- Sabino Fernández Campo: «Con todo el respeto a la Constitución y a Suárez, las autonomías han sido un error»
- La Nueva España, 2007-08-28
El conde de Latores, Sabino Fernández Campo (Oviedo, 1918), ha logrado acudir este año a La Granda después de superar con éxito una neumonía que le impidió, el pasado julio, dirigir el curso que él mismo había diseñado sobre los problemas de la España actual. El general Fernández Campo fue secretario general de la Casa del Rey de 1977 a 1990, año en el Juan Carlos I le nombró jefe de la misma, hasta su cese en 1993.
[…]
-Se ha criticado en ocasiones el mutismo del Rey sobre asuntos o problemas graves.
-La Constitución le da facultades reducidísimas; y las más importantes son las menos concretadas. Se le da un papel moderador y también arbitral, pero es muy gracioso, pues no se desarrollan. Arbitrar es delicado: el Rey debería estar muy preparado y asesorado, y quizá los que le deberían asesorar son los que están metidos en el lío. Para ejercer el papel moderador, pues igual: estar muy enterado de los temas, muy preocupado, recibir el asesoramiento necesario y percatarse de la realidad. Y también habría que ejercerlo con anticipación, pues cuando le presentan al Rey una ley no le queda más remedio que sancionarla.
-¿Utiliza poco el Rey su papel moderador?
-Si le presentan una ley, no tiene posibilidad de rechazarla; pero con anterioridad, cuando se empieza a hablar de algo que mucha gente no comparte ni encaja con la forma de pensar del Rey, debería hacer gestiones, pero estando muy enterado y convencido de las razones que pueda aportar. Voy a poner un ejemplo que sé que a muchos les parece mal: el matrimonio entre homosexuales. Me parece que pudo denominarse de otra forma. El Rey debería haber intervenido a priori y dar un remedio distinto de acuerdo con la generalidad del país; pero si no interviene, no le queda más remedio que firmar o abdicar; aquí no cabe lo que hizo Balduino de Bélgica. El poder moderador es importante, pero por lo poco definido que está en la Constitución hay que hacerlo con conocimiento y con la habilidad necesaria para que, si no sale bien, el Rey no quede en mal lugar si se descubre que sus gestiones fueron rechazadas.
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