2007/06/04

> Elkarrizketa: José Antonio Iribarren > "EL PROBLEMA QUE VIVIMOS AHORA ES QUE EL DIAGNOSTICO DE INFECTADOS POR VIH LLEGA MUY TARDE"

  • José Antonio Iribarren · Jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Donostia
  • "El problema que vivimos ahora con el sida es que el diagnóstico de infectados por VIH llega muy tarde"
  • De cada diez pacientes infectados por VIH en Gipuzkoa cuatro llegan "muy tarde" a la consulta. Iribarren admite que es "una pena" la demora habida cuenta de que el sida es hoy "una dolencia controlable". Si se llega a tiempo "la probabilidad de seguir vivo a pesar del virus es enorme"
  • Noticias de Gipuzkoa, 2007-06-04 # Jorge Napal · Donostia

A mediados de los 90 fallecían en Gipuzkoa 140 pacientes de sida al año, con un alarmante promedio de tres muertes por semana. En una década esta situación ha revertido de tal manera que hoy se trata de una dolencia "controlable", aunque comienzan a surgir otros retos, como combatir el virus de la hepatitis C. El problema, según apunta José Antonio Iribarren, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Donostia, es que se trata de una enfermedad que no duele, que no da la cara, por lo que "el diagnóstico llega frecuentemente demasiado tarde". El VIH es ahora una infección de transmisión sexual. "Hay que decirlo muy claro porque la ciudadanía sigue asociando la enfermedad a colectivos muy concretos, y eso es mentira", recalca Iribarren, vicepresidente del Comité Organizador del X Congreso Nacional sobre el Sida, que se celebra en el Kursaal de Donostia desde el miércoles y hasta el próximo sábado.


¿Por qué un congreso sobre sida?

Es habitual celebrar congresos en todas las disciplinas científicas y el sida no es una excepción. El encuentro va a permitir la actualización de conocimientos. Se trata de un congreso multidisciplinar en el que intervendrán médicos, enfermeras, afectados... Se van a tratar muchos aspectos del sida desde perspectivas muy diferentes.


¿Sigue siendo un motivo de preocupación en Gipuzkoa?

El lema del congreso es Sida: un nuevo escenario . Es verdad que durante los últimos años han cambiado muchas las cosas y que se ha producido un avance innegable en la investigación de tratamientos, pero nos colocamos ante un nuevo escenario del que surgen otro tipo de problemas que requieren una respuesta inmediata.


¿Que clase de problemas?

Cuantitativamente, los casos de infección por VIH no son excesivos, pero el mayor problema es que el diagnóstico está siendo muy tardío. De cada diez pacientes en Gipuzkoa, cuatro vienen muy tarde, y es una pena porque si el paciente llega a tiempo la probabilidad de seguir vivo y estar bien a pesar del sida es enorme. Conviene aclarar que un infectado por VIH es una persona que ha adquirido la infección a través de las prácticas de riesgo habituales. Pero un enfermo con sida es un paciente que estando infectado de VIH, de alguna forma, tiene unas defensas tan bajas que acaba contrayendo algún tipo de infección que llamamos oportunista.


Hecha la aclaración, lo cierto es que, en realidad, una persona infectada no nota ningún síntoma que le alarme como para hacerse la prueba...

Así es, sólo a partir del momento en el que las defensas bajan tanto como para padecer alguna de esas enfermedades oportunistas. El problema es que desde que uno se infecta hasta que le bajan las defensas suelen pasar muchos años. Como hablamos de una enfermedad que no duele, que no da la cara, los afectados han podido tener muchas relaciones desde entonces. Es uno de los aldabonazos que hay que pegar porque es una pena que haya tantos diagnósticos tardíos. Tanto es así que en Estados Unidos recomiendan encarecidamente a la población de entre 15 y 64 años que se haga la prueba de VIH, a pesar de no haber tenido ningún problema.


¿No es una medida un tanto exagerada?

Sí, pero entre no hacer nada para atajar el problema y lo que están ensayando los americanos hay un camino intermedio muy importante por recorrer.


¿Cuál?

Ir educando a la población de que estamos ante una enfermedad en la que el diagnóstico precoz es importante.


Infinidad de campañas no han conseguido el resultado deseado.

Las campañas tienen un problema: inciden mucho en la prevención, que es fundamental, pero luego se produce una especie de vacío. La gente no sabe cuándo se tiene que hacer la analítica. Por eso es importante convencer también a nuestros compañeros de Atención Primaria, que tienen un conocimiento mucho más cercano del paciente, de que incidan en este tema.


Es una lástima no detectar a tiempo estos casos, teniendo en cuenta los tratamientos existentes...
Sin duda, porque estamos ante una enfermedad controlable. El primer caso de sida en Gipuzkoa lo vimos en 1985. Ha llovido mucho desde entonces, tanto que yo incluso era residente en este hospital (sonríe). Pasamos unos años iniciales muy malos en los que la enfermedad golpeó duramente a Gipuzkoa, sobre todo a pacientes drogadictos que se habían infectado a través de la compartición de jeringuillas. Fue una epidemia. En aquella época podíamos tratar las infecciones que tenían los pacientes, hasta que llegaba un momento en el que no había soluciones médicas.


¿En qué contexto temporal ubicaría el mayor hito que vivido en la investigación de esta enfermedad?

A mediados de los 90 se produjeron dos avances fundamentales. En primer lugar, se descubrieron nuevas familias de fármacos contra el virus. Se pudo comprobar que combinando varios de ellos era posible hacer desaparecer la carga viral del VIH en la sangre. Por primera vez podían recuperarse esas defensas que tanto habían bajado, y las personas afectadas podían comenzar a llevar una vida relativamente normal. Tanto es así que la mortalidad de pacientes con sida en el Hospital Donostia entre 1995 y 1998 disminuyó un 90%, un cambio jamás vivido en la historia de la medicina.


¿Cómo describiría hoy ese nuevo escenario?

Hoy día tenemos fármacos antirretrovirales como para pensar que la mayor parte de los pacientes que toman la medicación pueden vivir con la infección por VIH como una enfermedad crónica y manejable. Pero nos encontramos con un problema. Actualmente atendemos en el Hospital Donostia a 1.200 personas infectadas por VIH de las que el 85% sigue actualmente un tratamiento antirretroviral. El 60% de estos pacientes se infectó mediante compartición de jeringuillas, personas que vienen de antiguo y se infectaron también en aquella época del virus de la hepatitis C. Este virus puede ir deteriorando el hígado a lo largo de los años y se ha convertido el problema que nos estamos encontrando ahora. Son personas que pueden estar bien del VIH pero necesitan tratamiento para la hepatitis.


¿Los fármacos para atajar esa hepatitis son eficaces?

Tienen menos éxito del que nos gustaría, pero sí consiguen ser eficaces en una proporción importante de pacientes. Con quienes no resulta eficaz, hacemos un seguimiento estrecho porque si surgen complicaciones importantes del hígado existe la posibilidad de trasplante. De hecho, ocho pacientes de nuestro hospital ya lo han recibido.


¿Qué efectos adversos tienen los tratamientos a largo plazo?

Estamos comprobando en algunos pacientes cómo surgen trastornos en la distribución de la grasa corporal. No se conoce cuál es su causa, pero para los pacientes resulta estigmatizante. Desde hace un año, para aquellos pacientes que tienen una marcada pérdida de grasa en la cara estamos intentando resolver el problema mediante cirugía plástica. Se trata de un impacto estético solventable.


¿Existe algún síntoma no deseado de los tratamientos?

Otro de los problemas que están surgiendo es la posibilidad de que aparezcan problemas cardiovasculares. Pero hay que situarlo es su contexto. El riesgo es muy pequeño teniendo en cuenta el beneficio que reportan los tratamientos. No conviene olvidar que el paciente, además, suele ser muy proclive a fumar, por lo que si consiguiéramos que dejara este hábito se rebajaría enormemente el riesgo.


¿Un guipuzcoano enfermo de sida tiene calidad de vida actualmente?

La calidad de vida es, a grandes rasgos, muy buena y la mayor parte de la gente sigue en sus puestos de trabajo sin mayor contratiempo. También es verdad que hay quienes sufrieron problemas de inserción laboral, y no es de extrañar. Pasaron de una enfermedad mortal a otra que les permitió salir de ese túnel y todos ellos han tenido que replantear su vida.

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