2007/05/23

> Elkarrizketa: Philippe Val > "SI SE PROHIBE CRITICAR LA RELIGION, LA DEMOCRACIA SE HUNDE"

Ni Jesús, ni Buda ni Mahoma deben ser tabú para la sátira en una democracia. Philippe Val, director del semanario satírico francés Charlie Hebdo, reivindica el derecho a "mofarse" de todas las religiones en nombre de la libertad de expresión. Por eso, el 8 de febrero de 2006 decidió publicar la docena de caricaturas de Mahoma aparecidas unos meses antes en el diario danés Jyllands-Posten, que provocaron una cadena de ataques fundamentalistas contra las embajadas de Dinamarca en diversos países de Oriente Próximo. La portada de Charlie Hebdo fue más allá: un Mahoma salido del lápiz del caricaturista Cabu, principal accionista -con Val- del semanario, se lamentaba: "Es duro ser amado por gilipollas".


Val fue denunciado por "injurias de carácter racista" por varias organizaciones islamistas. El juicio, que tuvo lugar el pasado febrero, acabó por exculpar a Charlie Hebdo. En una reciente visita a España para participar en un acto organizado por la Asociación Diálogo, que promueve el intercambio cultural entre Francia y España, Val conversó con El PAÍS sobre los límites de la libertad de prensa en un Estado laico y la independencia de los medios de comunicación en las democracias actuales.


Pregunta. ¿Ha ganado el juicio definitivamente? ¿Habrá una apelación?

Respuesta. Había varios demandantes. El principal, la Gran Mezquita de París, además de la Unión de Organizaciones Islamistas en Francia (UOIF), que son radicales, y la Liga Islámica Mundial, que son wahabíes, pagados por Arabia Saudí para islamizar en tierra cristiana. Son misioneros. Cuando ganamos, la Gran Mezquita de París, que está a las órdenes de las autoridades francesas y a favor de la integración en la vida publica, dijeron: "Estamos contentos". Esto es lo más importante, porque representan oficialmente a los musulmanes de Francia. Quienes recurren son la UOIF y la Liga Islámica Mundial. Lo más interesante es que los representantes de los musulmanes, por así decir, modernos, se han disociados de los radicales. El recurso es menos peligroso.


P. ¿Ha tenido miedo?

R. No me lo he planteado. He hecho lo que creía que debía hacer y he tenido protección policial cuando ha sido necesario. Desde hace seis meses creemos que la situación se ha calmado, pero cuando era más tensa recibí amenazas de muerte. Había un tipo que me quería asesinar. Un salafista que me enviaba cartas anónimas. Hace cuatro meses lo arrestaron, ha sido juzgado y condenado.


P. ¿Dónde está la frontera entre el respeto a las religiones y la censura, el tabú?

R. En Francia, el marco de la libertad de expresión es la Ley de Prensa 1881 -sobre ultraje, difamación, llamamiento al odio- y las modificaciones posteriores, como la ley contra el racismo y el antisemitismo. Son leyes que yo respeto y creo que son necesarias. En los noventa fui encausado -aunque gané los juicios- por cristianos integristas, católicos de extrema derecha, que me acusaron de racismo anticristiano y antifrancés. Al final, es lo mismo: con el pretexto de que criticamos la religión nos acusan de racismo.


P. ¿Por eso decidió publicar las caricaturas de Mahoma?

R. Criticar una religión no es racismo. Las democracias se han forjado siempre en la crítica de los dogmas religiosos... ¡Desde siempre, desde Galileo! ¡Hasta hoy en día hay que estar en contra de la Iglesia para poder realizar investigaciones con células madre! Si se prohíbe criticar las religiones, la democracia se hunde, sencillamente. Es el propio motor de la democracia. No es tanto la crítica a las religiones como serie de dogmas para sus creyentes como personas privadas, sino en la medida que la religión pretenda sustituir al legislador para organizar lo colectivo, las costumbres y el marco de la libertad de expresión. No es la religión quien lo debe hacer, sino el legislador elegido por sufragio universal.


P. ¿Le preocupa la proximidad del nuevo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, a ciertos propietarios de medios de comunicación?

R. No es nada nuevo que Sarkozy tiene vínculos con empresarios que poseen medios de comunicación. Evidentemente, lo que se va a reforzar ahora, y es un verdadero problema para la libertad de expresión en Francia, es que no le hace falta decir explícitamente: "No quiero que se hable de esto". Yo pienso que hay un gran problema de independencia de la prensa en Francia, porque la mayoría de las cabeceras pertenecen a grupos industriales que reciben contratos del Estado. Y cuando un grupo que recibe contratos del Estado es propietario de un periódico, hay un problema. Creo que la independencia depende de la personalidad del director y de los periodistas del medio. Si no se puede establecer una relación de fuerza entre el propietario y el director... En Paris-Match [del grupo Lagardère] aparentemente no la han instaurado: su director, Alain Genestar, fue despedido por haber publicado la foto de Cecilia Sarkozy y su amante en Nueva York .

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