2007/03/27

> Berria: Homofobia > LOS DERECHOS HOMOSEXUALES ABREN UNA BRECHA ENTRE PAISES EUROPEOS

  • Diferencias en la defensa de las minorías sociales
  • Los derechos de los gais abren una brecha entre países europeos
  • Socios de la UE como Gran Bretaña e Italia viven un intenso debate sobre el tema. Antiguos estados comunistas ahora en la Unión están lejos del progreso medio.
  • El Periódico de Aragón, 2007-03-27 # Mauricio Bernal

El Gobierno polaco presenta un proyecto de ley para vetar a los maestros homosexuales. Elton John escribe un artículo en el que pide que se acabe con la homofobia. Los católicos italianos convocan una manifestación en favor de la familia en pleno debate sobre la nueva ley de parejas de hecho. Miles de anglicanos firman una carta dirigida a los 26 obispos de la Cámara de los Lores para que voten en contra del derecho de adopción del colectivo homosexual. Es marzo del 2007 en la Unión Europea (UE), de lejos el territorio más avanzado en cuanto a los derechos de las minorías sexuales, el más tolerante, probablemente el más civilizado. Y aun así, el camino que queda por recorrer es largo, espinoso, poblado de trampas y de obstáculos.

Aquellos que saben cómo están las cosas en los antiguos territorios comunistas no se sorprendieron demasiado cuando el Gobierno polaco presentó un proyecto de ley que discrimina a los maestros homosexuales. En esta Europa de 27 en la que solo tres países han reconocido plenos derechos a este colectivo --Holanda, Bélgica y España, en ese orden-- hay una brecha gigante que separa a los países más occidentales de los del Este. Una brecha que según qué días no parece tan grande, a juzgar por las noticias que llegan de países como Italia y Gran Bretaña.


Mentalidades distintas
"Una cosa es Europa del Este y otra la Europa occidental --dice Silvia Jaén, coordinadora del área de Cooperación Internacional y Derechos Humanos de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de España (FELGT)--. Allí hay pendiente una tarea difícil que es conseguir que la sociedad se mueva por valores individuales, cuando tradicionalmente han estado acostumbrados a moverse por valores supremos y grupales. Hace falta que entiendan que la diversidad es un valor positivo".


Hace menos de un año, dos homosexuales rumanos fueron sorprendidos por la policía cuando se besaban en un parque público. Los agentes les pidieron la documentación y acto seguido les golpearon. "Debería encadenarte y follarte hasta que te cures", le espetó un policía a uno de los chicos. Los agredidos tuvieron que pagar una multa de 280 euros. En Lituania, donde el sexo entre homosexuales fue despenalizado en 1993, una empresa especializada en sondeos preguntó hace un año a los miembros del Parlamento si apoyaban la posición de la Iglesia Católica Lituana en el sentido de que la homosexualidad es una perversión. De 141 diputados, 89 respondieron que sí. El pasado mes de noviembre, Amnistía Internacional pidió a la Unión Europea que garantice los derechos de las minorías sexuales en Polonia y Letonia.


El peligro popular
Así las cosas, España puede ser uno de los países europeos donde los gais no solo disfrutan de una legislación decididamente progresista --pueden casarse y adoptar--, sino un lugar donde pueden vivir tranquilos. El colectivo no olvida, sin embargo, que la derecha mantiene su oposición a las leyes aprobadas por el Gobierno socialista, y teme una vuelta de los populares al poder. "Esos derechos no están asentados, madurados ni consolidados para la eternidad --dice Jaén--. No podemos negar que hay un PP con un discurso discriminatorio que mantiene el recurso de inconstitucionalidad contra la ley de los matrimonios entre homosexuales. Un eventual regreso del PP al poder nos colocaría en una situación difícil".


En el colectivo son conscientes no solo de que hay dos Españas sino de que la propia Europa está partida en dos, y que una buena mitad aún no entiende o no asume o directamente rechaza las políticas progresistas hacia los homosexuales. Así las cosas, las mejores garantías de que dispone el colectivo están en los mecanismos que ha desarrollado la UE contra la discriminación. "No solo son las leyes que reconocen los derechos del colectivo, es que hemos generado herramientas políticas e institucionales que nos defienden", dice Jaén. Eso es lo que hace difícil que iniciativas como las de Polonia prosperen en el seno de la Unión.

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