- La 'Crucifixión' según Lorca
- El largo viaje del manuscrito de uno de los poemas más queridos por su autor, e incluido en 'Poeta en Nueva York', finaliza en una sala de subastas londinense
- El País, 2007-11-27 # R. Torres / J. Ruiz Mantilla · Madrid
El día en que Federico García Lorca emborronó un papel con los versos de Crucifixión, supo que le habían alumbrado todas las musas. Fue en Nueva York, abrumado por las "vacas con tetas llenas de perdigones" y por "temblorosos ríos de polilla", oliéndose quizás con esas imágenes el cataclismo del crack del 29, que se produjo tan sólo seis días después de fecharlo, el 24 de octubre. Esa única copia se la regaló a su amigo Miguel Benítez y no volvió a recuperarla. Mañana se subasta en el Sotheby's de Londres a un precio inicial que oscila entre 20.000 y
La historia de Crucifixión es la historia de una pérdida nada deseada. Como no apareció hasta después de su muerte, los expertos no sabían bien dónde encajaba dentro de Poeta en Nueva York. Lorca lo deja muy claro en el manuscrito que le entrega a José Bergamín pocos días antes de morir y que también fue un misterio para los estudiosos durante años porque el propio Bergamín no quiso entrar en polémicas.
En la copia del borrador que el poeta dejó sobre la mesa de su amigo editor, la indicación es muy clara. Lo incluye en la parte VII, titulada Vuelta a la ciudad, en la que anota: "Crucifixión y hay que pedir el original a D. Miguel Benítez".
El mismo se lo reclamó antes, con dos cartas que también se subastan. En ellas resaltaba la importancia del poema: "Queridísimo Miguel. Estoy poniendo a máquina mi libro de Nueva York para darlo a la prensa el próximo mes de octubre; te ruego encarecidamente me mandes a vuelta de correo el poema Crucifixión puesto que tú eres el único que lo tienes y yo me quedé sin copia. Desde luego irá en el libro dedicado a ti. Por primera vez en mi vida dicto una carta que está escrita por mi secretario. Miguel, ten la bondad de ser bueno y mandarme ese poema, porque es de los mejores que llevará el libro".
No hubo respuesta, ni a esta ni a la carta posterior. Después del asesinato de Federico, el 18 de agosto de 1936, nadie supo más. Las primeras ediciones de Poeta en Nueva York en 1940 no lo incluyen. Ni la de Norton, en Estados Unidos, ni la de Séneca, en México. Es en 1950 cuando el poeta Agustín Millares lo publica junto a las dos cartas en la revista Planas de poesía.
A partir de entonces, la familia Millares se hace cargo del manuscrito que hoy sale a subasta. Según los propietarios, herederos de Agustín Millares, han decidido dar el paso porque su estado de conservación "corría riesgos". También aseguran que previamente se pusieron en contacto con
Laura García Lorca cuenta que los contactos se produjeron cuando ella no era responsable de
Lorca pensaba que Crucifixión era fundamental para el libro, y aún con sus bendiciones, el poema se ha visto envuelto en un halo de misterio, muy acorde con todo lo que es Poeta en Nueva York. Su aspecto original, con las cuartillas ya carcomidas por el paso del tiempo, le convierten en todo un objeto de deseo para el mundo lorquiano.
- CRUCIFIXION
- Federico García Lorca · 18 Octubre, New York, 1929
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a las tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera [por] los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!
Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.
Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.
La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el co[razón]
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros.
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de perdigones,
dijeron los fariseos.
Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos
estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.
Se supo el momento preciso de la salvación de nuestra vida
porque la luna lavó con agua
las quemaduras de los caballos
y no la niña viva que callaron en la arena.
Entonces salieron los fríos cantando sus can[ciones]
y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del r[ío].
Esa maldita vaca, maldita, maldita
no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,
y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle
dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los sacrificios
mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Fue entonces
y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.
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