2007/03/27

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  • Amanecer gay en África
  • El año pasado, Sudáfrica se convirtió en el primer país del continente en aprobar las uniones entre personas del mismo sexo. Para bien y para mal, esto tuvo efectos en todo el continente Africano, donde aún no es bien vista la homosexualidad.
  • Anodis, 2007-03-26 # Andrés Lautaro # Primera parte

En cierta manera, Sudáfrica es el modelo a seguir por muchos de los otros países africanos. Su nivel de vida y sus progresos legales y sociales (especialmente desde el fin del Apartheid) la han convertido en el faro progresista del continente negro. Por esa razón, cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo se hizo realidad en este país, sus consecuencias traspasaron rápidamente las fronteras nacionales.


Los gobiernos y la opinión pública de toda África se dividieron entre la admiración, el escepticismo y el rechazo. Países como Nigeria o Ruanda –que ya tenían leyes que penalizaban la homosexualidad- se propusieron endurecerlas aún más, al punto de que en este último país las relaciones entre personas del mismo sexo, aunque se basen en el consentimiento mutuo, son legalmente equiparadas a la zoofilia.


En otros países la homosexualidad es legal pero no se tolera su visibilidad. En Malí, un proyecto de ley que preveía penas por “defender o apoyar” a entidades de gays y lesbianas suscitó en 2006 la preocupación de organismos internacionales de derechos humanos.


Países en rojo
Sin embargo, el foco de atención de los movimientos internacionales de derechos humanos se centra en naciones como Zimbabwe y Namibia. En la primera, un ex ministro del interior dijo hace unos años que había que “eliminar a los gays de la faz de Namibia” e inclusive “a sus perros” (sic). A su vez, el gobierno de Harare, presidido por Robert Mugabe, ha manifestado repetidamente su hostilidad hacia la comunidad homosexual. En cierta ocasión dijo que los gays “eran peor que los cerdos y los perros”.


Vivir bajo la sombra de Mugabe no ha sido fácil para los gays de Zimbabwe, pero tampoco imposible. En 2005, la asociación GALZ (que agrupa a homosexuales del país) recibió una distinción internacional por su compromiso en la lucha por los derechos de las minorías sexuales pese al permanente clima de intimidación.


Camerún es otra zona hostil para los homosexuales africanos. En mayo del año pasado causó revuelo la noticia acerca de la expulsión de 12 alumnas de un colegio, quienes fueron separadas de la institución “acusadas” de ser lesbianas. En ese momento, Amnistía Internacional denunció internacionalmente la “homofobia endémica” que reina en el país. Al mismo tiempo, AI alertó sobre una extendida histeria social que llevaba a gran parte de la sociedad a una caza de brujas para señalar a supuestos homosexuales entre distintas personalidades públicas del país.


La situación, con matices, se repite una y otra vez en los distintos países del África sub-sahariana : existe una homofobia generalizada en la opinión pública y ello posibilita que las sociedades asistan mudas a las barbaridades que pronuncian –con una impunidad escandalosa- muchos de sus líderes.


Sobrevhiven
En el continente más afectado por el VIH, la homofobia, además, agrava el problema de la organización y difusión de campañas orientadas a la prevención y al tratamiento del Sida. Invisibles e invisibilizados, los gays africanos padecen la combinación dramática de no tener derechos ni medicamentos.


Ghana fue un lamentable ejemplo hace un par de años. Su gobierno boicoteó una conferencia internacional que iba a celebrarse en Accra, cuya temática refería precisamente a homosexualidad y Sida. Un funcionario local declaró al diario británico The Times que su gobierno no podía “disculpar actividades que ofenden violentamente a la cultura, la moralidad y la herencia del conjunto del pueblo ghanés».


Discursos similares se oyen de boca de otros líderes regionales -políticos o religiosos- que califican a la homosexualidad como “algo antiafricano”, “importado de Occidente” y “ajeno a las tradiciones locales”.


Sin embargo, pareciera que lentamente se empieza a romper el cerco de silencio y condena sobre la homosexualidad en África. Ese cerco se va agrietando y los estereotipos y prejuicios más arraigados aunque no son removidos, sino comienzan a ser discutidos.


Ante la aprobación del matrimonio gay en Sudáfrica, el resto del continente (sus pueblos, sus gobiernos y sus medios de comunicación) despertó obligadamente de un tabú muy antiguo. Demasiado.

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