- Desvelar los signos. A propósito del velo musulmán
- El Diario Vasco, 2007-10-26 # Santiago Eraso
Hace pocos años, cuando en Francia se planteó la cuestión de la presencia del velo islámico en las escuelas, Cennet Doganay, una estudiante musulmana de Estrasburgo, se rapó la cabeza para poder entrar en las aulas. Como la ley coránica le indicaba que se cubriese el pelo y no tanto la cabeza, la desaparición del cabello le permitió no ponerse el velo. De ese modo cumplió con la ley que prohíbe utilizar el velo islámico en las escuelas públicas francesas. Con su actitud construyó un nuevo espacio de identidad radicalmente emergente y diferenciador. Actuó -en el sentido más performativo de la palabra- como cuerpo político, revelándose contra la realidad impuesta por el sistema público estatal, de raíces laicas, y el modelo privado familiar, anclado en las tradiciones religiosas.
Cennet provocó y apeló a ambos sistemas para que las autoridades políticas, por un lado, y las patriarcales, por otro, interpelasen a las generaciones venideras a la hora de establecer las leyes públicas o las normas privadas y no se refugiasen en verdades dogmáticas. Con aquella acción, intentó demostrar que ella no quería renunciar a los deberes y obligaciones que le exigía el Estado, del que era ciudadana de pleno derecho, pero que tampoco deseaba renunciar a ciertos signos de su cultura familiar. De alguna manera apremiaba a ambos estamentos para que encontrasen soluciones que le permitiesen seguir siendo europea y musulmana sin que esta decisión fuese contradictoria. Además, con su actitud, demostraba su derecho a la formación antes que aceptar la sumisión a las autoridades que la impedían.
El laicismo propone la eliminación de todo signo religioso en la escuela y por extensión en todas las instituciones públicas (dejemos este tema para otra ocasión). Sin embargo, la realidad constata que este proyecto de escuela desvinculada de cualquier religión está lejos de la realidad. ¿Qué hace una niña musulmana, o de otras religiones minoritarias, cuando entra en una escuela pública que se llama 'Santísima Trinidad' -por poner un ejemplo de los muchos que aún hoy se ven en el nomenclátor escolar- que todavía tiene imágenes de santos en sus pasillos, crucifijos en las paredes de las clases, celebra todos los rituales del calendario católico con su imaginario correspondiente, conmemora las efemérides religiosas o imparte clases de una religión que no es la suya, por la 'gracia divina' de un acuerdo con el Estado del que ella es ciudadana?
Seamos consecuentes. Si queremos que tod@s asuman los principios aconfesionales de nuestro sistema escolar, empecemos por hacer de la escuela pública un auténtico espacio laico y no un sucedáneo hipócrita -recordemos el caso de la maestra que intentó suprimir de los pasillos el belén navideño- que con su autoritarismo camuflado tan sólo produce espacios de segregación para todos aquellos que no comparten los criterios de la mayoría católica.
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