2007/01/15

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  • Mozambique: Mujeres, golpe a golpe
  • IPS, 2007-01-15 # Ruth Ansah Ayisi · Maputo


Como muchas otras mujeres en Mozambique, María intenta "vivir positivamente" tras enterarse de que se contagió del VIH en las relaciones sexuales con su esposo portador, que se niega a usar preservativo y la golpea con saña cuando se lo pide.


Esta mujer de 33 años está progresando. Puede asistir a la escuela nocturna para recibir la educación que la pasada guerra civil de 16 años en su país interrumpió cuando era una niña. Aprendió a coser para hacerse de un ingreso que complementara el dinero que gana como comerciante informal.


Pero, su esfuerzo por salir adelante, se ve entorpecido porque no puede abandonar a su pareja, pese a que la maltrata y amenaza a sus hijos con igual violencia. El menor de ellos tiene 10 años.


"Me golpea con lo que sea que tenga en sus manos", relató María, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad. "Una vez me persiguió con un cuchillo, pero al final no me apuñaló. Otra vez me golpeó contra una pared", dijo mostrando una cicatriz en su brazo.


"Algunas noches nuestros hijos tienen que correr a casa de los vecinos para pedir ayuda. Ha dicho que encerraría a los niños en nuestra casa y la prendería fuego", continuó María visiblemente alterada.


Su esposo se pone especialmente violento cada vez que ella se niega a tener relaciones sexuales o cuando ella le pide que use condón. "Me golpea cuando insisto demasiado, así que simplemente dejé de intentarlo", explicó.


Esto es peligroso, porque la reinfección tiene el potencial de acelerar el avance del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) en el cuerpo.


Los progresos que las mujeres han hecho en los últimos años en Mozambique no alcanzaron para que María tuviera una seguridad básica en su propio hogar. Este es el caso de muchas otras, pese a que la Constitución establece derechos iguales de género.


Las mujeres también tienen un nivel de representación relativamente alto en el parlamento, de alrededor de 30 por ciento. Y el país ratificó la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres.


En 2002, el parlamento aprobó la Ley de Familia luego de mucho debate. "Aunque no nos brindó todo lo que necesitamos, una de las victorias más importantes fue que dio protección a muchas que están casadas bajo la ley tradicional", dijo Graca Julio, del Foro de Mujeres.


"Ahora, si los matrimonios tradicionales se rompen, esas mujeres tienen los mismos derechos que las que se casaron por la ley civil", agregó.


El Foro de las Mujeres viene promoviendo los derechos femeninos desde 2004. Sus integrantes diseñaron un manual básico en idiomas locales para que las líderes comunitarias comprendan mejor los temas. El Foro también realiza sesiones de entrenamiento.


Según Julio, el Foro está viendo los efectos positivos de su trabajo. "En Marraquene, en la meridional provincia de Maputo, el tribunal comunitario ahora favorece a la viuda y a los hijos en disputas de herencias", señaló.


"Hubo un caso de una viuda sin hijos que se había casado por la ley tradicional. Tras la muerte de su esposo, la familia de él se quedó con sus bienes. Pero ella llevó el caso al tribunal comunitario y las líderes de la comunidad, que habían participado en el entrenamiento, ordenaron a los familiares que le devolvieran los bienes, y así lo hicieron", ejemplificó.


Pero Julio identifica al VIH/sida, a la violencia doméstica y a la pobreza como los principales obstáculos para alcanzar los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio, aprobados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), especialmente el tercero, que se propone promover la igualdad de género.


Establecidos en septiembre de 2000 para ser cumplidos en 2015, los otros Objetivos incluyen reducir a la mitad, respecto de los indicadores de 1990, la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, así como lograr la educación primaria universal, reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la mortalidad materna en tres cuartos.


También combatir la expansión del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y generar una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.


Aunque Mozambique redujo drásticamente sus niveles de pobreza, las mujeres no se beneficiaron tanto como los hombres. Un análisis recientemente publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) muestra que la pobreza en hogares que tienen un hombre como jefe se redujo 26 por ciento entre 1996-1997 y 2002-2003, cuando se situó a 52 por ciento del total.


En hogares que tienen mujeres como jefas, los avances fueron notoriamente menores: la pobreza bajó apenas cuatro por ciento, para ubicarse en 63 por ciento, en el mismo periodo. Un tercio de todos los hogares mozambiqueños son liderados por mujeres.


Donde los jefes de hogar son hombres, las mujeres tienen poco espacio de maniobra, como muestra la historia de María. Esto alimenta la pandemia del VIH/sida, dado que frecuentemente se impide a las mujeres tomar decisiones básicas sobre su propia sexualidad.


Y esto también se refleja en las infecciones. Las mujeres constituyen 58 por ciento de 1,6 millones de mozambiqueños que son portadores del VIH. No solamente hay más mujeres infectadas, sino que, como en el resto de África austral, también son las más afectadas. Ellas todavía cargan con la mayor parte del cuidado a los enfermos.


Esta es una de las razones por las que las niñas que quedaron huérfanas por culpa del VIH/sida abandonan la escuela antes que sus hermanos varones.


Pese a los esfuerzos del gobierno por eliminar las disparidades de género en el acceso a la educación, la proporción de niñas que asisten a las escuelas sigue siendo más baja en las áreas rurales comparada con la de niños.


Solamente 48 por ciento de las niñas asisten a escuelas primarias, mientras que en los niños el porcentaje asciende a 57.


Esto es aún más preocupante porque alrededor de 70 por ciento de la población vive en áreas rurales. La misma desigualdad de género no se ve en las ciudades.


Respecto de la violencia contra las mujeres, 34 por ciento de ellas reportaron ser atacadas en un estudio de 2004 realizado por el Ministerio de Mujeres y Acción Social. El atacante habitualmente era el esposo o un familiar cercano. Diez por ciento dijo haber padecido alguna forma de abuso sexual.


También en este aspecto hay una distinción entre áreas rurales y urbanas. Las mujeres del campo informaron una violencia mayor que las habitantes de pueblos y ciudades.


Lo que mantiene atrapada a María es la pobreza. "Yo dejaría a mi esposo si pudiera afrontarlo económicamente. Me encantaría vivir sin temor con mis hijos", aseguró.

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