas etiquetas, y como nosotras más y más gente, que ni quiere, ni puede”. Y otra, la que habla de un porno para mujeres: “Esta etiqueta suele identificarse con los valores que son supuestamente femeninos: dulzura, cariño, música melosa, suavidad”.
“Creemos que es un error identificar dulzura con feminidad y consecuentemente con mujer. Es esa categoría lo que resulta un insulto. ¿Por qué como mujer tiene que gustarme lo dulce?”. La apuesta es, en definitiva, por una lucha política queer y una búsqueda de nuevas sexualidades y formas de representarlas.
‘Performances’ famosas
Deep Inside Porn Stars: en 1984 el grupo de arte feminista Carnival Knowledge entra en contacto con Sprinkle para que participe en una serie de performances. La actuación lleva a escena las reuniones en casa de Annie de un grupo de actrices porno, en las que discutían sus problemas, sus carreras, sus inquietudes. En esta réplica de sus encuentros se rompen las separaciones entre público y privado y las mujeres muestran las múltiples facetas de sus vidas, más allá de su profesión.
Post-Porn Modernist: Un espectáculo deconstructivo y con mucho humor, en el que Annie hace un recorrido por las diferentes etapas de su vida en la industria del porno. El show incluye una de las escenas más comentadas,
Annie Sprinkle’s Herstory of Porn: Otra relectura de su trayectoria que incluye extractos de sus trabajos desde sus comienzos como estrella porno a sus incursiones en el mundo del arte.
Love Art Lab: En 2005 Sprinkle inicia este proyecto de siete años de duración junto con su pareja Elizabeth Stephens, en el que investigan la sexualidad y el amor. Es un trabajo multidisciplinar que incluye conferencias, talleres, actuaciones, visuales, activismo... y una boda-performance por año. Fue concebido como una respuesta al clima desatado con la guerra en Iraq y el movimiento contra las bodas homosexuales en EE UU.
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