- Homosexualidad y discapacidad
- Una doble discriminación casi invisible. Ser homosexual y discapacitado, doble barrera difícil de superar incluso en colectivos LGTB.
- Diagonal, n. 56, 2007-06-07 # Javier Montilla . Sevilla
Si al hecho de tener una discapacidad añadimos el ser homosexual las barreras se hacen todavía mucho más grandes. Más que desde un punto de vista legal, donde los colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) han visto reconocidos muchos de sus derechos civiles, con la aprobación de la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley de identidad de género, estas barreras parecen más sólidas en lo afectivo. En muchos casos, las personas discapacitadas y homosexuales son discriminadas dentro de los propios colectivos LGTB. Resulta curioso que un colectivo que sistemáticamente ha sido discriminado a su vez discrimine.
Toni Martín, activista que trabaja en Sevilla dando charlas en institutos sobre este tema, afirma: “La poca información que se tiene sobre la discapacidad hace que se dificulte la posible relación con personas de tu mismo sexo. Hemos tenido una educación que ha cimentado una serie de prejuicios que hace que se vea a las personas discapacitadas y homosexuales de una forma diferente”. Quizás la clave puede estar en el narcisismo que existe entre homosexuales que consagran al culto al cuerpo gran parte de sus esfuerzos. Esta realidad hace que en colectivos de homosexuales las personas con discapacidad sean discriminadas.
Las personas con discapacidad, en el plano sexual, invierten la mayor parte de su tiempo en el esfuerzo continuado de reclamar lo que han perdido: el hecho de volver a ser atractivos. Para ellos, ser discapacitados implica ser excluidos. Toni afirma al respecto, “desconocer implica que no des la oportunidad, y la silla de ruedas asusta a los chicos”. Pero lejos de ser un fenómeno exclusivo del colectivo LGTB, homosexualidad y discapacidad son conceptos que parte de la sociedad no puede entender o no cree que existan juntos. E incluso se generan tópicos del estilo de que los discapacitados son asexuales. El deseo de Toni es que el ‘doble armario’ que ha tenido que abandonar “sirva para entender que el sexo no está en los genitales, sino en la cabeza”, y añade: “Lo que merece la pena es vivir, aun con las limitaciones que todos tenemos”.
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