- Julia Roberts y Sharon Stone tienen un papel central en las memorias del actor británico
- El Periódico de Catalunya, 2007-04-08 # Idota Noain · Winston-Salem
Rupert Everett ha dicho que Alfombras rojas y otras pieles de plátano no es tanto una autobiografía como un libro sobre los tiempos que le ha tocado vivir. Quienes se sumergen en las 406 páginas de estas memorias que escribió en un hostal de estudiantes en Berlín comprueban que el actor británico ha vivido en sus 47 años mucho, bueno y malo, y con todo tipo de compañías. También ha pasado por mucho solo, incluyendo una relación cada vez más difícil con Hollywood, un sistema que, como el Ejército de EEUU, se demuestra incapaz de superar la política del don't ask don't tell (no preguntes, no digas) cuando se refiere a la homosexualidad de sus soldados (o sus actores).
Alfombras rojas... es un telescopio único para acercar al terrestre común a una distante constelación, sobre todo a sus estrellas femeninas. En la lista de anécdotas aparecen Orson Welles, Andy Warhol, Rudolf Nureyev, Helmut Newton y Mick Jagger. Y, entre otras muchas, por el libro desfilan también historias con Madonna, Sharon Stone, Liz Taylor, Julie Andrews --cuya Mary Poppins inspiró a Everett para ser actor--, Susan Sarandon --con la que convivió un tiempo--, Donatella Versace...
Uno de los capítulos más bellos los dedica el protagonista de La boda de mi mejor amigo a Julia Roberts, la estrella que encabezaba el reparto de la película en la que la homosexualidad que Everett había declarado por primera vez en una entrevista en 1989 saltó a un personaje en una cinta de éxito, haciendo que muchos espectadores no separaran ya entre ficción y realidad.
"Filmábamos en Chicago y a veces los viernes por la noche me llevaba de vuelta a Nueva York en el avión privado del estudio. Entonces veía toda la máquina ponerse en acción, la grandeza de Hollywood al transportar su ganado de A a B .... Charlando de temas que una chica solo podría tratar con un hombre que no alimenta una erección escondida, nos tirábamos en la limusina, sorbíamos nuestras bebidas mientras cruzábamos los suburbios hacia el aeropuerto privado. Las puertas se abrían como por arte de magia y llegábamos hasta un enorme avión en medio de una pista desierta...".
Everett asegura que tanto Roberts como la pop star Madonna "olían ligeramente a sudor". Y lo dice con atracción. "Pensaba que era algo sexi --prosigue el actor--. Hay una cualidad masculina en la superestrella femenina. Tiene que haberla. Si una chica va a tener que sobrevivir en Hollywood, tiene que saber desarrollar talentos de gente especial".
Pocos secretos
Everett decidió no ser gráfico con todo. "No he querido describir orgías aunque tampoco voy a negar que he participado en ellas". Sin embargo, no ha tenido pelos en la lengua para destallar cómo Hollywood no le ha aceptado que sea gay. Recuerda, por ejemplo, cómo Sharon Stone le habló de la segunda parte de Instinto básico y le puso en contacto con David Cronenberg, que la iba a dirigir. Comieron juntos y el director llamó al estudio para decir que había encontrado a su actor. "Se abrieron los infiernos --escribe Everett, cuyo último papel relevante en Hollywood tras el fracaso de Algo casi perfecto, con Madonna, fue la voz del príncipe de Shrek--. A mi agente le dijeron que un homosexual era un pervertido a los ojos de América, y que el mundo nunca me aceptaría en el papel".
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