2007/07/11

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  • 1985. El último regreso de la terraza del Guría
  • 2007-07-11 # Mikel G. Gurpegui

Tras diversos contenciosos con el Ayuntamiento: La terraza del Guría vuelve a colocarse». El paseante de esta calle de la Memoria lee, en un periódico de julio de 1985, este titular, y le embarga la nostalgia.


El café Guría, en la esquina del edificio del Victoria Eugenia que da a la plaza de Oquendo, necesita alguien que escriba su historia. Este paseante no puede, que él jugaba por allí, ignorando lo que el Guría significaba. En los primeros años 70, al acabar la jornada escolar, un grupo de madres se reunía cada día en la terraza del Guría a tomar un cortado mientras sus hijos tomábamos los jardines de la plaza y la entrada al teatro como si fuese un parque infantil.


Comprenderán que, cuando llegaba el Festival de Cine, con sus grandes carteles, sus estrellas y nuestras madres arrinconadas en la terraza, aquello era para los chavales mejor que un parque temático. Y comprenderán que el paseante de la calle de la Memoria se emocionara, en la reinauguración del Victoria Eugenia, al ver a su hija subida en la misma balaustrada que de niño era la cima de nuestro pequeño mundo.


Para nosotros, la terraza y su entorno eran un espacio de juegos. No sabíamos que el Guría era heredero del Gran Café Lion D'Or, que en los años 20 se asentó en la misma esquina. No sabíamos nada de la famosa paella del Guría ni de su papel como oficiosa casa de Cataluña en San Sebastián. Y nada sabíamos, por supuesto, de la Habanera del Guría, que cantaba a los celos, o a los 'shelos', o qué sé yo.


El café Guría tuvo una mala decadencia. En sus últimos años arreciaban las críticas por las subidas de precios que aplicaba durante el Festival de Cine, que entonces tenía su epicentro en sus mesas. Y empezaron los tiras y aflojas con el Ayuntamiento. En la noticia de julio de 1985 se explica algo: «A raíz de la reversión del teatro Victoria Eugenia al Ayuntamiento, la institución solicitó a los arrendatarios de determinados locales (como el Guría, Cortefiel, Real Automóvil Club...) que abandonaran sus dependencias. En un principio el Ayuntamiento estableció la fecha del 20 de enero de 1984 como último día para que desalojaran los locales, no llevándose a cabo el desalojo al suspender la Audiencia territorial de Pamplona (...) dicho acuerdo».


Tras un año en que negó la licencia para su terraza, el Ayuntamiento permitió en 1985 poner aquellas mesas y sillas que hoy desatan nuestra nostalgia.

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