2007/06/21

> Iritiza: Paolo Fava > HERGE, NI FASCISTA NI GAY; TINTIN... VAYA USTED A SABER

  • Hergé, ni fascista ni gay; Tintín... vaya usted a saber
  • Papel en blanco, 2007-06-21 # Paolo Fava
Tintín abandonó sus prejuicios al mismo tiempo que Hergé, nos dice Pierre Godin, su último biógrafo. Y es que ni siquiera la celebración del centenario de Georges Remi (Hergé) es capaz de despejar las contradicciones y los claroscuros que dominaron la vida de un autor mucho más torturado de lo que su obra deja entrever. Forzado a una educación católica, empleado por un diario de ultraderecha y aceptando trabajar en diario adictos al régimen nazi, Hergé se labró en los primeros años de su carrera una fama de colaboracionista que nunca conseguiría dejar atrás, a pesar de la consagración de su personaje como héroe nacional. Lo cual exige no poco de indulgencia hacia un Tintín que en sus comienzos tenía poco de personaje neutro infantil.

Y es que Tintín nació con una evidente intención política: fue un encargo de la publicación Le XXème Siècle para hacer una historieta infantil que adoctrinase contra el comunismo. Y en eso consiste la primera aventura de Tintín, en intentar llegar al país de los Soviets mientras los agentes bolcheviques intentan detenerle, temerosos de que cuente la verdad. Si alegamos que cualquiera es libre de tener una opinión política (aunque eso no justifique el “adoctrinamiento” de las mentes infantiles) y que la denuncia del sistema soviético tuviese, pese a su parcialidad, visos de verdad, mucho más difícil de entender es el siguiente albúm, Tintín en el Congo.

En él vemos aparecer una ideología colonialista y racista execrable, más aún conociendo el transfondo de la ocupación belga en el Congo. Tintín trata con desprecio y arrogancia a los ridículos “negritos”, que se maravillan de lo bien que piensa el “señor blanco”. Mientras, el reporter se dedica a masacrar tranquilamente a la fauna local (en un momento “chistoso” acaba de un plumazo con un rebaño entero de gacelas) y alcanzamos cimas del despropósito en unas escenas, posteriormente censuradas, en las que Tintín confunde el llanto de un bebé negro con los ladridos de Milú. Ese era el primer Tintín: oscuro, dogmático, antipático, cafre. Un hombre atrapado por sus propios prejuicios.

Cuenta la leyenda que, mientras preparaba Tintín en China, Hergé recibió una carta de un misionero escocés que le advertía que, si pintaba China como un cúmulo de estereotipos con cara amarilla y sombreros cónicos, causaría un daño irreprable. Con la mediación de este misionero Hergé entró en contracto con Tchang Tchong-Jen, un joven estudiante chino de bellas artes. Y su vida cambió. Sus horizontes se extendieron. A Tintín le salió un amigo, evidentemente llamado Tchang. Tintín en China pasó a ser El Loto Azul, y sus álbumes se transformaron en las elaboradas reconstrucciones de otras culturas y lugares que muchos adoramos. Hergé nunca abandonó el estereotipo (el pérfido oriental de dientes de conejo, el sibilino judío, el dictador latino corrupto y sudoroso) pero exhibiéndolo con una sabia ironía, con distancia.

Tintín había heredado así una misión mucho mayor: liberar a toda la humanidad, ser campeón de los oprimidos. Hergé quería luchar contra todos, incluso contra los nazis bajo los que trabajaba con El cetro de Ottokar, crítica del Reich que logró evadir la censura. El amor de Tintín por Tchang tendría su correlato en el de Hergé por Tchong-Jen, quien en los ochenta removió cielo y tierra para reencontrarse con su viejo amigo chino al que había perdido la pista tras la revolución comunista y que era un comunista convencido. La historia de Tintín es la de un Hergé abriéndose al mundo, de un conquistador. Y sin embargo, no acaba de parecer Tintín un ser completo.

Hergé encontró la felicidad con una mujer mucho más joven que él. ¿Conocieron esa felicidad sus personajes? Sus héroes Tintín, Haddock y Tornasol son un trío de solterones alienados que no saben muy bien lo que pintan en este mundo y se consuelan mutuamente. ¿Hace alguna vez Tintín algo remotamente propio de un reporter, tien alguna familia más allá de Milú? ¿Tiene algún sentido su existencia fuera de las disparatadas aventuras en las que se embarcan? ¿Y porque su club sólo acepta hombres? Se han vertido ríos de tinta sobre esta cuestión, tan del gusto posmoderno: ¿Porqué el único personaje femenino de Tintín aparece tarde y es un pajarraco grotesco como la Castafiore, que amenaza la plácida soltería de Haddock?

Atajemos lo evidente: Tintín no es homosexual porque simplemente es asexual, un eterno prepúber. En cambio, el encallecido Haddock vive en un estado de enajenación perpetua, entre el alcohol, sus crisis de histeria y su más que probable demencia. Y qué decir de Tornasol. Uno no se ha iniciado en el sexo, los otros lo han dejado atrás. Es el precio que pagan por vivir en el eterno estado de juego, de inocencia que caracteriza las aventuras de Tintín. Pero insistimos: ¿porqué no hay mujeres? ¿Tara de una estricta educación religiosa, misoginia, incapacidad de asumir a una mujer en un rol aventurero? Hergé no pudo dar respuesta y lógicamente nosotros tampoco podremos. Lo que Hergé fue no nos explica lo que es Tintín. Quizás Hergé nunca entendió que su personaje le pedía ser feliz de una manera diferente, que Tintín quería a su Tchang de una manera que él sólo llegaba a intuir.

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