2007/11/28

> Iritzia: Espido Freire > LA SACERDOTISA (EN LA TERCERA ESQUINA)

  • La Sacerdotisa (en la tercera esquina)
  • Público, 2007-11-28 # Espido Freire

Desconfío de todos los grupos en los que un solo sexo trabaja o se divierte, con la excusa de la fuerza física, la complicidad, la tradición o la mayor habilidad innata. La muy seria expresión de los obispos, cuando los pasados días Blázquez se disculpaba, o no. Los sirios o los libaneses, que marchan por las calles con la misma decisión que otros pueblos van a la guerra, sin una mujer entre ellos. Las reuniones de mujeres, en las que antes o después se habla de la inutilidad de los varones, de las anécdotas de daños y dolores infligidos, las clases femeninas en las que la bofetada se intercala con la más pérfida maldad hacia la compañera más débil.


Ni siquiera en la infancia, cuando estorbaban esos seres apenas racionales llamados chicos, entendí qué bien provenía de mantener a los dos sexos separados. Los vestuarios del gimnasio, separados por un estrecho corredor, parecían terrenos de nadie en una sociedad que comenzaba a dar por hechas la igualdad de oportunidades y la libertad de escoger una profesión.


No daba crédito a la excusa de que cambiarse por separado resultaba más cómodo. Sentía, y aún siento, el mismo pudor al desnudarme entre hombres que entre mujeres. No tiene nada que ver con la desnudez ante un hombre deseado, donde la seducción dota al cuerpo de una flexibilidad de la que de ordinario carece. El desnudo, por puro que se pretenda, indica también vulnerabilidad, frío, ojo atento.


Recuerdo unos baños públicos, en Assilah, en que nos dividieron por sexos. Las mujeres, mayores y jóvenes, calibraban enlaces y enemigas sin pudor, ni muy cómodas ni muy libres. La carnalidad esclaviza, sea observada o no. La mirada femenina recorre el cuerpo, lo compara, humilla o admira con la misma crudeza que la masculina, con independencia de la excitación que sienta.


Desconfío de esa separación de baños y vestuarios, de oficios y aficiones. Indica que aún resta miedo, conciencia de diferencia, peligro físico, voluntad decidida de que la diferencia perdure. Mientras exista ese vaho inconsciente, para qué hablar de igualdad, de logros, de éxitos y victorias.

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