2007/03/24

> Elkarrizketak: PETER PIOT > "EL SIDA NUNCA DESAPARECERA DE NUESTRAS VIDAS"

  • Peter Piot · Director Ejecutivo de ONUSIDA
  • «El sida nunca desaparecerá de nuestras vidas». «Hay que avanzar a toda máquina»
  • El responsable de la agencia de Naciones Unidas que lucha contra la epidemia dice que «tenemos que comenzar a pensar en un mundo que convive con la enfermedad»
  • Ideal Digital, 2007-03-24 # Fermín Apezteguia · Madrid


Peter Piot conoce bien el sida. Después de algo más de una década al frente de la Agencia de Naciones Unidas que lucha contra la epidemia, ha visto de todo. Prostitutas en India que sufrieron palizas y mutilaciones por haber contraído la infección, niños que se consumían en África por falta de medicamentos, amigos de Bruselas devorados por la enfermedad. Han transcurrido 25 años desde que se describieron en Nueva York los primeros casos de lo que se creyó que era una nueva y pasajera patología. Una más. Pero el tiempo, según reconoce el director ejecutivo de ONUSIDA, ha demostrado que no se estaba en lo cierto; y, lo que es peor, que la respuesta dada por la comunidad internacional a la epidemia ha sido insuficiente. «Hablamos de una crisis sin parangón, que se lleva cada día la vida de 7.000 personas», recuerda el experto.


El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no para. En el tiempo invertido en leer el párrafo anterior, la enfermedad ya se ha cobrado tres vidas más. No, ya son cuatro. El microbiólogo de Lovaina (1949), que suma entre sus méritos el de haber sido codescubridor del virus del Ébola en Zaire en 1976, considera que el compromiso internacional para detener la masacre es «insuficiente».


El investigador es contundente en su diagnóstico. «Debemos dar un paso más y actuar con una perspectiva a más largo plazo», porque el sida, según advierte, «no va a desaparecer de nuestras vidas». Ni en los países ricos, ni en los pobres. «El final no está a la vista».


-La cifra de personas que viven con sida se ha duplicado desde 1995, el año en que usted accedió a la dirección de ONUSIDA. ¿Ha fallado la respuesta contra el sida?
-El sida ha tenido un efecto devastador en el mundo. Es inaceptable que en 2006 hubiera aún 4,3 millones de nuevas infecciones, casi tres de ellos en África; pero hemos dado pasos significativos en la respuesta contra el sida, especialmente en los cinco últimos años.


-¿A qué se refiere?
-Gracias a una efectiva prevención del VIH y al acceso al tratamiento, estamos viendo resultados en términos de salvación de vidas cada vez en más países, incluidos algunos de los más pobres. El compromiso político y el liderazgo es ahora mayor que nunca; y los fondos para la lucha contra la infección se han incrementado de millones a billones en sólo una década.


-¿Y eso es suficiente?
-Todavía puede hacerse más y es necesario que se haga. Lo sabemos y estamos esforzándonos por subir de manera urgente más peldaños.


-25 años, 25 millones de muertos y 40 millones de infectados. ¿Qué queda por ver?
-La epidemia de sida ha estado con nosotros durante 25 años y no va a desaparecer de nuestras vidas. El final del sida no está a la vista. Necesitamos empezar a pensar en términos de décadas y generaciones de sida, en un mundo que convive con el virus.


-¿No pinta usted un panorama poco esperanzador?
-Piense simplemente en la gente que ha empezado a recibir terapia antirretroviral. De aquí a 30 ó 40 años todavía necesitarán recibir tratamiento. Tenemos que ver cómo va a funcionar esto, quién lo va a pagar, cómo se puede mantener semejante respuesta.


-¿Demasiada tarea y demasiado dinero?
-Hemos respondido a la crisis con las estrategias que se utilizan para afrontar una emergencia global; pero debemos dar un paso más y empezar a actuar con una perspectiva a más largo plazo, al tiempo que gestionamos la actual situación.



-¿La actual no es ya una situación de emergencia?
-Con 7.000 personas que mueren cada día, por supuesto que hablamos de una crisis sin parangón. Pero debemos diseñar acciones de emergencia y establecer una respuesta que sea sostenible a largo plazo. No podemos tomar una perspectiva de cinco o diez años vista, sino de veinte, veinticinco o más.


-¿Todo eso que dice qué significa en la práctica?
-Esto significa que hay que planificar la estrategia de tal modo que las personas en tratamiento puedan seguir recibiéndolo el tiempo que sea necesario y que los programas de prevención estén al alcance de todos.


  • Proteger a las mujeres


-Hace unos años se concluyó que era imposible diseñar un gel vaginal para proteger a las mujeres, una herramienta que podía ser muy eficaz en los países pobres. Ahora, los microbicidas vuelven a presentarse como la gran esperanza. ¿Qué ha pasado?
-Los microbicidas, que son casi como un preservativo químico, son la mayor esperanza que tenemos como herramienta de prevención controlada por las propias mujeres. Podrían tener un impacto significativo en el control de la epidemia.


-¿Podría poner un ejemplo gráfico?
-Fíjese: si los microbicidas fueran efectivos en un 60% y sólo los utilizaran de forma regular un 20% de las mujeres residentes en los países más castigados, podríamos evitar cientos de miles de nuevas infecciones en tres años.


-¿Y ahora parece que sí, que es posible desarrollar alguno eficaz?
-¡Exacto! La industria estima que en cinco o diez años habrá un producto efectivo disponible en el mercado mundial. Hoy en día resulta básico no sólo acelerar y mantener la innovación en el desarrollo de microbicidas, sino asegurar el acceso universal a estos esenciales salvavidas a corto y largo plazo.


-Los expertos coinciden en que la lucha contra el sida requiere una revolución social. Dicen que no basta con reducir el precio de los medicamentos, sino que han de garantizarse los derechos de las mujeres, de la infancia, y mejorarse sistemas sanitarios y de comunicaciones ¿Realmente es posible cambiar el sentido de la epidemia?
-El sida debería ser considerado como una de las cuestiones prioritarias de nuestro tiempo, junto con otros asuntos como el cambio climático. Por eso, la respuesta que se necesita ha de ser también excepcional, sin precedentes, única. Tenemos que intervenir de una manera mucho más consensuada en los pilares sobre los que se sustenta la epidemia, como son la desigualdad sexual, el estigma y la discriminación, la homofobia, la pobreza extrema. Si no lo hacemos, nunca seremos capaces de avanzar más y mejor hacia la respuesta.


-¿Tiene sentido que hablemos de la vacuna?
-Estamos todavía muy lejos de encontrar una; y debemos subrayar que una futura vacuna contra el VIH no será una 'bala mágica', como la que soñaba el microbiólogo Paul Erlich, (capaz de dar en la diana sin dañar otras partes del organismo).


-¿En qué se puede pensar?
-Una esperanza realista para el fin de la epidemia consiste en pensar en campañas de vacunación, combinadas con las medidas conocidas para evitar la infección por vía sexual y entre los usuarios de drogas inyectables. A corto plazo, si queremos librarnos de la enfermedad, cada país deberá hacer su propio esfuerzo en prevención.


-Algunos de sus amigos más próximos han sido y son víctimas del virus del sida. ¿De dónde saca fuerza para trabajar contra el VIH?
-No puedes trabajar en el sida sin invertir tanto el corazón como la cabeza. Esta enfermedad se ha llevado a muchos de mis amigos y colegas en los últimos 25 años y, por supuesto, es difícil, pero también es una fuerte motivación para trabajar cada vez más y mejor por las personas que viven con el virus y frenar esta epidemia.


-¿Cada zona devastada que conoce no reabre una herida?
-A cada sitio que viajo, me encuentro con personas que viven con el virus. Comparten conmigo sus desafíos y sus tristes historias, pero una vez más, esto, a menudo, es una maravillosa fuente de inspiración y de energía. El director ejecutivo de la agencia ONUSIDA analiza el alcance y la repercusión de la última conferencia mundial, celebrada el pasado año en Toronto. Con los datos en la manao, el especialista asegura que «4,3 millones de nuevas infecciones nos obligan a avanzar a toda máquina».


-¿Para qué sirvió la cita de Toronto 2006?
-La conferencia de Toronto nos dio la oportunidad no sólo de mirar atrás a los últimos 25 años, sino también de mirar al futuro, más allá de los próximos 25 años. ONUSIDA y otros socios remarcamos la necesidad de intensificar los esfuerzos para la prevención del virus en clave de innovación científica y programas sociales.


-¿Es posible hacer prevención en África?
-Sabemos que la prevención funciona y tenemos excelentes ejemplos en Kenia, Zimbaue, zonas urbanas de Burkina Faso y Haití, así como en cuatro estados de India. Pero 4,3 millones de nuevas infecciones nos obligan a avanzar a toda máquina.


-¿Diría que la de 2006 ha sido una conferencia mundial más?
-A Toronto acudieron más de 20.000 personas, incluidos miles de periodistas, lo que permitió una mayor atención mundial hacia el sida. Es extremadamente necesario que aumente la concienciación en todo lo relativo al sida.


-¿No le parece cuando menos curioso que se hayan necesitado 25 años para que la ciencia apueste por fin por la prevención?
-La verdadera protagonista de este congreso fue la sociedad civil, las personas que viven con el VIH; y es así como debe ser. No sólo fue importante lo que se dijo en las tribunas de oradores, sino lo que sucedió en los pasillos, en el trabajo en red y en la puesta en común de nuevas ideas y proyectos.


-¿En qué contribuirá la entrada de personajes como Bill y Melinda Gates en la lucha contra el sida?
-El compromiso de figuras de primera fila ofrece la oportunidad de colocar los temas del sida en niveles de alta influencia. La Fundación Bill y Melinda Gates está haciendo, además, una contribución financiera importante, que por supuesto es vital para la respuesta.


-¿La Fundación Gates ha puesto en cuestión el trabajo de ONUSIDA?
-Ambos desempeñamos un papel crucial en la respuesta a la epidemia. La Fundación Gates es un socio clave. Colaboramos con ellos, como con otros socios, con un mismo objetivo.

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