- Katarzyna Krupa Czerwiec, filóloga, activista por los derechos humanos
- «En Polonia hay un grupúsculo racista que copa el poder político»
- «Están creando listas con profesiones prohibidas para los homosexuales»
Licenciada en Filología Hispánica y activista de derechos humanos y feminismo en Polonia, Katarzyna Krupa ofreció ayer una conferencia sobre la homofobia en su país.
-¿Cuál es la actual situación de Polonia?
-Hay un grupúsculo racista que copa el poder político pese a que han recibido sólo el 5 por ciento de los votos, que, con la escasa participación que hubo, es el 2 por ciento de la población total. Pero gracias a los pactos y al tripartito, tienen el poder. Es un gran engaño. Una pesadilla que nadie se esperaba. Una prueba es que cuando firmaron el acuerdo ningún medio de comunicación libre estaba invitado al acto. Sólo había un medio, propiedad de un cura ultraconservador, un integrista católico.
-¿Qué sintió el país con ese pacto?
-Estupefacción y rabia. Hay alarma porque tienen el poder y lo ejercen desde puestos importantes, como el Ministerio de Educación.
-¿Cómo está reaccionando la población?
-Hay protestas de la gente, pero ¿qué más da? No se les escucha, no se les oye. El Gobierno hace lo que quiere y el pueblo ya cree que no tiene nada que ver con el país en el que está viviendo. Los jóvenes formados, los que podían cambiar la situación, se están yendo a otros sitios, Estados Unidos, Alemania. Nadie se queda allí.
-¿Preocupa en Polonia la postura de Europa?
-Sí, pero ¿qué se puede hacer? Si deciden imponer sanciones económicas, eso lo pagará el pueblo, no el Gobierno. Si nos expulsan de
-El Gobierno persigue la homosexualidad, pero ¿y la sociedad?
-Esto les importa al presidente y a los ministros, pero a la gente de la calle, no. Y menos en las ciudades grandes. Antes no se hablaba tanto de los homosexuales. Ha sido este Gobierno el que ha puesto el tema sobre la mesa, siempre. Está obsesionado. La gente está, en cierto sentido, cabreada porque tenemos problemas mucho más graves de los que no se habla y sólo se preocupan de la homosexualidad.
-En el día a día, ¿los homosexuales están perseguidos?
-En las ciudades grandes, no. Aunque es cierto que no está consolidado como en España. Allí la gente no se muestra en público. No ves a dos chicas de la mano. En los pueblos más pequeños, simplemente no existe.
-¿Y desde el Gobierno?
-Sí. Ahora, por ejemplo, están preparando una lista con las profesiones que estarán prohibidas para los homosexuales y entre ellas están todas las relacionadas con la educación, desde la infancia a la universidad. Ya han decidido borrar de la conciencia cualquier relación con la homosexualidad. Yo tengo una amiga que trabaja en una guardería desde hace diez años. Es lesbiana y los padres de los niños lo saben. Vive en Cracovia, que es una ciudad conservadora. Pues podría perder su trabajo y ¿por qué? Los padres ya saben lo que hay y no pasa nada.
-¿No plantearon la posibilidad de elaborar una lista con los homosexuales?
-Incluso de recuperar una que se hizo en la dictadura y que todavía existe. Pero hacer una nueva, con la gente más joven, no resulta difícil.
-¿La situación es similar en otros países del Este?
-Sin duda. Rusia está viviendo también una situación difícil. Bielorrusia y Ucrania. En
-¿Cree que la religión influye en este sentido?
-Sí, porque la homosexualidad atenta contra los valores del catolicismo.
-También existe una persecución hacia los comunistas.
-Son cosas que no se cerraron en un momento concreto y que ahora afloran. Se destituyó a la ministra de Finanzas, a la que se acusó de colaborar con el régimen comunista y luego se supo que era mentira, que los documentos que presentaron eran falsos. Pero son muchos los que en su momento firmaron documentos, chantajeados, para evitar problemas con el régimen, y que ahora podrían ser perseguidos. La situación es de locos.
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