2007/04/21

> Berria: Homofobia > JOSE R. NAVARRO: EL LOBBY GAY QUIERE IMPONER EN LA ONU SU DOCTRINA SOBRE MATRIMONIO Y ADOPCION

  • El «lobby» gay quiere imponer en la ONU su doctrina sobre matrimonio y adopción
  • Dos ONG crean los «Principios de Yogyakarta» y pretenden que sean asumidos por los Estados
  • La Razón, 2007-04-21 # José R. Navarro Pareja · Madrid

Los intentos de elevar los intereses particulares de un colectivo a rango de ley de obligado cumplimiento están a la orden del día. El último de ellos tiene el nombre de «Principios de Yogyakarta». El 26 de marzo de este año se presentaba en Ginebra este documento (aprobado en noviembre en la ciudad indonesia de la que toma el nombre), que pretende ser una «aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género». O lo que es lo mismo, generalizar la doctrina del Gobierno de Rodríguez Zapatero con respecto a homosexuales y transexuales.


Los promotores de la iniciativa -que se presenta como «una nueva acción mundial contra la discriminación y los abusos»- son la Comisión Internacional de Juristas y el Servicio Internacional para los Derechos Humanos. Pero, a los rimbombantes nombres, sólo responden dos ONG minoritarias con sede en Ginebra. Dos modestas organizaciones que sin embargo tienen unas pretensiones muy ambiciosas, pues tal como aparece en el preámbulo, «los principios afirman las normas legales internacionales vinculantes que todos los estados deben cumplir». Es por ello que, tras la presentación pública, el objetivo consiste en su aceptación por la ONU y la mayor cantidad de países posible.


Se trata, en definitiva, de una iniciativa muy similar a la que presentó la Conferencia Islámica, que en 1990 aprobó en El Cairo una «Declaración sobre los derechos humanos en el islam» que, como la de Yogyakarta, imita formalmente la estructura de la aprobada por la ONU. Pero para los expertos en Derecho Internacional, esta iniciativa musulmana sirve más para restringir los derechos que para ampliarlos y, además, falsea una de las bases de la Declaración Universal de la ONU, que considera que los derechos son inalienables de la persona, mientras que las islámica los hace inalienables de Alá.


Algo similar puede ocurrir con los «Principios de Yogyakarta», aunque en este caso la figura de Dios es sustituida por el colectivo de homosexuales y transexuales. En este sentido, Vanesa Gil, doctora en Derecho y profesora del Instituto de Humanidades Ángel Ayala-CEU, recuerda que «los derechos universales los tenemos en cuanto somos personas y no por pertenecer a una minoría o a una mayoría». Por ello, considera que el presupuesto del documento «es irreal. ¿Es que hasta ahora no han tenido derechos?».


En el mismo sentido abunda otro experto consultado por LA RAZÓN, el subdirector del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Navarra, José Justo Megías, para quien «los derechos se asientan sobre el ser humano, no sobre las orientaciones de los seres humanos».
Megías considera además que los «Principios presentan la orientación sexual como un “preciado derecho”, cuando ningún texto internacional le otorga tal reconocimiento porque es una simple opción. Lo que reconocen los textos es que no se puede tratar con discriminación por tener esa orientación». Así, considera que el objetivo de esta iniciativa es «crear un estado de opinión», y que para ello, «en el grupo de discusión han participado personas seleccionadas cuidadosamente para alcanzar el acuerdo final, sin disparidad».


Una «falsa discriminación»

Según Megías, ciertas discriminaciones que mencionan los «Principios» no se dan en la práctica en los países democráticos. Es el caso de cuestiones como el derecho a la vida, la salud, la libertad de expresión, la educación, o el trabajo. Sin embargo, el documento también habla de negación de derechos a homosexuales en aspectos como el matrimonio y la adopción y por ello pide a los estados que «reconozcan la diversidad de formas de familias». Para Megías se trata en realidad de una «falsa discriminación», pues los homosexuales «tienen exactamente los mismos derechos que los demás de su sexo, no se les niega el matrimonio, sino que es el propio matrimonio el que tiene unas características que lo hacen accesible sólo cumpliendo unos requisitos». Tampoco hay discriminación cuando no se permite una boda entre hermanos o en la poligamia. «En estos casos tampoco se cumple el requisito esencial de esta institución jurídica»

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