2007/02/28

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  • No lo dude, Sr. Rajoy
  • El Plural, 2007-02-28 # Enric Sopena

El PP se ha agarrado de nuevo a las casullas de la clerigalla para oponerse a la derogación del matrimonio homosexual. Del brazo del Foro de la Familia y de la plataforma Hazteoir.org, los genoveses han rememorado en el Congreso de los Diputados aquella tarde del verano de 2005, cuando salieron juntos a la calle monseñores -como el cardenal Rouco Varela- y altos jefes del PP, entre los que sobresalieron el virtuoso Zaplana y el legionario Acebes.


La autonomía política del PP parece –al menos en apariencia- muy reducida. Su dependencia de ciertos e importantes poderes fácticos o grupos de presión salta a la vista. En cuestiones de moral, enseñanza y las llamadas buenas costumbres, la derecha está atada y bien atada a la jerarquía católica, aunque Álvarez Cascos rompiera en su momento el cerco clerical. Corrían otros tiempos y la sonada boda –no católica, sino civil- de Cascos se incorporó entonces a aquel fantasmagórico trayecto que conducía al centro y que pronto quedó abruptamente interrumpido.


En el capítulo del terrorismo, el PP ha terminado siendo rehén de Alcaraz y de la extrema derecha, como pudo comprobarse una vez más el pasado sábado en la madrileña plaza de Colón. Rajoy acabará pagando en este capítulo una hipoteca muy cara, a poco que ETA asuma la realidad objetiva de Euskadi. O de la sociedad vasca, harta de tanto disparate sangriento. Ello puede ocurrir, es verosímil y hasta probable, a pesar de los agoreros y las plañideras de turno, incesantes en su ansiedad por velar muertos y regresar así a las viejas y siniestras andadas.


Volvamos al intento conservador, frustrado ayer, de liquidar la experiencia de las bodas homosexuales. Transcurrido año y medio desde que fuera aprobada la ley –que es una norma que trata fundamentalmente de fortalecer los derechos civiles- la familia tradicional no ha sufrido menoscabo alguno. Cada ciudadano o ciudadana puede en España regular su vida sentimental o afectiva de muchas maneras, incluida la de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Se nos dijo que la familia en su modalidad digamos clásica se rompería. Una patraña enorme. Como se nos dijo meses más tarde que el Estatut rompería España. Otra patraña no menos grande.


Las mentiras y las ficciones incluso pueden ser entretenidas. Y divertidas. Dan juego y generan polémicas. Pero cuando baja el telón, la vida cotidiana sigue su curso, instalada por lo general en el sentido común y la cordura. Luego llegará la cita con las urnas. Y las tomaduras de pelo deliberadas y colectivas acostumbran a pasar factura. No lo dude, Sr. Rajoy.

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